La opinión de Cuartango| Las mentiras de Macri frente a las verdades de Scioli
El domingo 12 de agosto en la página dos del diario La Nación, Pablo Sirven publicó una columna titulada “Y si Scioli fuera presidente ahora?”, en ella plantea diversos interrogantes, comenzando por una afirmación que el mismo reconoce como “contrafáctica”, es decir incomprobable o indemostrable: “Varios episodios trascendentales que tuvieron lugar la semana pasada, difícilmente se habrían producido si hubiese ganado las elecciones Daniel Scioli, en lugar de Mauricio Macri” (sic).
Entre ellos, enuncia la condena al ex vicepresidente Boudou, las derivaciones de los cuadernos de coimas, el desfile de poderosos empresarios por los Tribunales Federales, las declaraciones auto-incriminatorias del ex juez Oyarbide, el reconocimiento de Juan Manuel Abal Medina de haber recibido dinero negro para la campaña, como así tampoco la detención de ex funcionarios Kirchneristas y relevantes empresarios.
Dicho enunciado, implica una clara alusión a la depenencia del poder judicial, por parte del autor de La Nacion al expresar abiertamente que la justicia hubiera actuado de manera diferente según quien estuviera en el gobierno cuando en todo caso no es merito del ejecutivo haber promovido o efectuado ninguna de esas denuncias
Continúa reconociendo que “cual habría sido la dinámica concreta de ser hoy Scioli presidente, es imposible pensarlo, simplemente no sucedió” (sic) pero no obstante esa acertada afirmación, prosigue haciendo una serie de deducciones peyorativas de lo que hubiera acaecido si el candidato peronista hubiera accedido a la primera magistratura, refiriéndose a la presión que sobre el mismo podría (?) haber ejercido la ex presidente etc. para concluir: “como lo hubiese encontrado parado respecto del cepo, los holdouts, las tarifas y el financiamiento eficiente del estado, quedará para siempre como una incógnita” (sic). Como una primera aproximación a la respuesta que no encuentra el columnista del diario fundado por Bartolomé Mitre, le recomiendo escuchar y repasar el debate entre Scioli y Macri durante la campaña hacía el ballotage de 2015 y confrontar las muchas verdades que en él expreso Daniel Scioli, con las muchas mentiras que en él dijo el actual presidente Macri y esto lejos de ser contra-fáctico e indemostrable, se encuentra plenamente corroborado por sus acciones de gobierno, que fueron el sentido totalmente contrario al comprometido en el recordado debate.
Tampoco es ninguna incógnita lo que hubiera hecho Scioli en múltiples aspectos relacionados con la Producción y el Trabajo, con la Salud Pública y la Educación, con la administración de los recursos públicos y el nivel de endeudamiento, con la rebaja de los retenciones al agro y las mineras y la reducción del poder adquisitivo de los salarios y los beneficios previsionales, con los consecuentes efectos recesivos de ellos derivados, porque de todo eso dio acabadas y reiteradas pruebas durante los 8 años de gestión en la Provincia de Buenos Aires, durante los cuales jerarquizó la negociación colectiva y la hizo extensiva a los trabajadores municipales, triplicó los Parques Industriales, hubo una fuerte presencia estatal y se implementó una equitativa política tributaria que recargó sobre los que más tienen, en beneficio de los más carenciados, y no como ahora, que Macri hace caer el peso del ajuste sobre los que menos tienen reduciendo el poder adquisitivo de los sectores medios y bajos y de esa manera, perjudica a los muchos que tienen poco, en beneficio de los pocos que tienen mucho.
Jamás se hubiera abierto indiscriminadamente la economía en detrimento de la producción nacional, ni si hubiera puesto al salario un tope muy inferior a la pauta inflacionaria. Todo lo contrario, se hubiera promovido la actividad económica con un fuerte apoyo a las Pymes, principales dadoras de trabajo en nuestro país y potenciado el poder de consumo de los asalariados activos y pasivos, quienes volcando todas sus acreencias al consumo generan un círculo virtuoso de mayor actividad económica por mayor consumo y ello hubiera derivado en mayor demanda que requiere mayor producción y la creación de nuevos puestos de trabajo.
Ese estado presente y atento a la protección del empleo y la calidad del mismo dio resultados visibles en la crisis global de 2008/2009 que en nuestro país no tuvo mayor impacto.
En síntesis Scioli presidente hubiera implicado hacer realidad el apotegma que gobernar es dar trabajo y no ajustar a costa de los trabajadores, generando desempleo y pobreza.
Nótese que el último informe del Observatorio de pobreza de UCA, de abril de 2018, reveló un incremento del 2,1% de la pobreza infantil entre el 2016 y el 2017, lo cual llevó el índice al 62,5%. Detrás de cada cifra hay un niño que sufre la falta de alimentación, la posibilidad de tener una vivienda digna o una buena educación y la situación empeora en la medición multidimensional, más abarcativa.
Estos son hogares que sufren el desempleo y el trabajo no registrado, en detrimento de los derechos y salud de todos los integrantes, comprometiendo el futuro de estos niños y niñas y futuras generaciones.
Pequeña diferencia entre ambos modos de gobernar, así de claro y así de simple: la aplicación del dogma de la Justicia Social, ni más ni menos, que se dirige a lograr un reparto equitativo de los bienes sociales, ese era el plan social y económico de Daniel Scioli. En una sociedad con justicia social, los derechos humanos son respetados y las clases sociales más desfavorecidas cuentan con oportunidades de desarrollo.
Sin embargo, en la actualidad, con las políticas impuestas por el Gobierno de turno, dirigidas a la afectación de los sectores más vulnerables, lejos estamos de estos nobles fines de justicia social. Esto sí hubiera pasado en el gobierno de Daniel Scioli.