¿Y dónde está el piloto, compañero?

Esa primera frase podría remitirnos a una comedia o sátira salida de Hollywood, pero cuando hablamos de compañeros, al menos en esta sufrida Argentina de inmediato pensamos en Peronismo.

Alberto Fernández, está contando las horas para dejar un hierro muy caliente, es evidente que no estaba a la altura de moldear – no precisamente por falta de experiencia- sino, más bien, por una más que nula vocación de poder, y más escaso aún, sentido «peronista» de gobernar.

El cuadro que deja, habla a las claras de un proceso que no supo, no quiso, o no pudo, conducir . Cuestión que  a priori y según reza la liturgia peronista histórica, la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.
Pero no sólo en el plano económico y social deja a una Argentina en mal estado, sino que en lo que hace a la organización del propio partido, que hoy «conduce», las cosas no pintan mucho mejor.

El Partido Justicialista se encuentra hoy en un estado de total abandono y sus afiliados sumidos en una sensación de profundo hastío y orfandad y por arrastre, lo mismo ocurre con los partidos conformantes del Frente de Todos.

Como ningún otro espacio político de la Argentina, el Peronismo, suele apoyarse en liderazgos muy fuertes como elemento que aglutine y permita una organización con aspiraciones de gobierno y ello, por esta horas, no está teniendo protagonistas visibles, más allá de una Cristina que parece estar con ganas de una merecida jubilación. Aunque tratándose de ella , uno nunca puede apostar a eso de manera definitiva.

La Liga de gobernadores ostenta el poder territorial, sin que podamos a la fecha visualizar algún nombre que destaque para conducir la etapa por venir y más al centro del país. Kicillof, parece estar dándose algún plan a futuro pero, ciertamente, es muy pronto y aventurado adivinar el rumbo o las características que vaya a tener un armado con Axel en el rol de conductor. Lo que no se puede negar es que seguramente será un jugador preponderante de cara a la necesaria reorganización del partido.

Según hemos podido constatar, quién sí viene trabajando denodadamente en pos de organizar el PJ nacional pero con una base más doctrinaria es el histórico dirigente, José Conde Ramos, hoy cónsul en la ciudad de Asunción.

«El Conde» como se lo conoce a lo largo y ancho del país, es un hombre con una gran formación doctrinaria y siempre se ha caracterizado por su enorme capacidad de armado territorial desde las bases. Algo que lo distingue, dado que desde hace décadas, en el PJ , todo se ha definido mediante el dedo de los dirigentes.

Uno de los dogmas del Justicialismo reza que: «la organización vence al tiempo». Hoy , tristemente, vemos que ni en la Argentina, en general, ni en el Peronismo, en particular haya organización y mucho menos; tiempo.