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Víctor Hugo: cantame un gol para ser feliz

Escribe Alejandro C. Tarruella, exclusivo para InfoBaires24

 

   Hay que imaginar por un instante, el gesto de Víctor Hugo Morales al escuchar la voz de su esposa al hacer el relato de la llegada de los oficiales de la justicia y el abogado, Damián Cassino, del grupo Clarín, a la puerta de su casa en la Capital Federal.

 

Hay que imaginar su rictus al escuchar que le habían dicho que, en caso de no abrir, la puerta, la tiraban abajo. Lo cierto es que los subordinados de la Corte Suprema de Justicia donde mora Ricardo Lorenzetti, ingresaron a lo guapo. Víctor Hugo llegó al rato, tras sortear un tránsito complicado, y la expresión de su rostro, cuando lo tomaron las cámaras que filmaban la tropelía “legal”, era la desolación.

   El procedimiento fue pedido por un juez llamado Fernando Ignacio Saravia (juez comercial numero 11), basado presuntamente en un juicio que la empresa Cablevisión le inició al programa «Desayuno», que emitía ATC y cuya producción estaba a cargo de Eduardo Metzger. Fue así: la producción puso al aire un tramo de la final entre Boca y el Real Madrid, cuando el club de la ribera ganó su primera Copa Intercontinental en Tokio. Dos goles de Palermo a los 3’ y 6 minutos de juego, y una actuación antológica de Román Riquelme el 28 de noviembre de 2000 en Madrid. En ATC se veían de fondo en un televisor, el partido que se transmitía por cable, que debido a las privatizaciones, prohibía la emisión de fútbol si los espectadores televisivos no pagaban previamente. En un tramo del programa, se vio con cierta niebla, uno de los goles de Palermo.

   Cablevisión presentó una demanda en 2001 contra Víctor Hugo Morales, causa de improbable consumación que con los años, debido a denuncias del periodista por vinculaciones del grupo Clarín a las AFJP y otros negocios de dudosa legalidad, fue utilizada en el marco de la tensión entre el CEO Héctor Magnetto y el periodista. A todas luces, si era posible demostrar algo, la responsabilidad de un programa está en manos de su productor jefe, de la productora, y del medio. Sin embargo, la justicia aceptó aparentemente la línea ideológica que exigía ese rumbo. Víctor Hugo fue siempre leal a su palabra y se bancó los sucesivos embates y jamás se echó a dormir en el silencio o se vendió al facilismo mercantil de ciertos medios.

A todas luces, si era posible demostrar algo, la responsabilidad de un programa está en manos de su productor jefe, de la productora, y del medio

 

   Pasaron 15 años y la justicia siguió dando vueltas como en tantos otros casos. No tuvo la celeridad de la causa de la escuela ECOS. El accidente en el que murieron alumnos y docentes de la entidad el 8 de octubre de 2006, cayó en diciembre de 2014, por la prescripción que alistó la Cámara de Rafaela luego de que “errores administrativos” en varias sedes judiciales, la llevaron a los cajones. De Rafaela es el titular de la Corte Suprema. Una curiosidad, sin duda. En el caso de Víctor Hugo van 15 años y la causa sigue su curso, no hay “errores administrativos”, hay apriete.

   Los oficiales de justicia procedían a una supuesta evaluación patrimonial de los bienes de Morales a quien se le reclaman 842 mil pesos más intereses en favor de su demandante, representado en este caso por la justicia. Sin imaginarlo, Morales y su familia iban a ser protagonistas del hecho más apremiante de cuantos pudieran haber sucedido en estos años de democracia y Estado de Derecho. Lo cierto es que Cablevisión perdió su demanda en primera instancia. Luego, la Cámara de Apelaciones en lo Comercial dio vuelta el fallo y condenó a Víctor Hugo, a su productor Eduardo Metzger y a Canal 7 (entonces ATC) a pagar casi 3,5 millones de pesos. El fallo consideró que emitir las imágenes del partido que Boca gano 2 a 1 por ATC, fue un robo de los derechos, lo que ratificó entonces la Corte Suprema de Justicia. Un recurso de queja entretuvo la causa hasta el episodio de violencia registrado este jueves. El procedimiento se realizó a las 13 horas, una vez que terminaba el programa de Víctor Hugo. De ese modo, se aseguraban que el periodista no estuviera presente y a su vez, el programa terminara su emisión de esa fecha.

El procedimiento se realizó a las 13 horas, una vez que terminaba el programa de Víctor Hugo. De ese modo, se aseguraban que el periodista no estuviera presente y a su vez, el programa terminara su emisión de esa fecha.

   Víctor Hugo fue muy gráfico al contar el episodio sucedido en su casa de avenida Libertador: «Entraron como si uno fuera un narcotraficante al que hay que agarrar de sorpresa en su madriguera», y agregó: “Me siento como si me hubieran dado una paliza por las tensiones vividas». «Esto es fruto de la prepotencia natural de semejante poder», dijo y revivió que «Hace 20 años que combato a Magnetto. Esto es una plancha en el pecho para que uno sepa con quién se está metiendo”.

   Lo cierto es que los grandes poderes se valen de procederes que, en la estricta dramaturgia de los actos, representen a momentos traumáticos, disciplinadores. En este caso, no hay que olvidar la cuestión de Papel Prensa, el logro de una corporación en los términos de una dictadura feroz y sus cómplices. Por eso, la violación de un domicilio, la recorrida insolente de Cassino y los oficiales de justicia en un caso que no demanda esa puesta en escena, significan la muestra de algo que presumimos ido, puede retornar en una pesadilla. Si hay un mensaje pudo ser el expuesto ese mediodía.

   Hubo dirigentes políticos que se solidarizaron con Víctor Hugo de inmediato. Hay una iniciativa de repudio en el Parlamento. Scioli expresó su solidaridad” con Víctor Hugo y dijo sentir “un respeto personal y profesional”.

La repercusión del hecho, la subrayaron las palabras de Cristina Fernández de Kirchner, que trató la cuestión al inaugurar la nueva temporada de Tecnópolis por cadena nacional. Un modo de equilibrar los tantos. Hay una Argentina que se pone de pie junto al periodista oriental que supo ganarse el afecto profundo de sus compatriotas argentinos, y hay otra que alucina la gravedad de los años oscuros del país. En esa tensión se producen estos episodios que llaman a la desesperanza aunque no logren reinstalarla. Víctor Hugo en tanto, parece recordar a don Alfredo que decía: “No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo la historia”. Porque así como cantó aquel gol del barrilete cósmico, es capaz de cantarnos la justa. Y el pueblo, que siempre espera un poco más de su talento, acaso pida otra vez: “Víctor Hugo: cantame un gol para ser feliz”.

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