Una novela predijo el coronavirus en 1981 y crea dudas acerca del origen del relato
Sucede en una irrupción literaria que surge una dirección en la que puede ser posible investigar el surgimiento del coronavirus, cuyo nombre fue cambiado recientemente por COVID-19. Fue el escritor norteamericano Dean Koontz, quien escribió la novela llamada “The Eyes of Darkness” (“Los ojos de la oscuridad” en castellano), que se conoció en 1981 y generó ventas por millones de libros. Podría decirse que una vez más, la realidad imita a la ficción.
Escribe Alejandro C. Tarruella
De un virus a la fama
Koontz narra una historia en la que un virus que se revela mortal alcanza a todo el mundo sin que existan condiciones para resolver el desastre. No en vano, el escritor nacido en Everett, Pensilvania, el 9 de julio de 1945, es comparado por el vigor de sus relatos, una especie de Stephen King.
Koontz es tan realista en su relato que hace referencia a un virus denominado Wuhan 400, creado por un científico chino, Li Chen. Quienes leyeron la novela a partir de su lanzamiento en 1981, y aún están vivos, se estremecieron por estos días al comprobar que lo que creían una ilusión propia de la ficción, se instalaba en la realidad con efectos devastadores.
Koontz revelaba la búsqueda de una madre que iba por su hijo, que suponían estaba muerto. Sin embargo, en lo inquietante de la literatura, ella recibía periódicamente mensajes en los que le reclamaba lo encuentre y la sensación materna de que su hijo estaba vivo, le daba a la novela un clima inquietante y perturbador que alistaba lectores y más lectores. El “boca a boca”, en tanto, hacia estallar las ventas en todo el mundo. Una de sus novelas, “Phantoms”, fue protagonizada en la pantalla en 1988, por Peter O’Toole y dirigida por Joe Chappelle.
Medios europeos, al referirse a la obra del escritor, reseñan sin resguardo que “El virus se llama Wuhan 400, debido a que había sido diseñado en un laboratorio a las afueras de la ciudad china”, como expresa el medio digital español “20 Minutos”. Del mismo modo, se menciona que la novela fue conocida en los años finales de la llamada “Guerra Fría”, surgida en años posteriores a los acuerdos de Yalta. Periodistas de diferentes medios se pusieron en contacto con los editores que lanzaron la novela en los Estados Unidos y no lograron tener una versión oficial, directa de las coincidencias.
De Gorki a Wuhan
La ciudad China de Wuhan daba nombre al virus que el escritor narraba en 2008. Desde 1981 y hasta esa fecha, el virus había tenido en su novela, el nombre de Gorki-400, algo realmente extraño. Algo extraño sucedió entonces para que en ese año, cuando se producía la crisis mundial de Lehman Brothers, Koontz haya decidido dejar de usarlo y elegir a Wuhan-400.
Gorki es una ciudad industrial que forma parte de la Federación Rusa, donde se fabrican automóviles, barcos fluviales, hidroplanos y se refina petróleo
Estaba ubicada sobre el río Volga, tiene puerto y dista a casi 400 kilómetros de Moscú. Desde 1932 se la llamó Gorki en honor al gran escritor y recuperó su nombre original Nizhni Novgorod en 1990, nueve años después de que se conociera la novela. En los días de la URSS, Gorki fue una ciudad vedada a los extranjeros, por ser lugar destinado a exilios políticos internos. El disidente y científico soviético Andrei Sajarov vivió allí en esa condición hacia 1980.
Sin embargo, esta referencia es en sí misteriosa. Varios lectores han hecho notar que en la primera edición de “The Eyes of Darkness” el virus se llamaba Gorki-400, algo más lógico si se tiene en cuenta que la novela fue lanzada en los estertores de la Guerra Fría.
El portal periodístico CTV News, de Toronto, Canadá, presentó una nota de Nicole Bogart a la que tituló: “No, Dean Koontz no predijo el coronavirus en la novela de suspenso de 1981”. “»Lo llaman Wuhan-400 porque fue desarrollado en sus laboratorios RDNA fuera de la ciudad de Wuhan», se lee en un pasaje del libro, “que se puede ver en la vista previa de Amazon de la edición en rústica de la novela publicada en diciembre de 2008.”, se revela.
Reconoce la publicación que Wuhan-400 reemplazó a Gorki-400 y niega sobre la base de la información que circula sobre el tema, que en la realidad haya incidencia humana en la creación del virus. El portal sugiere que la novela habla de una tasa de mortalidad del cien por ciento, el coronavirus presenta una tasa del 2 por ciento. Lo cual por sí solo, no permite afirmar definitivamente tal cosa. En Wuhan se encuentran complejos laboratorios biológicos con bioseguridad en nivel cuatro. Allí, Wuhan BSL-4 responde al Instituto de Virología local, que realiza investigación de alto riesgo. Que la novela haya elegido esa denominación da lugar a sospechas.
Por otra parte, “Svobodnaya Pressa”, publicación rusa, estableció que el coronavirus 2019-nCoV se conoció en 1965 y en 2015 le fue otorgada la patente por el Departamento de Justicia de Estados Unidos (patente n° 10130701). Lo registró el Instituto de Pirbright de Inglaterra, que trabaja en prevención y control de enfermedades de transmisión animal. Si a esto se le suma que el coronavirus afectó a Arabia Saudita desde 2012. En 2015, hubo sobre la base de los casos en ese país 507 muertos con intervención de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, no hubo mayor difusión del caso que era tratado en medios de varios países. Entonces se acusó a los camellos, a los gatos y otros felinos, como ahora en China hasta los monos cayeron en desgracia.
Las revelaciones respecto de la novela de Dean Koontz no van sino a traer dudas acerca de cómo el escritor llegó a establecer la ciudad china como centro de escena del coronavirus. Más aún cuando previamente, la plantó en una ciudad industrial de Rusia en tiempos que aún persistía la “guerra fría”.
Para inquietar aún más a los lectores, el científico chino, Li Chen, huía a los Estados Unidos en el relato del escritor. Y si faltaba algo más, el drama del coronavirus se extendía al mundo dramáticamente en 2020