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Última batalla en la guerra de Cambiemos

Claudio Siniscalco

¿Sería exagerado sostener que este año se juega una buena parte del destino del país? Es difícil responder ahora, pero a nadie escapa que la supervivencia del régimen más allá del 10 de diciembre consolidaría un sistema elitista, mafioso, saqueador y represivo que pondría en riesgo la existencia de la Argentina tal como la conocimos.

Por Claudio Siniscalco

La llegada al poder de una organización delictiva alteró el funcionamiento del sistema democrático, y esto quizás explica la parálisis y la incertidumbre que vienen afectando a la sociedad y al sistema político. No es lo mismo dirimir las diferencias en el marco de reglas de convivencia civilizadas que tener que lidiar con una red criminal que solo acepta sus propias normas.

En septiembre de 2016, dos años antes de morir por un cáncer de páncreas, Julio Blanck, editor y analista político de Clarín, admitía en una entrevista: «Hicimos periodismo de guerra. Eso es mal periodismo. Fuimos buenos haciendo guerra, estamos vivos, llegamos vivos al final, al último día. Pero no es el periodismo que me gusta hacer. Y yo lo hice, no le echo la culpa a nadie. Hice cosas que en circunstancias normales por ahí no hubiese hecho”.

La llegada al poder de una organización delictiva alteró el funcionamiento del sistema democrático

Por supuesto que en esa guerra el enemigo no era otro que el kirchnerismo y, en definitiva, como ya estaba quedando claro en ese momento, la víctima era la casi totalidad de la sociedad argentina.

Si algo define a una guerra es la voluntad, la disposición de derrotar al enemigo, pero no de cualquier forma. Para vencer al enemigo se lo mata, se lo destruye, se lo aniquila, para que no pueda reaccionar, recuperarse, amenazar la posición del vencedor. “Guerra”, no es cualquier palabra.

En ese bombardeo contra la mayoría de los argentinos, Blanck dejó su trinchera pero sus camaradas continuaron la lucha como parte del aparato político-mediático-judicial que sostiene al gobierno de Mauricio Macri, al que también le gusta hacer la guerra.

La multiplicidad de ataques a los que el régimen de Cambiemos somete a la población, si no son una guerra, se le parecen bastante: híper endeudamiento; alta inflación, alimentada por tarifazos impagables y devaluación; destrucción de la actividad económica, con sus secuelas de desempleo y pobreza; y la existencia (que ahora está saliendo a la luz) de una organización delictiva al amparo del Estado. Y tal vez por primera vez en la historia, todo eso en forma simultánea.

La multiplicidad de ataques a los que el régimen de Cambiemos somete a la población, si no son una guerra, se le parecen bastante

En el caso de la red criminal que está destapando el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla (a quien el gobierno ya quiere destituir), la enorme trascendencia de su visita al Congreso, el miércoles último, contrastó con la casi nula cobertura mediática. El bloqueo informativo fue escandaloso, con las excepciones ya conocidas.

Es evidente que los medios hegemónicos siempre responden a la clase dominante, aquí y en todo el mundo,  y su rol es más activo en años de elecciones presidenciales. Pero su actuación en la Argentina adquiere una relevancia fundamental por la enorme distancia entre los proyectos en pugna.

Cuando los modelos de país que se disputan la adhesión de la ciudadanía tienen solo una diferencia de matices, la sociedad no vive con dramatismo los períodos electorales, porque sabe que, gane quien gane, nadie va a declararle la guerra o a intentar arruinarle la vida. No es el caso de la Argentina.

Macri y sus cómplices saben que el costo de su salida del poder sería altísimo

En nuestro país, la derecha siempre demostró que está dispuesta a utilizar cualquier recurso para lograr el objetivo de apropiarse del Estado. Y cuando lo consigue, los resultados son siempre los mismos. Del otro lado, las expresiones del campo nacional y popular, con eje en el peronismo, proponen un país que tienda a la inclusión, a la justicia, al bienestar general.

En los meses que quedan hasta las PASO, las elecciones generales y una eventual segunda vuelta, el kirchnerismo y sus aliados, y quienes comprometan de algún modo la supervivencia del modelo criminal, serán atacados de todas las formas imaginables. El régimen de Cambiemos se alista para una batalla en la que no dejará recursos sin utilizar.

Macri y sus cómplices saben que el costo de su salida del poder sería altísimo: no solo dejarán de saquear al Estado y a la mayoría de los argentinos. También deberán rendir cuentas por dejar un país arrasado. Harán cualquier cosa para evitarlo. Para ellos, en la guerra vale todo.

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