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Tratado de Pilar, Llaryora, Kicillof y Pullaro, la historia que regresa

Federalismo en pie

Alejandro C. Tarruella“Toda historia es historia contemporánea”, expuso Benedetto Croce con precisión y para  los tiempos, y agregó que “la historia es principalmente, un acto de pensamiento”.

Y a eso vamos cuando, al observar el acercamiento presente de los gobernadores de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires en la propuesta de liquidar sus exportaciones a través de la estructura bancaria bonaerense, el Banco Provincia, hay que observar el Tratado de Pilar, firmado el 23 de febrero de 1820 por las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires en la localidad de Pilar (provincia de Buenos Aires). Frente al caos que ofrece al país el gobierno de Javier y Karina, en un intento de destruir instituciones, derechos e historia, desde las provincias y hacia el conjunto nacional la oposición se reorganiza con enorme esfuerzo, en procura de que el odio danzante no destruya vidas, organizaciones, cultura y tantas otras cosas.

Se trata de detener la máquina de demoler del gobierno nacional y organizar a partir del peronismo y fuerzas políticas amigas, una unidad para la transformación del país con un piso decisivo en las provincias. El centralismo, esa posesión político cultural que se esgrime desde el puerto de Buenos Aires, es parte de la exposición sobreactuada de quienes hoy detentan el gobierno nacional en busca de someter a la nación a un proyecto de saqueo y entrega de su soberanía, su cultura, sus bienes y lo que venga. Es además, una involución en la historia cuando gobernadores de diferentes provincias comienzan a expresarse. Así fue como los gobernadores de Santa Fe, Maximiliano Pullaro y de Córdoba, Martín Llaryora, señalaron que sus provincias podían hacer sus exportaciones a través de la provincia de Buenos Aires, retomando los términos del Pacto de San José de Flores firmado entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, el 11 de noviembre de 1859. La propuesta, viene a cuento de que de ese modo, esas provincias, no se verían sometidas a los términos impositivos del puerto de Buenos Aires, una vez que el gobierno nacional no pudo imponer la ley ómnibus en diputados y podría disponer medidas contra las provincias en materia de impuestos. No es para menos, si se tiene en cuenta que Buenos Aires realiza el 32,9 por ciento de la producción nacional, Córdoba el 29,2 y Santa Fe, el 17,5.

Lo curioso del caso es la acentuación de un sentimiento federal compartido, propio de una situación histórica de rupturas como la que vive el país. Hoy como pocas veces, la necesidad de la unidad en la comprensión del difícil momento que viven los argentino, hacen a lo imperioso de encontrar puntos en común en un fin de época singular que exige respuestas. Además, está la advertencia del Papa Francisco, cuando señaló ante la posible irrupción de un “adolfito” que se inviste en política ante lo cual expresaba: “viene un salvador sin historia, sospecha”. De ahí que es importante tomar como antecedente en la vida nacional, el Tratado del Pilar, anterior al de San José de Flores incluido en la Constitución Nacional de 1853 entre los pactos preexistentes. En ese contexto, la provincia de Buenos Aires puede servir de puente a exportaciones sin intervención del puerto porque su Banco Provincia, es anterior a la Constitución y prevalece un derecho histórico en su favor.

Los hechos y el tiempo

El historiador español Joseph Fontana, describe que: “el estudio de la historia, en especial la historia más presente es algo que los gobiernos consideran peligroso”. Es posible que un gobierno como el que sufrimos los argentinos, no llegue a eso debido a la falta de solvencia intelectual del presidente sobre quien un periodista sostuvo, que no resistía un paseo por las librerías de la calle Corrientes. Hay sin embargo, riesgos en la historia por desconocimiento de su abordaje por eso, esta propuesta de recurrir a momentos de la república que asistieron a su consolidación. De ahí que sea importante poner sobre la mesa, el Tratado del Pilar que establecía para Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, la reafirmación de un sistema federal de gobierno, a la que instituía la libre navegación comercial de los ríos Paraná y Uruguay  para las provincias amigas. Tanto Entre Ríos como Santa Fe solicitaban a Buenos Aires, asistencia en caso de invasiones luso-brasileñas a su territorio.

En Buenos Aires puerto no se acompañaba el acuerdo porque, entre otras cosas, la libre navegación de los ríos interiores, ponía en cuestión los ingresos de Aduana que ostentaba, y se sostenían en su carácter de antigua capital virreinal. Ese conflicto renacería una y otra vez, y hoy está vivo en el presente gobierno.

Al tratado se había llegado luego de la derrota en Cepeda, cuando ejército federal al mando del gobernador de Santa Fe, Estanislao López, y del de Entre Ríos, Francisco Ramírez venció a las tropas del Directorio que, como consecuencia, se disolvió dando lugar al nacimiento de las autonomías provinciales. Además, creó las bases para el sistema de representación política al establecer que cada provincia, contaría con un número de diputados proporcional a su población y aseguraba el juego democrático para la participación de las provincias. El Tratado de Pilar abolió también, la esclavitud en Argentina. Dispuso asimismo, promover políticas comerciales para el desarrollo de la industria y el comercio de las provincias para garantizar un crecimiento económico en un marco de participación nacional común.

Pacto Federal 1831

El Pacto Federal de 1831, profundizaría los contenidos del Tratado del Pilar y refirmaría sus términos. Se firmó el 4 de enero de 1831 entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, y adhirió en agosto de ese año, la provincia de Corrientes. Acordaba una alianza para enfrentar a la Liga Unitaria y la creación de una comisión para convocar a un congreso general que organizara el país en la forma federal de gobierno. Reconocía la libertad, representación y derechos de las provincias firmantes. Si bien se conformaron los bloques de la Liga Unitaria y la Liga del Litoral, en conflicto, la captura de José María Paz por tropas santafecinas, perjudicó a la Liga Unitaria, que fue derrotada por Facundo Quiroga en Tucumán, en la batalla de La Ciudadela, en mayo de 1831.

Nacía de esos logros, la Confederación Argentina a la que adherirían el conjunto de las provincias, una vez vencido el bando unitario. Sobre sus bases, se rigió el país hasta después de Caseros. Es también, uno de los pactos preexistentes a la Constitución.

Hoy los momentos, los personajes, la misma secuencia de los hechos, suenan diferentes aunque en el espíritu que expresan, se anudan circunstancias, procederes y consecuencias. Si hay un acto inducido de despojo en los gestores de la entrega, las vivencias de un pueblo están en la mira de los miserables. Y hay volver sobre el camino para reconstruir el rumbo en la unidad y en la organización. Así la historia, como sucede hoy en la Argentina cuando una crisis profunda también es la oportunidad de ingresar al mundo a descubrir de una nueva etapa en la construcción de un pensamiento colectivo en donde es posible encontrar y rehacer la humanidad de un país, aun cuando se encuentra herido y negado por quienes tienen el mandato de regirlo.

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