Tras la doble derrota, Macri se debate entre sus empresas y la fuga
Fin de ciclo: los argentinos, primero; los socios de Boca, después, le arrebataron el poder a Mauricio Macri y lo empujaron a recluirse nuevamente en sus corporaciones y a pensar en el exilio. Mientras el Frente de Todos se prepara para reconstruir el país tras la catastrófica gestión de Cambiemos, el empresario regresará al ámbito privado del que nunca debería haber salido.
Por Claudio Siniscalco
Desde que asumió en 1995 la presidencia de Boca, proveniente del holding fundado por Franco, su padre, Mauricio Macri no abandonaría nunca su perfil de hombre público, de «empresario exitoso» que utiliza al fútbol primero y a la política después para saciar su apetito de poder y negocios.
En 2008, cuando deja el timón del club más popular del país, después de una década dorada en lo deportivo, liderada por Carlos Bianchi, ya había incursionado en la política. Entre 2005 y 2007 es diputado nacional, y ese mismo año inicia dos mandatos como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La historia más reciente es conocida por todos. El 10 de diciembre de 2015 asume como presidente, tras protagonizar una estafa electoral inédita, y ejecuta una colosal transferencia de recursos desde los trabajadores, el Estado y la población en general hacia el puñado de beneficiarios de su modelo: bancos, financistas varios, fugadores de divisas, terratenientes exportadores y dueños de empresas de servicios públicos.
Es motivo de debate si el régimen de Cambiemos fue un fracaso o si hizo lo que quería hacer. Ambas cosas son ciertas. Si bien el macrismo ejecutó a la perfección el plan de saqueo y enriquecimiento de amigos, sin dudas fracasó al no haber podido consolidar un proyecto hegemónico que le permitiera continuar el saqueo al menos cuatro años más.
Ahora, alejado del calor del poder, sin la protección de los medios de comunicación hegemónicos y de los jueces adictos, y con dudosa capacidad de liderar a la oposición, Macri fantasea con el exilio. Aunque en su caso, fuga o huída son los términos más correctos.
