El Stand Up de Macri en New York
Las apariciones de Macri en los escenarios internacionales no nos dejan muy bien parados a los argentinos, máxime si tomamos en paralelo los discursos a los cuales nos habíamos acostumbrado por parte de Néstor Kirchner y Cristina en los últimos doce años.
La diferencia es abismal: aquellos desbordaban de propuestas, desafíos, convicciones, eran contestatarios de la realidad internacional y elevaban la imagen de nuestro país a punto de ser considerada CFK una de las mujeres más influyentes del mundo, aún hoy, a casi un año de que dejara la presidencia de la Argentina.
Si de diferencias hablamos, todavía hay más: Mauricio Macri se hospeda en uno de los más lujosos hoteles del mundo, dato que no han dejado de destacar los adictos medios hegemónicos cuando antes, por menos de la mitad de ese gasto, se ocuparon de denostar a Cristina hasta el cansancio.
Lo cierto es que Macri, en cada una de sus salidas al exterior, pone de manifiesto el peor de los defectos que endilgan a parte de nuestra sociedad, esa actitud confianzuda, cuasi “canchera” y que le valiera una durísima respuesta por parte del presidente Ruso, Vladimir Putin, ante un intento desmedido e innecesario de caer simpático. Y que en muchos casos cae tan mal.
Esta semana comenzó su viaje a la 71° Asamblea General de la ONU con una presentación ante los directivos de la Bolsa de valores de Nueva York (NYSE), delante de los cuales aseguró que en la Argentina «se han acabado los problemas de corrupción» y el remate fue que «están convencidos de la transparencia de esta nueva etapa en el país”.
La realidad indicaría que a la mayoría de los empresarios que frecuentan esos foros lo que menos les preocupa es la transparencia o la falta de ella, en tanto y en cuanto puedan realizar sus negocios lo más ventajosos posible, por lo cual podemos decir que esas declaraciones son más bien para la prensa local y el auditorio argentino.
En su mensaje del día de hoy, ante el pleno de la asamblea de la ONU, no hizo nada nuevo en materia de su sketch ya tradicional y conocido hasta el hartazgo por todos nosotros, hablando de cosas que si esos mandatarios conocieran un poquito entenderían como una seguidilla de chistes y habrían reído a carcajadas.
Transparencia, inclusión, respeto a la ley fueron algunos de los términos utilizados en liviana enumeración; ya no se habla de “Patria Grande” sino de “vecindario” (sabiendo perfectamente que no se trata sólo de un cambio de nombre, sino de concebir a la región como una suma de países vecinos en vez de un proyecto de liberación); habló también de diversidad y pluralidad, de combatir el narcotráfico, trató de hacer lobby a favor de la canciller Malcorra (buen chiste), hasta mencionó al Papa Francisco (en los portales que maneja Marquitos Peña lo demonizan) y, por último, recibió los aplausos y se marchó.
Ya no se habla de “Patria Grande” sino de “vecindario”
Imagino los despachos de los juzgados muriendo de risa ante las referencias al fin de la corrupción o al mencionar la palabra “transparencia”.
Imagino a Milagro Sala en su dolor cuando escuchaba de boca de su presidente las palabras igualdad, leyes, diversidad o acaso pluralidad.
Imagino a la mitad del pueblo argentino, incrédulo, ante lo que parece un verdadero show de stand up. Aplauso cerrado.