
SINDICATO EVITÓ EL CIERRE DE PRAXAIR LINDE EN PACHECO
LA CONDUCCIÓN DE QUÍMICOS Y PETROQUÍMICOS LOGRÓ REINCORPORACIONES
El sindicato de químicos y petroquimicos logró reincorporaciones y evitó el cierre de la planta de Praxair Linde en Pacheco
Tras 90 días de conflicto, el SPIQYP revirtió despidos y desbarató la maniobra de la empresa y la izquierda que ponía en riesgo la continuidad de la planta.
Luego de más de tres meses de lucha, el Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Petroquímicas (SPIQYP), bajo la conducción de Facundo Aveiro, logró la reincorporación de trabajadores despedidos en la planta de Praxair Linde en Pacheco y evitó lo que parecía una decisión inminente de la multinacional: su cierre definitivo.
El conflicto se desató el pasado 5 de diciembre, cuando la empresa despidió a un grupo de trabajadores alegando una crisis económica derivada del contexto nacional. Sin embargo, desde el sindicato y los propios trabajadores se denunció que esto no era más que una maniobra patronal para justificar despidos.
Lejos de quedarse de brazos cruzados, el SPIQYP impulsó medidas de fuerza en todas las plantas de la compañía, una acción pocas veces vista en el sector de los gases industriales. Con una estrategia firme y el respaldo de las comisiones internas, se logró torcerle el brazo a la multinacional y reincorporar al 50% de los trabajadores despedidos.
La intromisión de la izquierda, diputados sindicales y el Ministerio de Trabajo, contra la voluntad de los trabajadores
Sin embargo, no todo fue lucha sindical genuina. En el medio de las negociaciones, sectores del Frente de Izquierda, diputados de su espacio, diputados de extracción sindical kirchneristas y el Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires (delegación Tigre) se entrometieron en el conflicto sin comunicarse antes con la organización que legítimamente representa a los trabajadores, prestándose al boicot de los sectores de izquierda y entorpeciendo las negociaciones con medidas inorgánicas e inconsultas.
Esta intromisión innecesaria generó que la negociación, que avanzaba entre el SPIQYP, la comisión interna y la empresa, se dilatara más de 30 días, beneficiando a la compañía, que cuando retomó las negociaciones en el Ministerio de Trabajo de la provincia retrocedió en su oferta y endureció aún más su postura, ofreciendo menos reincorporaciones de las que había planteado previamente. Es decir, su intervención perjudicó a los trabajadores.
Lo más grave es que los propios trabajadores de todas las plantas, a través de sus comisiones internas y el sindicato, exigieron a la izquierda que no se metiera en un conflicto donde nadie los llamó. Advirtieron que su intervención solo perjudicaría las negociaciones y pondría en riesgo los puestos de trabajo, como ocurre siempre.
Pero la izquierda y su referente en el conflicto ignoraron la voluntad de los trabajadores de Praxair y continuaron con su estrategia política, desoyendo la decisión de la mayoría de los trabajadores y del sindicato de la actividad.
Este conflicto innecesario, que potenció la izquierda buscando «pudrir» la negociación y corriendo el arco cada vez que se avanzaba, tenía un único objetivo: instalar a su propio candidato en el distrito a costa de los trabajadores.
Dentro de la compañía, la mayoría de los trabajadores rechazó el acompañamiento de la izquierda, mientras que solo un grupo de despedidos adhería a su línea, intentando imponerla en cada asamblea de Pacheco.
A pesar de que el 95% del conflicto estaba resuelto hace un mes, la intromisión de estos sectores generó un retroceso, desgastó a los trabajadores y le dio a la empresa la excusa perfecta para endurecer su postura y amagar con el cierre.
A esto se sumó el accionar de la delegación Tigre del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, en particular del delegado Juan Manuel Reboredo, quien ingresó al conflicto con la prepotencia de que ellos «resolverían el problema» y «le pondrían los puntos a la empresa», incluso saliendo en medios de comunicación, algo pocas veces visto.
Sin embargo, en las últimas audiencias, tras dialogar a solas con la empresa, fue el mismo Reboredo quien cambió de discurso y les dijo a los trabajadores y al sindicato que «el ministerio hasta acá los va a acompañar» y que solo respaldarían cinco reincorporaciones, poniéndole un techo artificial a lo que se venía logrando con lucha sindical.
Los hechos demuestran que la izquierda solo garantiza derrotas
Este caso no es un hecho aislado. Cada vez que la izquierda se involucra en un conflicto con empresas multinacionales, el resultado es siempre el mismo: más despidos, más cierres, más familias en la calle y más trabajadores condenados a depender de una cooperativa que no funciona y, finalmente, de un plan social.
No hay un solo caso en la historia reciente donde su intromisión haya resultado en una victoria real para los trabajadores. Por el contrario, con sus malas estrategias sindicales, siempre terminan sirviendo a los intereses de las multinacionales que tanto dicen combatir.
Su modus operandi es predecible: se involucran en conflictos, en este caso en uno donde nadie los llamo, radicalizan las disputas, impiden soluciones reales y, cuando logran quebrar la relación empresa-trabajadores, fuerzan cierres para luego impulsar cooperativas manejadas por ellos desde el partido o el frente, y no por los trabajadores.
Cooperativas donde los salarios no se acercan ni de lejos a los sueldos que pueden pagar las multinacionales.
Esto no es defensa del trabajador, sino un negocio político que solo les sirve a ellos, no a quienes dependen de su empleo para vivir.
Lo mismo puede decirse de ciertos diputados de extracción sindical que, en lugar de resolver los problemas de los trabajadores que dicen representar (problemas que sí existen y son muchos), se entrometen en conflictos ajenos, pasando por encima de las decisiones de los trabajadores organizados y de su legítimo sindicato, sin siquiera comunicarse con ellos.
La verdadera victoria de los trabajadores
A pesar de los intentos de boicot, la estrategia del SPIQYP logró doblegar la postura de la empresa y evitar un cierre que hubiera dejado a decenas de familias en la calle.
Este caso deja una lección clara: mientras el sindicalismo peronista real lucha por preservar el empleo y la industria nacional, la izquierda trotskista termina siendo funcional a las grandes multinacionales que, al parecer, operan en tándem.
Es momento de que algunos sectores dejen de jugar a la política partidaria con el empleo de los laburantes. Porque si algo quedó demostrado en este conflicto, es que entre una empresa norteamericana y el Frente de Izquierda, estuvieron a punto de dejar a todos en la calle.
Pero no lo lograron.
Porque una vez más, el sindicalismo organizado y los trabajadores en unidad triunfaron sobre los oportunistas y los ajustadores.