Rodríguez Larreta trata de despegar del escándalo Niembro
Escribe Nicanor Zambrano
“Poderoso caballero es don dinero”, cantaba Paco Ibañez recordando al vate del siglo de oro llamado Quevedo. Y en la Ciudad, donde ni Macri, ni Rodríguez Larreta quieren verse desbordados por los vientos de la verdad, el dinero mal habido está causando estragos.
No siguen el consejo del filósofo griego Epicuro de Samos que aconsejaba en el camino: “¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”. Precisamente, ahí donde puso el dedo don Epicuro, está la base del problema; y además, no es que sean uno o dos los que pretenden, a lo Niembro, dar el manotazo y disparar.
Al interior del PRO, que viene cayendo en expectativa de la ciudadanía en términos electorales, las diferencias saltan a la luz y se expresan, en ocasiones, con cierta sutileza. Quien mostró ese rasgo es el intendente electo de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Por cierto, el “Guasón”- como se lo llama por su mimética cercanía a la cultura Batman-, tiene que plantear las cosas sin expresarlas. Y en lógica de barrio, le asiste la razón: no puede asumir la Ciudad con una banda de “tratantes del Estado” en las espaldas. La rapiña pública no es bienvenida por la ciudadanía. Él mismo tiene sobre sus espaldas, una denuncia de legisladores de sus aliados de la Coalición Cívica (“la colisión cínica”), que data de 2014, por presunta adjudicación irregular de un convenio que supera los 2 millones de pesos con la Universidad Austral; por supuesto, privada.
Rodríguez Larreta no puede asumir la Ciudad con una banda de “tratantes del Estado” en las espaldas.
En Radio 10, Larreta se mostró dadivoso: «Estamos hace 8 años en el gobierno de la Ciudad y no hay ni un solo caso de corrupción», se animó a decir cuando los episodios Niembro, Amadeo y María Eugenia Vidal -que aparece nominada como copropietaria con su marido, candidato a intendente en Morón, de una encuestadora que trabaja para “La Nación”- están quebrando su ilusión. Rodríguez Larreta habló del Garraham y otra vez apostó a bardear: «No se bajó el presupuesto, y de hecho, el hospital tuvo una actualización un poquito mayor que el resto de los hospitales». “En estos años – agregó- nunca se escuchó ningún problema y esto es un dato de la realidad».
La línea que le marcó el desplazado Jaime Durán Barba sigue en pie. Éste plantea que aunque un funcionario sea acusado de corrupción, escuchas telefónicas, o lo que sea, hay que negarlo como si el hecho hubiese sucedido en Marte. Y seguir adelante, tal como lo hizo Larreta al responder sobre el escándalo del ex candidato a diputado nacional, don Fernando Niembro.
El suspendido comentarista de la Fox, imputado hoy por irregularidades con licitaciones entre su empresa La Usina y el Gobierno de la Ciudad, fue defendido por el funcionario, quien remarcó que la renuncia le pareció «bien». La estimó como un «gesto de dignidad, un hecho atípico que debe ser valorado». Pero, ¿A caso no fue el círculo rojo que lo criticó en sus diarios y luego lo conminó a bajarse? “La Nación” fue dura con don Niembro y allí se expresó que el caso también “afecta al gobernador electo de la Ciudad deBuenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, por incumplimiento de los deberes de funcionario público y malversación de fondos” (16/9/15).
La línea que le marcó el desplazado Jaime Durán Barba sigue en pie.
Por supuesto, Rodríguez Larreta negó internas en el PRO. ¡No! ¿A quién se le ocurre? Y siguió, entonces, encarando la defensa de don Niembro, revelando que «nadie lo volteó” y que “renunció él, por una decisión personal». Luego concedió, como lo hacen los hombres de alcurnia, que «pueden haber en algunos temas diferencias de opinión como en todos lados». Y siguió con la lata: «Siento que desde el punto de vista legal no hay un solo cuestionamiento. Niembro se presentó a la justicia, habló en los medios, puso la cara en todos lados y renunció”, se animó, sin recordar que, en realidad, lo que puso, fueron los dedos.
Ahora bien, para hacerlo, pasó por alto la justicia y se convirtió por arte de magia, en juez y parte (cosa que llevan en la piel los hombres de su raza). Larreta agregó que Niembro «sintió que estaba afectando la campaña y dió un paso al costado». Fiel a los planteos filosóficos de don Barba, la realidad quedó afuera.
Hay una pregunta elemental en todo esto: ¿Por qué el descendiente Rodríguez Larreta, sale ahora a poner la cara ante el escándalo que afecta al PRO cuando calló “estratégicamente” todo este tiempo? Por una sencilla razón: la presión de la interna PRO. El ganó, se ubicó por fuera de la campaña nacional y ahora, ¡qué se arreglen los otros! Internamente no faltaron quejas, lamentos, exigencias que fueron llevándolo a este punto: tener que salir a decir cualquier cosa. Esta vez se olvidó de una premisa de don Barba Durán. No emitió el mensaje positivo del final: “Se nos fue un candidato por manotear cajas, pero sin embargo, mañana seremos felices”
¿Por qué el descendiente Rodríguez Larreta, sale ahora a poner la cara ante el escándalo que afecta al PRO, cuando calló “estratégicamente” todo este tiempo?
¿Y el Garrahan? Bien, gracias. Hoy se reclamó en el Congreso de la Nación que el gobierno porteño que él va a manejar, disponga de los fondos necesarios para el hospital que atiende a los niños. El miércoles 7 de octubre habrá un nuevo abrazo y Rodríguez Larreta aún permanecerá en su cueva, mientras Mauricio reciba los cachetazos de un asunto que sensibiliza a la sociedad.
En estos últimos 18 meses, denunciaron los trabajadores, se recortaron 450 millones de pesos correspondientes al gobierno que hereda. El director del Consejo de Administración del Garraham, Marcelo Scoppinaro, reconoció que las autoridades nacionales «cumplieron siempre los acuerdos sobre los aportes que debían realizar», y recordó que en julio, como consecuencia de las paritarias, solicitaron 158 millones de pesos a la Ciudad, «pero la Legislatura solo otorgó 44 millones de pesos».
El macrismo pretende convertir a la Ciudad en un “toma y daca” con las mismas leyes que se aplicaban en la Década Infame.
El macrismo, que vive de las glorias de Don Ramiro, niega la ley, los acuerdos, y pretende convertir a la Ciudad en un “toma y daca” con las mismas leyes que se aplicaban en la Década Infame. Lo cierto es que una interna por sumas siderales, provoca hoy fisuras entre los que parecían amigos de un proyecto que comenzó a quebrarse cuando Don Niembro salió a las pantallas por fuera del deporte e hizo estallar un sistema regresivo, conservador y por lo visto, rapiñero.
El país está para mejores cosas. La ciudad también y ahora sí, cuando sucedan las elecciones del 25 de Octubre, será posible el cambio en sus calles. Habrá que recrearlo para se haga realidad en 2017. Y siempre, en el peronismo, como canta Violeta, hay un sentimiento que llama a “volver a los 17”. En los 17 el pueblo pone sus leyes y promueve sus sueños.