Rodríguez Larreta salió de campaña con Mauricio soplándole la nuca
La salida a la cancha sin anestesia de Rodríguez Larreta, responde a que la posición de Alberto Fernández, al apurar medidas de prevención y actuar sin dilaciones, compromete su proyecto 2023. Si un setenta y dos por ciento del país pide medidas más profundas ante el recrudecimiento de los efectos de la pandemia, lo natural, es que se afirme la autoridad del gobierno.
Escribe Alejandro C. Tarruella
La vida es una estadística
Larreta intentaba tomar distancia de los halcones de Macri, y ahora tuvo que actuar previa aparición del “jefe” y cerca de Pato Bullrich. Intenta un discurso nacional y se queda paralizado entre las paredes de la ciudad del privilegio corporativo que hace agua ante los contagios y la falta de acción solidaria de su gobierno.
La Ciudad de Buenos Aires tiene miles de alumnos fuera de la educación pública, redujo al 6 por ciento el presupuesto de educación, tiró miles de notebooks destinadas a los niños, no dio respuesta a necesidades de computadoras para alumnos que tomaban educación virtual, niega salarios a médicos, enfermeros, asistentes, maestros, desatiende necesidades de la salud y no da solución a necesidades edilicias de hospitales, escuelas y otros. Sin embargo, Larreta no cree en lágrimas, ni en ciudadanos, ni en personas. Cree que la vida es una estadística que se repite a lo loro a toda hora. En su discurso de este jueves, se cansó de arrojar número y proporciones para levantar su apuesta en decadencia.
Estadistas o estadísticos
Macri lo apuró en la mañana, y salió con los tapones de punta con las restricciones que el gobierno estableció ante el recrudecimiento de los contagios y las muertes. El ex sale a romper todo al estilo del desguazamiento empresario para, en caso de lograrlo, reconstruir en las ruinas. Larreta no puede llegar a tanto, su interés político precisa de este campo, con heridas pero sin derrumbes. En otras palabras, Macri es el almirante Rojas, y Larreta es Lonardi. Más o menos. Y ante la pandemia, la adhesión de reconocimiento y necesidad, es con el gobierno nacional y el Frente de Todos.
El desinterés de Larreta por la atención a la sociedad se expone hoy mismo cuando se conoce una denuncia de vacunaciones Vip. Se trata de directivos y familiares de una empresa de seguridad privada, Murata, incluidos familiares, involucrada en la causa de aportantes truchos a la campaña electoral de Juntos por el Cambio, y en beneficios en licitaciones millonarias. Además, la empresa amiga del jefe de gobierno, suma acusaciones de negligencia ante la muerte de trabajadores que sufrían covid. Este hecho resume el espíritu de Larreta.
Un círculo cerrado de privilegios
En el entrevero, se dice cualquier cosa. Santilli habló de contagios al uno por ciento de los niños de las escuelas para sostener la hipótesis de mandarlos al riesgo. ¿Cómo sabe «el Colorado», hisopan a los niños a la salida de la escuela? ¿Les toman la temperatura al entrar a clase? No y nunca. Entonces no dice la verdad, sanatea al estilo Canosa y eso no es una respuesta a la ciudadanía, solo sirve a los Ceos y a las corporaciones.
El gobierno de la Ciudad arma escenarios a lo Durán Barba y solo se interesa por sus intereses. En el entrevero, se puede observar que ante acciones de gobierno que denotan autoridad, como lo sucedido una vez que el Presidente adoptó las últimas medidas, se asustan. Salen entonces a campo con un discurso construido que no va en consonancia con los intereses de las personas, de la ciudadanía de la ciudad, sino del círculo de privilegios a los que representan.
La ciudad, por otra parte, y su jefecito Larreta, se desentiende del país, pretende que el Presidente actué con la visión empresaria de ellos, sin comprender que en él hay una visión de conjunto, de norte a sur. Y que si actúa con centro en provincia de Buenos Aires y el AMBA, lo hace en función de una visión nacional. En Formosa o en Misiones, para tomar un ejemplo, no hay necesidad de intervenir porque hay acción precisa y permanente de sus gobiernos, como sucede en Ushuaia. Gildo Insfrán, atacado por el macrismo, puesto en el centro de la escena, es ahora reconocido en sus políticas en favor de los intereses de los formoseños.
Eso no le ocurre a don Horacio, presumido y arrogante, que pasa en esta instancia por un momento difícil porque le toca ahora salir a demostrar que es capaz de gobernar. Hay miles que creen que va a hacer agua a bordo de los privilegios insostenibles.