Roberto Caballero: «Brasil es nuestro espejo»
Cuando camino por la calle es muchísima la gente que me pregunta: “¿Cómo la ves?”. A todos los digo lo mismo: “Como ustedes”. Algunos se quedan más o menos conformes con la respuesta. Otros insisten: “Pero vos sos periodista, algo más tenés que saber”. Si yo tuviese el oráculo que me permitiera predecir qué es lo que va a ocurrir en el futuro mediato no sería periodista, sería brujo… y millonario. Habría ganado el Loto, o el Quini, las veces que hubiera querido. Y, muy probablemente, sería vecino de consorcio en Miami de Jorge Lanata. No es el caso.
Pero es cierto que el manejo de información que exige el oficio permite ver algunos escenarios que a muchos les pasa de largo. Digamos que en un periodista hay un ojo entrenado, no para predecir, sino para advertir algo evidente que no resulta automáticamente evidente para otros, aunque estén interesados. A los que insisten, les digo: “Si querés saber cómo vamos a estar en un año, mirá lo que ocurre en Brasil”.
Pero es cierto que el manejo de información que exige el oficio permite ver algunos escenarios que a muchos les pasa de largo.
Los meses de Macri en el gobierno se pueden resumir en ciertas medidas cuyas consecuencias son previsibles: devaluación brutal con baja de salarios, transferencia de ingresos de los más vulnerables a los más ricos, retirada de la política del Estado para cederlo a las corporaciones y el mercado, libertad a las empresas para remesar dólares al exterior, ataque a la inflación por vía del enfriamiento general de la economía, señales al mundo financiero de abandono de las posturas soberanas de los últimos doce años, apagón informativo para que los únicos que puedan relatar lo que pasa sean los medios concentrados, despidos en la administración oficial para que los privados copien la receta, alineamiento carnal con los Estados Unidos. La lista es extensa, pero no es nueva. No hay un nuevo manual para la ortodoxia neoliberal. Esto ya ocurrió en los ’90.
No hay un nuevo manual para la ortodoxia neoliberal. Esto ya ocurrió en los ’90.
Pero, muchas veces, decirle a alguien que lo que pasa o va a pasar es lo que ya pasó hace dos décadas no surte demasiado efecto. Tiene sabor a poco. Por eso, últimamente, en función de la lectura de los diarios, a todos les respondo: “Miren a Brasil”. Sé que es difícil. En nuestro país hermano gobierna Dilma Roussef, presidenta por el PT de Lula. No gobierna políticamente la derecha como en la Argentina, pero ya hace unos años, ella aplica recetas del manual del ajuste de la ortodoxia liberal: metas inflacionarias y no de crecimiento, despidos en el Estado, recortes en programas sociales justificados en la batalla contra el déficit, incentivo a las exportaciones de producto que nadie compra porque el mundo está en crisis, timoratas reacciones frente al establishment acosador y asunción semiplena de la agenda de los monopolios informativos para explicarles a los brasileros qué es lo que realmente sucede con su país, con la consecuente desinformación de la ciudadanía.
Aún un diario de la derecha local, como La Nación, que defiende esas mismas políticas en nuestra Argentina, tuvo que titular en tapa “Brasil hace otro ajuste y crece el pesimismo”. Y, en su bajada, dejó escrito: “Crisis. El gobierno anunció recortes por U$S 5780 millones; el PBI caerá 2,9% este año”. Es imperdible la cabeza de la nota: “El pronóstico para la economía brasileña es cada vez más tormentoso y desalentador. El mismo día en que el gobierno de Dila Roussef anunció un paquete de nuevas medidas de ajuste –por quinta vez en poco más de un año- con un recorte presupuestario de 5780 millones de dólares, las autoridades revieron todas sus previsiones para este año. El ministro de Economía, Nelson Barbosa, y el de Planificación, Valdir Simao, anunciaron que el PBI caerá 2,9% este año (la previsión oficial anterior era de 1,9%), que la inflación será mayor que la prevista (7,1%) y que el déficit podría duplicarse”.
Sí, leyeron bien, después de cinco ajustes consecutivos, el déficit sigue creciendo y el país continúa estancado, cada vez más. La recesión se agudizó, en vez de revertirse. El recorte de este año es menor al del año pasado, de casi 25 mil millones de dólares, porque quedan pocas cosas que recortar. Siguiendo recetas neoliberales a Brasil, nada menos que el principal socio comercial de Argentina, le va cada vez peor. ¿Cómo estará nuestro país en un año, ahora que el nuevo gobierno aplica esas mismas políticas? Como a Brasil. O quizá peor, porque Brasil tiene dos cosas que nosotros no tenemos: un mercado interno más poderoso y una memoria de desigualdad mayor a la nuestra.
Siguiendo recetas neoliberales a Brasil, nada menos que el principal socio comercial de Argentina, le va cada vez peor.
Lo que la derecha continental no admite es que el mundo está en crisis y no compra, que los commodities siguen en baja y que los países emergentes, aunque hagan buena letra para seducir “al mercado”, no están recibiendo inversiones productivas porque no las hay. Por el contrario, Europa necesita captar dólares, que sus empresas en el exterior remesen con urgencia dinero fresco a sus casas matrices, no invertirlo por fuera de sus fronteras. España, por poner un ejemplo, hoy tiene una relación deuda/PBI del 280%. Los españoles deben casi tres veces lo que producen. Telefónica no quiere invertir acá: quiere llevarse la plata. Es un momento económico mundial complejo, que se vuelve para nosotros más complejo y difícil si las políticas aplicadas acompañan el derrumbe en vez de contradecir el ciclo con políticas estatales activas de sostenimiento del empleo, la actividad y el salario.
Por eso, si queremos saber qué nos va a pasar en un año, con Macri, Prat Gay y Sturzenegger al comando de la economía nacional, solo tenemos que ver cómo y de qué manera se achica el Brasil, que ya no es el de Lula, con el ajuste a perpetuidad.
En medio de todo esto se confirmó la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, al país. Estará aquí el 23 y el 24 de marzo, cuando se cumpla el 40 aniversario del golpe cívico-militar del ‘76. La Capital Federal será militarizada para recibirlo. Según voceros del Departamento de Estado, tras su paso por Cuba, Obama aterrizará en Buenos Aires para “celebrar el compromiso de Macri con los derechos humanos en la región”. Parece chiste. O no lo conoce, o no le importa conocerlo, o no está al tanto de que Macri está denunciado ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos por mantener como presa política de Milagro Salas y por violar la Ley de Medios de la democracia. La ofensa a Madres, Abuelas e Hijos intenta ser subsanada por el presidente de Cambiemos con una reunión de apuro, un día antes, con las principales referentes del espacio. Las va a tener que escuchar como no las escuchó hasta ahora.
Lo que la derecha continental no admite es que el mundo está en crisis y no compra
¿Por qué viene Obama a la Argentina ahora? Hay dos posibles respuestas. Una, más ramplona. La segunda, menos sencilla de comprender. A ver, el monarca viene a apoyar a su virrey del sur del mundo para que quede claro que está de acuerdo con su política y que la carnalidad de las relaciones entre las dos naciones retorna con una fuerza inusitada. La otra, y no se agarren la cabeza con lo que digo, es porque a Obama le interesa la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria… de los estadounidenses. Decíamos, el mundo está en crisis. No hay mercados donde vender. Quizá la argentina no sea un gran mercado, pero es cierto que estuvo más protegido con el kirchnerismo que lo que pasó con otros de la región y es una presa que, sumada a otras, conforma un gran mercado latinoamericano. Obama quiere restaurar el ALCA, que ahora se llama TTP o Acuerdo Transpacífico. Es un tratado de libre comercio más, de los tantos que se ensayaron.
Obama aterrizará en Buenos Aires para “celebrar el compromiso de Macri con los derechos humanos en la región”. Parece chiste
En resumidas cuentas, quiere invadir de productos estadounidenses (es decir, trabajo de los obreros de su país) nuestras naciones a cambio de materias primas o productos locales de baja intensidad de mano de obra. Lo hace para defender a los trabajadores de su país. La consecuencia es que perjudica a los nuestros. Hay que ver qué sucede con el NAFTA y cómo está México hoy para proyectar qué va a pasar con América Latina si llega a prosperar. De la mano del TTP también llega la agenda del narco, que es la manera que tiene Estados Unidos de militarizar y policializar la política regional y mantener un control de baja intensidad sobre los movimientos sociales o contestatarios que pongan en riesgo sus intereses. ¿De qué la quisieron acusar a Milagro Salas? De narco. A todo esto, ¿alguien sabe por qué está detenida? Es una detención a la que todavía le están buscando motivo en los diarios. Es insostenible por donde se la mire. ¿Y se enojan hasta la blasfemia porque el Papa Francisco le manda un rosario? No tienen paz. Ni vergüenza.
Obama quiere restaurar el ALCA que ahora se llama TTP o Acuerdo Transpacífico. Es un tratado de libre comercio más.
La simultaneidad de la visita de Obama con el guiño de Griesa al gobierno y a los fondos buitre tampoco es para dejar de prestarle atención. La Nación y Clarín se esfuerzan por mostrar que el juez municipal de Nueva York quiere ayudar a la Argentina, cuando, en realidad, lo que pide es que deroguemos dos leyes soberanas y paguemos a los buitres más de lo que les corresponde, para que él se digne a levantar su fallo colonial. Eso, y renunciar a la bandera es casi lo mismo. El esfuerzo de Magnetto y de toda la comunicación concentrada alineada con el Departamento de Estado para vender como positivo lo que es una renuncia a la mínima noción de dignidad nacional debería sonrojarnos.
Estos son los medios que quedaron en pie después del resultado electoral de noviembre. Como vemos, no sólo perdió el kirchnerismo con la elección: también perdieron todos aquellos que alguna vez soñaron con una patria no subordinada a los intereses extranjeros, con dirigentes que, como Obama por su país, peleen por el salario, el empleo y la calidad de vida de sus conciudadanos. Sé que es un párrafo polémico, pero para los que entendemos la Nación como un propósito colectivo, es más grave lo que hacemos nosotros mismos con nuestro país que lo malo que puedan intentar hacernos los otros.
La simultaneidad de la visita de Obama con el guiño de Griesa al gobierno y a los fondos buitre tampoco es para dejar de prestarle atención.
Hay, de todos modos, en este sombrío panorama de recorte de conquistas, resignación de soberanía y empobrecimiento de la calidad de la democracia argentina algunas señales de recomposición que valen la pena mencionar. ATE realiza un paro con movilización este miércoles 24 en rechazo a los despidos y a la persecución ideológica revanchista del macrismo. No son todos los gremios del Estado, como debiera ser, pero es algo. La frondosa historia del sindicalismo combativo nacional no puede ser entregada por un grupo de gerentes gordos que el único obrero que se cruzan en su vida es la trabajadora domiciliaria que tienen en su casa. Son los mismos que a CFK le pedían el Paraíso cada mañana y ahora arreglan paritarias a la baja y acatan índices de desocupación dos dígitos porque les dan algo más de plata para las obras sociales. ¿Qué va a ser, por ejemplo, Gerardo Martínez cuando la mitad de los obreros de la UOCRA se quede sin obra pública para trabajar? ¿Y qué van a hacer los docentes ahora que les prometieron una cosa y dos días después los dejaron agarrados del pincel? ¿Y los trabajadores de cuello blanco que reclamaban por Ganancias y descubren que el anuncio de la semana que pasó fue un engaño porque no se tocaron las escalas?
ATE realiza un paro con movilización este miércoles 24 en rechazo a los despidos y a la persecución ideológica revanchista del macrismo. No son todos los gremios del Estado, como debiera ser, pero es algo.
En la columna del domingo anterior ensayamos la idea de que, quizá, en Argentina surja un Podemos a la española. Es solo una idea. La verdad es que la política quedó relegada del Estado por el desembarco de las corporaciones en la administración. Eso constituye en sí mismo una crisis política de representación como no la hubo en los últimos doce años. Se advierte también que no hay dirigentes que estén a la altura de la demanda histórica y ciudadana. Hay multitudes que llenan plazas pero los diputados y legisladores que acuden a mezclarse con la gente son siempre los mismos. Los más estuvieron de vacaciones, escondidos o mudos. Hay un enorme vacío y los vacíos, en política, tienden a ser ocupados más temprano que tarde. El poder está viendo esto. Y eligió a Sergio Massa para que sea la ambulancia de todo lo que vaya desgranándose del macrismo y del peronismo, producto de la crisis de representación que genera la propia ceocracia que vivimos. Massa es la figura de recambio de los dueños del poder y del dinero de la Argentina, aunque las encuestas ubican a CFK como la que está en mejores condiciones de liderar la oposición al modelo macrista, se decide hacerlo.
La verdad es que la política quedó relegada del Estado por el desembarco de las corporaciones en la administración.
Mientras tanto, está en todos aquellos agredidos por estas políticas crear, de manera horizontal y dialógica, un vasto movimiento que permita una salida nacional, popular, democrática y progresista a esta verdadera restauración conservadora que va disolviendo la democracia de todos hasta convertirla en apenas el ropaje formal de un saqueo a manos de una casta política y mediática que solo se expresa y representa a sí misma, achicando las posibilidades de nuestro país y su gente.
Hasta el momento el número está empatado. Por desgracia, producto de un acuerdo cupular entre oficialismo y oposición, a espaldas de los que apoyamos la ley 26522
Pasado mañana, la Comisión Bicameral de los DNU tratará el decreto de Macri que derogó todo el articulado antimonopólico de la Ley de Medios. Hasta el momento, el número está empatado. Por desgracia, producto de un acuerdo cupular entre oficialismo y oposición, a espaldas de los que apoyamos la ley 26522, se decidió dejar la presidencia de la comisión en manos de un radical que cuenta con voto doble, es decir, con la atribución de desempatar en caso de paridad.
No creo, me cuesta pensar que las plazas colmadas, el resistiendo con aguante, los empoderados, los que venimos soportando el castigo del avance fulminante de la derecha macrista, merezcamos alguna traición más de aquellos que fueron votados para defender las leyes y conquistas de la última década.
Porque volver, vamos a volver seguro.
Pero no sé si todos.