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REVOLUCIÓN FEDERAL: UNA CARPINTERÍA, MILLONES DE PESOS, UN CRIMEN

Jonathan Morel hoy no se sabe de qué trabaja. En esta crónica, cuanto y quienes cobraron por esos supuestos muebles.

Desde la carpintería de Boulogne y como pantalla, se organizaron una sucesión de eventos violentos, desestabilizadores y delictivos.

Desde tomar la Casa Rosada hasta asesinar a la vicepresidenta, todo salió desde allí, la cuna de Revolución Federal. Jonathan Morel y sus laderos cobraron millones del Holding Caputo, presumiblemente por muebles para un hotel de lujo en Neuquén. Nunca pudieron justificar nada de esto. En esta crónica, cuanto y quienes cobraron por esos supuestos muebles, qué pasó con la carpintería, que es de la vida de Morel hoy.

Jonathan Morel hoy no se sabe de qué trabaja. En las redes se presenta como comerciante y no queda claro qué comercia, puesto que la carpintería «Dogos», en la calle Martín Rodríguez 141 del barrio de Boulogne que abrió a mediados de 2021, la cerró en septiembre de 2022 cuando cayó preso. Posiblemente, además, ya no tuviera motivación para seguir con una carpintería con la que no tuvo nunca trabajos más allá de los contratados por el Grupo Caputo, y donde debía ejercer un oficio para el que no tenía ni vocación ni conocimiento.

Según su propio relato logró alquilar el local que antes había sido un Centro de Jubilados Municipal ( en 2016 lo había visitado el presidente de la Nación, Mauricio Macri en compañía del intendente Gustavo Posse para jugar al truco con los adultos mayores) y compró la maquinaria imprescindible con la indemnización que cobró luego de haber sido despedido de un call center. Nunca aclaró dónde funcionaba esa empresa, para quien laboraba ni cuanto tiempo estuvo allí, aunque en algún momento deslizó entre farfulleos algo como «tres meses» de trajín atendiendo clientes on line.

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Las cuentas no cierran: nadie podría hacer semejante inversión con una indemnización por trabajar tres meses en uno de los empleos más precarios de estos tiempos; pero nada cierra. Las máquinas que se ven en las fotos de la carpintería son manuales y para pequeñas labores artesanales, es imposible que con eso pudiera fabricar, por caso, cientos de respaldos de cama, mesas de luz, mesas de café y demás mobiliario que supuestamente hizo para «Espacio Añelo», el hotel de gran categoría que construyó el Grupo Caputo en Neuquén.

También es real que él mismo explicó que por no poder cumplir con todos los pedidos de Rossana Caputo, había tercerizado algunos trabajos. Esos tercerizados, de acuerdo a las pruebas que él mismo presentó, podrían tener que ver con mobiliario metálico y de iluminación. Un dato curioso que se suma a varios más. Repasemos:

Jonathan Morel inaugura la carpintería en julio de 2021, con los recursos y conocimiento del oficio que ya mostramos.

Un mes después, una mujer que vive en Recoleta y perteneciente a una de las familias más ricas del país, decide pasear por Boulogne. Ni siquiera por la zona comercial de esa barriada. No. Por una calle de casas bajas, humildes, sin comercios. En ese paseo distingue una carpintería que no expone muebles en su vidriera: solo se ven tablones, mucha desprolijidad, una mesa de carpintero a lo lejos, un formón, bastante mugre y no mucho más (esto puede comprobarse fácilmente viendo las fotos que el mismo Morel muestra en el local, cuando empezó a ser penosamente célebre). Así y todo, decide entrar y contrata inmediatamente a Morel -que no presenta ningún trabajo hecho previamente, como referencia- para que le fabrique dos mesas de luz para su dormitorio de su enorme piso en el barrio más caro de Buenos Aires. Curioso, teniendo decenas de prestigiosas casas de decoración a pocos metros de su casa, donde puede comprar objetos de diseño y muebles ya hechos.

Morel hace, supuestamente, esas mesas de luz. Nunca tomó fotos, en su descuido, de ese primer trabajo en su novel carpintería que le podría servir de carta de presentación para futuros clientes, y más teniendo en cuenta el nivel socioeconómico de su clienta. Pero no tomó ni una foto del proceso de fabricación, del trabajo terminado, de las mesitas instaladas en ese dormitorio de altísima categoría. Mal manejo del marketing.

Las mesitas se rompieron. Quizá clavos en lugar de tornillos, tal vez mal encoladas, a lo mejor una madera muy blanda. No se sabe. Pero se rompieron y entonces Rossana lo mandó llamar para que las repare, puesto que no habrían pasado más de cinco o seis días desde la compra hasta la rotura, deducción fácil de hacer si tomamos en cuenta que Morel abrió el negocio en julio y en agosto ya estaba facturando para el holding. Entre una fecha y otra, fue lo de las mesitas a pedido, luego rotas.

Morel acudió al llamado y se fue desde Boulogne a Recoleta a buscar las mesitas. Charla va, charla viene, y a pesar de que los pequeños muebles le habían durado sanos apenas unos días, Rossana decide ir por más con el novel emprendedor, y a pesar de la frustración por el mal trabajo, lo contrata para que haga todo el mobiliario de un hotel con pequeños departamentos de cinco estrellas que su empresa familiar, una de las constructoras más importantes del país, estaba haciendo en Neuquén: «Espacio Añelo», muy cerca de Vaca Muerta.

El carpintero de Boulogne, entonces, puso manos a la obra para equipar a los sesenta departamentos de gran lujo: Sesenta mesas de comedor, doscientos cuarenta sillas, sesenta racks, ciento veinte taburetes, treinta y seis mesas ratonas, ciento cuarenta y cuatro respaldos de cama, ciento cuarenta y cuatro mesas de luz, sesenta mesas para televisor, sesenta barras desayunadoras. Todo, a fabricar por él solito -puesto que no tiene ni socios ni empleados- con una pequeña sierra de mano y una amoladora. No se sabe dónde compró la madera y los insumos para fabricar tal cantidad de muebles. Tampoco cuanto tiempo le llevó, aunque un cálculo ligero presupone que no más de cuatro o cinco meses, lo que demuestra una enorme capacidad de trabajo. Ni donde compró los insumos de embalaje, ni que empresa contrató para el traslado hasta Neuquén.

La próxima imagen que hay de él es bajando cosas de un camión en Neuquén, una foto que él mismo aportó de un viaje que sí está registrado. Y nuevamente, el pésimo sentido del marketing: Morel dice que tuvo que tercerizar trabajos y para ello muestra algunas fotos de mobiliario contratado y una factura. Curioso es que esos muebles no se ven en las fotos de Espacio Añelo. Tampoco tomó fotografías del proceso de fabricación, de las mesas, sillas, respaldos terminados, ni de todo ello instalado, nada. Algo raro para quien hace del teléfono una extensión de su mano, como casi todos los pibes de su edad. Se toma selfies en cualquier circunstancia y fotos para promocionar su trabajo, enorme trabajo, oportunidad única que lo catapultaría a las grandes ligas, no. Raro ese nuevo olvido que ya había cometido con las primeras dos mesitas para Rossana. Rossana, por otra parte, tampoco tomó fotos de esos productos cuando el escándalo estalló, para mostrar y demostrar la veracidad del relato. Otra rareza.

Por ese trabajo hay un registro de pagos millonarios. El primero es del 17 de diciembre de 2021. Ese día, el líder de Revolución Federal emitió una factura al fideicomiso Santa Clara al Sur por treinta mil pesos. Once días después, hizo cinco consecutivas: cuatro por treinta mil y una por veintiseis mil. En total, 176mil facturó el día de los Inocentes. Pero el grueso de la facturación sería entre mayo de 2022 -coincidiendo con la salida a escena de Revolución Federal- y agosto de este año, cuando el plan magnicida estaba en marcha. Esos pagos se hicieron con siete facturas como contraprestación, y solo una a nombre de Morel.

Muchos de ellos se hicieron en efectivo contra facturas de monotributistas, por lo que además el Holding Caputo pagó el IVA generosamente. Esos monotributistas que aportaron facturas son el propio Morel pero varios más, veamos uno por uno.

Ailén Cintya Vallero, a quien los medios llamaron «socia» de Morel en la carpintería, es quien presentó una factura al grupo Caputo por dos millones y medio de pesos el 24 de mayo de 2022, monto que cobró por transferencia. Ailén es abogada, está casada y tiene niños pequeños, y es concuñada de una ex novia de Morel, que también aparece como una de las monotributistas que prestó una factura por servicios de carpintería, como ya veremos. Ailén retiró del banco, cuatro días después, todo el monto en efectivo. Pudo facturar a la famiglia Caputo porque se inscribió en AFIP como monotributista en rubro carpintería solo cuatro días antes, el 20 de mayo. El dato curioso es que Ailén no hizo ninguna referencia en sus redes a su labor en la carpintería hasta el 30 de septiembre de 2022, un mes después del intento de magnicidio y supuestamente a un año de ser dueña del emprendimiento. Subió un montón de fotos, todas juntas y el mismo día, y pareciera estar «atajándose» por si saltaba el dato del dinero que cobró.

También el 24 de mayo de 2022 y por supuestos servicios de carpintería, Francisco Javier Aris cobró por transferencia 1.150.000. Aris no es carpintero, habría sido un empleado de una empresa de servicios de grúas, San Blas, con sede en Don Torcuato -localidad próxima a Boulogne- y que renunció a su empleo en noviembre de 2021 sin que se conozca su labor actual.

El 24 de mayo, también, Sergio Cayetano Verde, monotributista clase E registrado en AFIP en el rubro «Muebles para el hogar, artículos de mimbre y corcho» y que vive en Pablo Podestá, cobró en efectivo 402.276 pesos, también de mano de los Caputo. El vínculo entre Morel y Verde no parece ser estrecho, y da la sensación de que Verde efectivamente proveyó de algún mueble, como esas mesas de luz de melamina o las sillas de caño, que les sirvieron como justificación y tapadera. Eso lo hace suponer, también, el monto tan preciso del pago que fue, además, en contante y sonante.

El 25 de mayo de 2022 Diego Martín Patrignani, también en el rubro «carpintería», recibe una transferencia por 168.000 pesos y un monto idéntico dos meses después, el 27 de julio. Patrignani, por supuesto, no es carpintero sino aparentemente un vecino de la localidad de Martínez que prestaría servicios de asesoría empresarial.

El 13 de junio de 2022 aparece la primera transferencia, por un millón de pesos, a nombre de Jonathan Morel.

El 28 de junio, quince días después de que Morel embolsó en su faltriquera un millón, su ex novia Evelin Natali Balboa, cuñada de Ailén Vallero, y que es empleada del Hospital Municipal de San Isidro, recibió una transferencia de la famiglia Caputo por 2.500.000 por servicios de carpintería, rubro en el que Balboa se inscribió en AFIP un mes antes de semejante factura que fue, además, la primera que emitió. Por supuesto, no es carpintera. Evelyn Nataly Balboa en las redes sociales aparece como «Lelu Tyrone» y tiene 22 años. Evelyn, o Lelu, es hija de Andrea Laura Macías, militante de Gustavo Posse (el intendente que acompañó a Mauricio Macri a visitar el centro de jubilados donde ahora funciona la carpintería de Morel) y Carlos Balboa, y tiene cinco hermanos: Andy, Eze, Diego, Melu y Lucas. Diego es el marido de Vallero.

El 27 de julio, además de los 168.000 que cobró Patrigiani, María Isabel Said recibió en efectivo, y de la mano de los Caputo, 828.854 pesos por la venta de banquetas y sillas. Muchas banquetas y sillas fabricó María Isabel, que por supuesto no es carpintera sino remisera de Boulogne y monotributista categoría E según consta en AFIP, donde está inscripta en el rubro «servicio de transporte automotor» y «servicios de call center». Y este segundo rubro no es un detalle menor, puesto que Morel argumentó desde siempre que la carpintería la instaló con la indemnización por el despido de un call center, y su abogado, Nilo Medina, en entrevista con el periodista Gonzalo Rodríguez, dijo que el vínculo con los Caputo lo había hecho «alguien de un call center». Difícil es que esta señora de más de sesenta que aparenta no tener más relaciones sociales que sus vecinos de Boulogne, haya vinculado a una de las familias más ricas del país, con el lumpen carpintero quien, además, dijo que conoció a Roxama Caputo porque ella, paseando por el barrio, pasó por su carpintería. De todos modos, la «cuestión call center» merece ahondarse un poco más, sobre todo porque fue un servicio muy usado por las usinas de propaganda de buena parte del macrismo.

 

El Holding Caputo Hermanos, es la  firma responsable de los siguientes emprendimientos: Nicolás Caputo Sociedad Anónima de Edificación, Caputo Construcciones y Servicios, Madero Plaza, Desarrollos Caballito, Altos del Puerto, SES S.A, Il Tevere, Mirgor S.A, Sadesas, Edesur, Hidroeléctrica Piedra del Águila, Farmacity, Corporaciones Puerto Madero, Dique 3 S.A, El Mirador, Mirgor (Mantenimiento de Espacios Verdes), e Inversiones al Costo.

Con el emprendimiento Inversiones al Costo desarrollan barrios privados: Damasia al Sur, Las Victorias, Pueblos del Plata, San Lucas, Horizontes al Sur, Cruz del Sur, Santo Domingo y Santa Rita, Santa Clara al Sur, y Espacio Añelo.

Pero un grupo así, con construcciones mega millonarias que comprenden desde trabajo de suelo para armar barrios completos hasta su final de obra y comercialización, no tenía un carpintero. Y entonces Rossana encontró a Jonathan Morel. En septiembre de 2022 y a días del intento de magnicidio, Luis «Toto» Caputo, hoy ministro de economía del gobierno de Javier Milei, negó todo vínculo y pago a este carpintero, pero las transferencias no solo salieron de su fideicomiso, sino que una fue hecha por Rosana Caputo, su hermana. Esas transferencias fueron por Mercado Pago, y se retiró la totalidad del dinero pocas horas después de haber sido girado, por lo que se pierde allí el rastro del efectivo, como explicamos.

Mientras Morel trabajaba a destajo y facturaba millones, organizaba las manifestaciones de Revolución Federal donde todos gritaban pasar hambre, estar desocupados, no tener con qué alimentar a sus hijos. Guillotinas y horcas, teas ardientes y carteles donde rezaban «Presos, muertos o exiliados». Leonardo Sosa, por entonces, tenía cincuenta mil dólares que la justicia encontró debajo de su colchón, sin que pudiera justificarlos y sin que nadie pregunte. En el chat donde interactuaban todos, incluída la vecina Ximena de Tezanos Pintos, alguien ofreció un arma para matar a Cristina: era «Dali Revolución»; nick name con el que se escudaba Dalila Monti, la paranaense novia de Jonathan Morel.

Morel ya no tiene la carpintería, la cerró en el mismo tiempo del atentado a Cristina. Los pagos de Caputo a Morel concluyeron en septiembre de 2022, un par de días después del intento de magnicidio. El carpintero estuvo preso quince días, luego se instaló en Paraná junto a su novia Dalila Monti. Un tiempo después se lo vio trabajando de mozo en Chivilcoy. Hoy se sabe que está en Buenos Aires, militando activamente por Javier Milei antes de las elecciones y ahora mismo, a favor del gobierno, junto a Leonardo Sosa y Dalila Monti. No se sabe de qué trabaja ninguno de los tres pero es claro que sus condiciones económicas variaron, Sosa suele quejarse de no conseguir nafta premium para su cero km. Desde las redes, los tres, prometen volver a las calles y prender fuego todo y contra todo aquel que se atreva a cuestionar al gobierno, con el argumento de que «dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada».

En la próxima crónica, los chats, sus integrantes, sus propuestas y la violencia extrema con la que se organizaban acciones. La última, el intento de asesinato de la vicepresidenta, el 1 de septiembre de 2022.

 

 

 

 

 

 

 

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