En junio se cumple el aniversario de dos hechos que marcaron a fuego la historia de nuestro país: 81 años de la asonada militar del 4 de junio de 1943, que fue el antecedente inmediato del acceso al poder del entonces Coronel Juan Domingo Perón, y puso fin a lo que Arturo Jauretche denominó acertadamente como “La Década Infame”.
Ese mismo día, pero de 1946, – 78 años atrás-, Perón asume la presidencia de la Nación en elecciones celebradas el 24 de febrero de ese año, en las cuales derrotó a todo el arco opositor nucleado en la Unión Democrática que impulsaba la fórmula Tamborini Mosca.
Tomando la referencia del Rosas historiador y pensador político, la asonada de 1943, fue convertida por Perón en una verdadera revolución pacífica con la que comenzó lo que se plasmaría constitucionalmente en 1949 como una histórica gesta de derechos.
Del caso es advertir que los sucesos comenzados el 4 de junio de 1943 -que se desarrollaron hasta la fecha del triunfo electoral de la fórmula Perón Quijano-, fueron por demás tumultuosos y prueba de ello, es la dinámica de cambios presidenciales acaecidos desde el comienzo de la asonada militar hasta la consolidación de Edelmiro Farrell como presidente y Juan Domingo Perón como Vicepresidente.
En un primer momento la presidencia fue asumida por el General Rawson, con el General Ramírez como su vice, quien lo sucedió como Presidente ante su renuncia forzada, y a su vez, el General Farrell como su vicepresidente, sucedió a Ramírez ante su renuncia, -también forzada- con el Coronel Perón como su vicepresidente.
A diferencia de sus dos antecesores en la vicepresidencia, aquel 17 de octubre de 1945, cuando descendió del balcón ante un Farrell aterrado por la movilización popular -hasta entonces, jamás vista-, consultado en los términos: “y ahora que quiere?”, pudiendo ser ungido en ese momento presidente, diferenciándose de sus antecesores en la vicepresidencia, requirió que se convoque a elecciones libres, lo cual marcó para siempre el comportamiento peronista.
Es decir que Perón inicia aquel 4 de junio de 1946 que conmemoramos, el segundo ciclo de presidentes legítimamente electos por el voto popular, -ciclo iniciado por Hipólito Yrigoyen-, situación que se mantuvo hasta su derrocamiento en el año 1955 por un golpe militar.
Desde entonces, y hasta el retorno de Perón de su forzado exilio en la década de 1970, todos los gobiernos, incluidos los de Frondizi e Illía, estuvieron deslegitimados por la proscripción del peronismo, situación que recién fue revertida en la elección que resultó ganadora la fórmula Campora/Solano Lima, -ya que a pesar de estar proscripto Juan Perón por una artimaña de Lanusse, ellos representaban al peronismo- y ante su posterior renuncia, resultó electa la formula Perón/Perón.
Así el viejo caudillo hasta estos tiempos, es el único argentino que ha sido electo tres veces presidente de los argentinos.
Pero no quiero, ni puedo soslayar trascribir el segundo párrafo del Discurso de Perón ante los Constituyentes del 27 de enero de 1949 bajo el acápite: “El derecho a la revolución”:…”La constitución conculcada, las leyes incumplidas o hechas a medida de los intereses contrarios a La Patria; las instituciones políticas y la organización económica al servicio del capitalismo internacional; los ciudadanos burlados en sus más elementales derechos cívicos; los trabajadores a merced de las arbitrariedades de quienes obraban con la impunidad que les aseguraban los gobiernos complacientes. Este es el cuadro que vivamente refleja la situación al producirse el movimiento militar de 1943.”
Lo cual, reviste una actualidad sorprendente- para continuar: “La historia nos enseña que esta revolución legítima, es siempre triunfante, no es la asonada, ni el motín, ni el cuartelazo; es la voz, la conciencia y la fuerza del pueblo oprimido que salta o rompe la valle que lo oprime. No es la obra del egoísmo y de la maldad. La revolución en estos casos es legítima, precisamente porque derriba el egoísmo y la maldad.”
Para, esclarecedoramente continuar: “No cayeron éstos pulverizados el 4 de junio. Agazapados, aguardaron el momento propicio para recuperar posiciones pérdidas. Pero el pueblo, esta vez, el pueblo solo, supo enterrarlos definitivamente el 17 de octubre.”
Pero los oscuros intereses antinacionales que Perón, erróneamente, consideró definitivamente superados en octubre de 1945, aún continúan más que agazapados, muy activos, tan es así, que en la actualidad existen proyectos legislativos con aprobación de la Cámara de Diputados, y con dictamen en la Cámara de Senadores, que se contraponen fuertemente con los derechos sociales y los derechos de los trabajadores consagrados en la Constitución y una entrega de los recursos naturales y soberanía nacional.
No nos hagamos los distraídos, reforcemos convicciones y breguemos por la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, tan vapuleadas por el actual gobierno.
Se lo debemos a Perón, a los trabajadores y a nuestros descendientes.