Ratón que persigue a gato: la metáfora de un país invertido
Por Alma Rodríguez
El gato y el ratón son dos animales que, histórica y culturalmente, representan el antagonismo. Desde juegos infantiles, fábulas y series de dibujos animados, se trata de dos especies que conviven a partir de la confrontación. Podría decirse, casi, que no logran sobrevivir el uno sin el otro. En la conocida serie de dibujitos animados de William Hanna y Joseph Barbera, Tom y Jerry, Tom es un gato medio salame que vive con su dueña (una señora gruñona y malhumorada que le da de comer y lo mantiene a raya) que se propone, capítulo tras capítulo, atrapar a Jerry, el ratón, quien convive en su mismo espacio y quien, por ganarle ampliamente en astucia, no se deja atrapar.
La gracia de la serie animada es la eterna persecución que transcurre en cada capítulo ya que su trama se centra en los intentos frustrados del gato por atrapar al ratón y en todo el caos que esto provoca. El recurso de taquilla dentro del público infantil, y no tan infantil, de esa época consistió en que los niños se sentaran cada tarde frente al televisor para ver si ese sería EL día histórico en el que Tom atraparía a Jerry y lo que presenciábamos no era más que otro fracaso del gato por atrapar al ratón. Así y todo, la historia repetida al infinito nos mantenía en vilo y así pasamos gran parte de las tardes de nuestra infancia.
Siguiendo con la revisión de esta dupla antagónica, una de las historias más antiguas en relación al gato y al ratón pertenece a los Hermanos Grimm. Los hermanos Jacob y Wilheim Grimm fueron dos reconocidos escritores alemanes -además de filólogos e investigadores y coleccionistas, entre otras cosas. Su mayor obra consistió en la recolección de relatos tradicionales folclóricos de la Europa del siglo XIX. Se consideran unos de los más conocidos acopiadores de relatos populares, puesto que dieron a conocer relatos tradicionales orales como La Cenicienta, Hansel y Gretel, La bella durmiente, Blancanieves entre otros. Como se sabe, sus cuentos lograron gran reconocimiento: fueron traducidos a más de cien lenguas y son conocidos además porque constituyen un aleccionador de moralidad ejemplar con el que fue formada gran parte de la infancia occidental.
Dentro de los relatos no tan conocidos, se encuentra un pequeño cuento que fue traducido de diferentes maneras pero que en algunas versiones se llamó “Gato y ratón en sociedad”. No es una historia de persecuciones al estilo Tom y Jerry, sino una historia en la que el gato intenta estafar al ratón porque se cree astuto y cree que lo logra, pero, finalmente, el ratón, quien puede creerse astuto porque de verdad lo es, lo termina devorando.
Podríamos nombrar, así, un sinnúmero de historias en las que el gato y el ratón se enfrentan, uno persigue al otro pero del mismo modo que el cuento de los hermanos Grimm o Tom y Jerry, el gato siempre va a quedar expuesto por creerse astuto y ser más bien tirando a tonto e inepto.
Sin nada de alegoría, en estos días, al gato se le vienen “escapando” varias cuestiones y una de las más importantes está relacionada con un ratón, y no hay metáfora, a partir del brote de hanta virus que aqueja al país. Ya son más de diez las muertes a raíz de esta enfermedad, además de varios internados infectados por el virus producido por el ratón colilargo. A todo esto, las medidas y respuestas tomadas por el Gobierno resultan nulas y no hay hasta el momento suficientes ni eficaces medidas de prevención. Por supuesto que una cosa está relacionada con la otra y esto constituye una consecuencia directa de la eliminación del Ministerio de salud de la Nación, medida que sólo llevaron a cabo tres gobiernos a lo largo de la historia de nuestro país: la dictadura de Aramburu, la dictadura de Onganía y el cogobierno conjunto con EEUU de Mauricio Macri, desnudando así una perspectiva política que está al margen de la consideración de la Salud como un derecho humano, luego de haber adquirido rango ministerial en 1949 durante el gobierno de Juan Domingo Perón a cargo de Ramón Carrillo.
Es lógico: el ajuste mata y éste es un claro ejemplo de esta afirmación. Cuando por septiembre de 2018 el gobierno decidió la fusión y/o supresión de ministerios así como su conversión en secretarías para reducir el gasto público lo que estaba haciendo no era reducir un gasto público sino implementar una política de ajuste económica, sanitaria y social mortal. A todo esto, deberíamos sumar la ineptitud de ciertos funcionarios como el ex ministro de Ambiente y Desarrollo sustentable y actual Secretario, Sergio Bergman, quien, desde su ineficiencia, no está teniendo en cuenta los protocolos de estudio y análisis de la población de los roedores transmisores del virus así como la necesidad de contar con la labor de investigadores y especialistas en el tema.
Parte de las políticas de ajuste son también las denigrantes condiciones en las que se desempeñan los trabajadores de las zonas rurales y la falta de presupuestos para los desarrollos científicos que hagan posible el desarrollo de estudios sobre la enfermedad producida por el hanta.
En estos días en que las redes se vieron invadidas por el “10 years challenge” y que en criollo puede ser traducido como “qué miércoles nos pasó en estos diez años” podríamos empezar a pensar el “diez años después” para este país que allá por el 2009 contaba con científicos, con especialistas, con un Ministerio de Salud que estuvo presente cada vez que hizo falta y que ya no existe, con políticas sanitarias y sociales que asistían a la población y que, diez años después, fueron destruidas. Una vez más, como en un juego de niños, al gato se le escapó el ratón. Y sus consecuencias, como vemos, están siendo fatales.
