Ragendorfer cuestiona al macrismo en su libro sobre Patricia Bullrich

Ricardo Ragendorfer es un lúcido periodista de investigación que ha logrado plantar sus trabajos mirando de frente al lector y, tal vez, en un ejercicio compulsivo y permanente, buscando la tensión en la que se dirime ese vínculo. En estos días, ha vuelto a las andadas con “Patricia. De la lucha armada a la Seguridad”, libro en el que se la toma con la sinuosa y poco edificante -llamativa a los ojos del público-, ministra de Seguridad del gobierno fracasado de Mauricio Macri.

Escribe Alejandro C. Tarruella

La insegura razón de la violencia

Así, cuando sigue el árbol genealógico de los hechos, con sus idas y vueltas, sus ramalazos, atajos y caminos imprevistos, pone en contexto y en cuestión al gobierno más reaccionario e involutivo de cuantos se han conocido desde la recuperación parcial de la democracia y el Estado de Derecho a fines de 1983.

Con la maestría de un periodista de convicción trama una historia que se lee sola al tiempo que establece una complicidad en cada imagen y cada párrafo con un lector que, además, se hace naturalmente cómplice de una tarea notable. Ragendorfer narra y a medida que lo hace, con un material complejo, hace sencillo el acto de seguir el hilo de su historia. Su lenguaje es coloquial, directo, y al mismo tiempo adquiere profundidad cuando no escatima datos, hechos, parámetros históricos en los que se desenvuelve como un tigre en un ámbito de selva.

Sabe dónde esperar una presa, mide sus tiempos en metáforas, reúne aquello que es pura sorpresa y va a sacudir a su lector, y termina un capítulo dejando en el otro la sensación irremediable de que esa revelación en cuotas va a continuar. Solo en una ocasión no repite esa treta, en el final del libro cuando uno queda a la espera de que haya una indicación semejante al continuará de una antigua historieta.

Se trata de un escritor que crea hábito, y muchos lectores caen una vez más en la trampa luego de haber repasado una y otra vez “La bonaerense”, “La secta del gatillo” o “Los doblados», entre otros. Por momentos, uno cree estar leyendo una novela o un relato cuyo desenlace genera sentimientos, sensaciones en las que va a elaborar una visión en torno de un tema político o histórico que no va a pasar desapercibido en su existencia.

El recorrido de Ragendorfer se inicia con el episodio en el que, como ministra de Seguridad, murieron bajo su responsabilidad en la ruta 24 de Rosario de la Frontera, en Salta, 43 gendarmes que iban a reprimir en Jujuy un hecho que no existió a bordo de un ómnibus de la fuerza que carecía de mínimas condiciones para desplazarse. Su número, es curioso, es semejante al de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desaparecidos en Iguala, México, en septiembre de 2014, como si Latinoamérica tuviese esas extrañas analogías sin explicación.

Todos los caminos conducen al trono  

“Patricia” va a la raíz de los Bullrich en el Río de la Plata, cuando el iniciador de la falsa dinastía, August Wilhelm Adolf Bullrich, llega como mercenario detenido en la guerra con el Brasil hacia 1827. Ese sello marcaría a la militante montonera que alcanzó su cumbre en las adyacencias de Mauricio Macri, luego de atravesar con su familia la historia del fin del siglo roquista, donde consolidó su mascarada estructural como parte de la oligarquía que ganó tierras, bienes no siempre claros y dejo en el camino a exponentes de su laya.

Hay una osadía indudable en la Bullrich que describe Ragendorfer, y parece nacida en una necesidad interior, o un mandato de clan, de estar siempre en la cresta de la ola de su sociedad

En el poder, rodeándolo, husmeándolo y obteniendo algo de él que permita el acceso simple a los medios económicos adobándolos de una presunta significación social que huela a trascendencia.

Por eso, ella es una de las hijas de un sector social herido de decadencia en la década del treinta y cuarenta, afectado por el peronismo y su revolución social. A ella parece alcanzarla el rol de redimir a su clase, y reincorporar a su núcleo familiar en la escala del poder. Los personajes que la rodean parecen surgidos de una reescrita historia universal de la infamia. Y ahí no hay límites. Ese parece ser su derrotero aunque la suerte no esté de su lado. Quizás por no haber escuchado a Goethe exclamar: “Estos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados méritos y suerte».

La trama que la une con Rodolfo Galimberti, el Loco, que pasa del nacionalismo al peronismo montonero y al marxismo de manual de Firmenich para retornar luego de la dictadura al peronismo, lanzarse sobre la Alianza, ya de regreso a la derecha y la entrega, y así acabar en la intimidad de Mauricio Macri, parece una historia que repite con otros episodios, la búsqueda de los pioneros.

Ragendorfer deja esa sensación amarga en su relato donde rondan desde Hemigway, Fitzgerald, Kapuscinsky y Walsh, y en la que irremediablemente el lector es arrebatado por un viento arremolinado que lo lleva y lo trae para hacerlo reflexionar sin tregua sobre la misma suerte del país en estos días. Uno puede recordar de pronto a Nicholas Tomalin, periodista británico que murió bajo un misil sirio en los Altos del Golán en la guerra del Yom Kippur, quien explicaba de modo sencillo que “Las únicas cualidades esenciales para el éxito real en el periodismo son una astucia de rata, una actitud convincente y un poco de habilidad literaria.” Nada más y nada menos.

Y en esos dichos parece radicar el secreto del periodista escritor que se mete con una historia con rasgos siniestros, y alcanza la dimensión del pensamiento porque permite reflexionar sobre uno de los personajes del régimen, la represión, la persecución a los desposeídos, el caso Maldonado, y desde ahí cuestiona en conjunto al gobierno de Macri y el FMI.

Contar una historia es cada vez más complejo y exige que se alcance en el lenguaje un decir sencillo para que un mayor número de lectores accedan a su obra. Y Ragendorfer con su oficio revelador, urdido para compartir, lo logra porque resume todo en su convicción y en su lenguaje