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Poderosos del mundo sabían de la pandemia y no actuaron

Alejandro C. Tarruella

El dilema es: Estado Nación responsable o globalizadores; la prevención o el caos. En la Segunda Guerra era posible leer en Londres y otros lugares un cartel que rezaba: “Hablar sin cuidado cuesta vidas”. Lo recordó el periodista británico de The Guardian, Robert Fisk. Aludía a la imprevisión que se observó a lo largo de la pandemia.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Señalaba en particular a Boris Johnson, que al igual que Jair Bolsonaro o Donald Trump, no actuaron con criterio preventivo a medida que crecía la presencia del virus. Ahora, un Premio Nobel reciente se une a cuestionar la falta de previsión por parte de gobiernos de países importantes en el concierto mundial.

«Ha sido una montaña rusa», resumió ante la BBC el científico británico Peter Ratcliffe, director de Investigación Clínica del Instituto Francis Crick (en Inglaterra), que recibió el Nobel de medicina 2019.Y apela casi al principio de incertidumbre para referirse al futuro de la pandemia. “Es difícil saber qué decir o cuáles son las observaciones correctas. La verdad es que nosotros, en este momento, realmente no sabemos dónde terminará todo esto”.

Imprevisión e incertidumbre se entrecruzan para establecer un presente inquietante y un futuro que repite: “yo no sé” en medio de la circulación mediática de sabiondos de toda laya en todos lados

De ahí que la clave de toda prevención consiste en conocer qué sucede en el presente, cómo se actúa, qué medidas se toman y, además, cómo se actúo en los hechos previos, si los hubo. Si no existió la prevención, como en Brasil, Estados Unidos y Gran Bretaña, por tomar tres casos, es posible establecer sin hacer futurismo que las cosas no van por buen camino. Suelen repetir los filósofos que no existen certezas sobre hechos en desarrollo, allí todo es puro cálculo de probabilidades.

Para los especuladores del futuro, con lo que procuran evitar el filo de acero del presente, Peter Ratcliffe dijo también: “Hay gente que advirtió, desde hace bastante tiempo, que esto podría pasar. Está demostrado que ha sido mucho más grave en Europa y en Estados Unidos de lo que se pudo haber predicho», y agregó que «un buen número de expertos había advertido sobre los posibles problemas». En su visión, no hay hoy en Inglaterra un claro panorama de lo que sucede para hacer las acciones correctas. Se actúa a los manotazos, improvisando al paso de los hechos que en parte se ignoran.

Peter Ratcliffe

El científico contó que habló con gente del gobierno de Londres y expuso que precisaban un programa sistemático de pruebas para el virus, anticuerpos y otras inmunidades.No es sencillo de organizar lo que no se hace. Hay además en su país demoras en la obtención de pruebas de diagnóstico como no hay acciones en lograr un enfoque sistemático para separar a los infectados de la población sana y así atenderlos.

Como se observa, los responsables hablan de futuro y evitan actuar en el presente mientras la muerte danza alrededor de la angustia de millones de personas. «Otros científicos y yo nos sentimos un poco frustrados porque todavía no creemos que este problema se esté valorando como es debido a medida que avanzamos», resumió ante Margarita Rodríguez de la BBC.

Cree que las valoraciones no son las adecuadas según se desenvuelve el drama. Se evaluó mal la amenaza y en consecuencia se hace lo que venga y se choca a la contingencia sin un mapa de previsión. Así, hay muchas afirmaciones que no tienen sustento, inútiles, y las personas se dan cuenta y anotan el dato al sordo capital de su angustia. Ratcliffe no deja de ser optimista, analiza casos de acción exitosa como en Hong Kong y reconoce que China está resolviendo la cuestión.

Fisk , Londres y Buenos Aires

El periodista Robert Fisk une las experiencias dramáticas de Estados Unidos y Gran Bretaña, reafirma las mentiras de Johnson y sostiene que su gobierno alienta falsedades, las compara con las utilizadas para ganar el Brexit y establece que no es lo mismo, mentir en el Covid-19. En este caso es un pueblo el que se enfrenta a la muerte y lo considera imperdonable.

“Hoy muchas personas creen, me temo –en especial en nuestro “civilizado” Occidente–, que nunca van a morir. Nuestras laptops, Skype y Google, WhatsApp y Facebook, han hecho que la muerte sea remota, impensable entre sucesos virtuales, algo que se puede evitar con una combinación de entretenimiento y relaciones públicas, Netflix y palabras alentadoras de los funcionarios”, argumentó en “¿Quién es el verdadero enemigo?”, nota que reprodujo “La Jornada” de México el lunes 24.

Fisk halla una similitud en la actitud del gobierno de Johnson de dotar a médicos y auxuliares, con lo sucedido en 1940 cuando el ministerio británico del aire no dió en un principio a los pilotos de la RFA el cristal antibalas ante la acción de la Luftwaffe alemana. Recordó que Hugh Dowding, jefe del comando de combate, compararía así los hechos: “si los gángsters de Chicago pueden tener cristal antibalas en sus autos, no veo por qué mis pilotos no pueden tenerlo también”.

Robert Fisk

Y aquí no hay que recordar a Londres sino a Rodríguez Larreta, que entregó a sus médicos barbijos que no estaban en condiciones para detener al virus al tiempo que se ensayaba pagar sobreprecios usurarios por insumos, en beneficio de empresas de sus amigos. La improvisación es entonces la consecuencia de la negación al pueblo de sus derechos más elementales.

Ignacio Ramonet, por su parte, en su extenso trabajo sobre la pandemia, señaló que en noviembre de 2008, la oficina de anticipación de la CIA, publicó un informe, “Global Trends 2025: Transformed World”. Aludía a estudios de unos 2.500 expertos de universidades de 35 países europeos, China, India, América Latina, etc. que referían con precisiones a la aparición de un virus pandémico semejante al Covid antes de 2025.

La acción de científicos, la tecnología y otros elementos, permitían anticipar los hechos que los gobiernos, en general, no iban a atender debidamente

El problema, como lo plantean Fisk o Ratcliffe, es muy sencillo. La estructura de los Estados, las superestructuras globales como la ONU y el ámbito que la rodean, están obsoletos. A su vez, el neoliberalismo globalizador, que hoy se debilita y se quiebra, no tiene interés en resolver nada porque, basado en la opción por los más aptos, maltusianismo y darwinismo mediante, pretende que la pandemia elimine población de ancianos y pobres, recordar a Lagarde. El exterminio permanente de África no les es suficiente.

La globalización navega en los gobiernos y los Estados y genera contradicciones en Argentina. Aquí no es lo mismo la tarea de previsión de Alberto Fernández, que se anticipó a los hechos pero debe lidiar con una estructura estatal obsoleta atravesada por efectos de la globalización. Por ejemplo, Rodríguez Larreta en la CABA juega a seguir al gobierno nacional pero no resuelve la falta de agua en Villa 31 o el tema de falta absoluta de auditorías en los geriátricos. Y ahí está el problema: o se recupera el Estado Nación, o los globalizadores y sus personeros locales seguirán jugando la pandemia a la ruleta rusa.

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