Pettinato en el camino de Ari Palluch
En tiempos de adversidad ni un paso atrás
Escribe Alejandro C. Tarruella
“El que no sabe, habla, el que sabe, calla”, dice un principio taoísta por lo tanto, Roberto Pettinato no sigue la causa taoísta. Así, siguiendo el camino del triste Gustavo Cordera, hizo algo más sencillo, siguió la ruta de un conocido refrán de reconocida difusión en nuestras tierras: “el pez por la boca muere”. El conductor no reconocía por lo visto, que en tiempos de adversidad se logran también pasos en el camino de un mundo nuevo al determinar el fin de una cultura. No lo comprendió como no lo comprendió Cacho Castaña.
Lo curioso de lo sucedido en el caso del reconocido músico, unido a la figura mítica de Luca Prodan, la revista “El expreso imaginario”, y otros medios, sucumbió a la hora de la verdad de lo profundo de su pensamiento que resultó ser emisario de muchas de sus actitudes ante mujeres que trabajaron con él. El machismo aunque se intente un falso humor para encubrirlo, es machismo.
Habituado a interactuar con declaraciones y sucesos cercanos a los noticieros, sobre los cuales imperaba su interesante humor, se puso a tratar un caso que recorría los medios, el diferendo entre el actor y cantante Juan Darthés y la actriz Calu Rivero. Luego, en una entrevista dominical, quizá atravesado por el descanso, dijo suelto de cuerpo: “A veces pienso que el acoso sucede porque la otra persona tarda mucho tiempo en decirte que no quiere coger con vos. Si la otra persona lo dijera rápidamente, el 50% de los hombres se achicarían”. Era un intento, consciente o inconsciente de legitimar procederes, culturas, situaciones aberrantes.
De inmediato, gente de otras épocas diría, “tentó a la suerte y quedó entrampado”, sumó rechazos desde diferentes frentes y si bien en particular fueron mujeres las que iniciaron la repulsa, hubo un ancho espacio que cuestionó su visión pragmática, brutal y machista en términos de género. Las redes y los medios crecieron en tensión y Pettinato quiso aclarar que empleo incorrectamente el término “acoso” y pidió perdón. Ya era tarde.
Pettinato se mostró como conductor en su carácter de humorista de cierto talento intelectual que podía incurrir en lo popular con efecto, pero siempre hubo un dejo visible, no central en sus exposiciones, de una soberbia que surgía de su tono inapelable. Al poner el dedo en la llaga, la reacción de muchas mujeres de los medios, fue inmediata. Surgieron entonces, reclamos cercanos y no tanto, respecto de sus actitudes que aparecen en el capítulo de la descalificación de la mujer en la que han caído atrapados algunos hombres de los medios. Posiblemente haya sido el caso de Ari Palluch, un conductor de derecha explícita, ligado al macrismo desde ideas retrógradas que no vacilaba en insultar a un oyente si no le caían bien sus ideas, que acabó con el ruido del éxito por revelaciones de mujeres maltratadas por él en la radio.
Hay algunos, incluso mujeres, que hoy procuran minimizar las denuncias que han aparecido (en estos días nuevos episodios como el que reveló Cecilia Roth, una violación, que aparecen incluso en diario del exterior) señalando que están fuera de época porque sucedieron en tiempos pasados. Lo que no observan es que las denuncias y relatos, son productos del quiebre de una conducta cultural que recorre el planeta. No es ajeno al fenómeno, el impulso militante de “Ni una menos” con trabajos específicos, marchas y reclamos de todo tipo. No son ajenos los escándalos surgidos en Hollywood que acabaron con la carrera de Kevin Spacey y cuestionan a Dustin Hoffman, y recientemente reavivaron un antiguo proceder de Woody Allen que amenaza con la salida de cartel de su más reciente película.
Fiorella Sargenti, editora de “La Cosa Cine” y columnista de “Basta de Todo”) dijo luego de escuchar sus palabras: “Ojalá nos hubieran avisado antes a las chicas de Rock and Pop, así nos evitábamos los comentarios groseros (al aire y fuera), los manotazos a esquivar, los besos en el cuello a evadir y todo eso jamás consensuado o requerido”. “Ojalá nos hubieran avisado antes a las chicas de Rock and Pop, así nos evitábamos los comentarios groseros (al aire y fuera), los manotazos a esquivar, los besos en el cuello a evadir y todo eso jamás consensuado o requerido”. Señorita Bimbo le replicó: “Si sos mujer y trabajaste con Pettinato sabés de lo que habla. Ninguna nos salvamos de un manoseo de más. A mí me mordía el cuello además del bullying fuera del aire con cosas como ser adoptada, nivel quinto grado. Un cerdo. Gracias Fiorella por decirlo. Y de pendeja lo re admiraba y me parecía genial. Me parecía un flash laburar con él. Dejar una oficina y empezar a laburar ahí. Hasta que lo conocí. Oyentes saben de lo que hablo porque ustedes saben todo. Lo he contado. Aprendí mucho. Haz tu camino lejos de la mierda mientras puedas”. Los vientos del cambio dejaron de lado el silencio y aún el temor que producía el hecho de que los protagonistas de la opresión, fueran empleados jerárquicos en la estructura de los medios.
Hay que observar que la Argentina de estos días sobrevive en la transformación de algunos rasgos repudiables de su cultura. Y que por lo tanto, hay novedad, frescura, movimiento en el cual emerge el rol de la mujer en la sociedad y se hunden ciertos efectos miserables de un hacer de siglos resumido en actitudes y costumbres que ya no se legitiman. Se cuestionan, se repudian, se exige penarlas y se abren los puentes para alcanzar las grandes alamedas de la libertad. Caiga quien caiga y cueste lo que cueste.