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Pejotismo buitre: Antes con De la Rúa, ahora con Macri

Roberto Caballero

Para el ex presidente Fernando de la Rúa, el Megacanje del 2001 y el acuerdo con los fondos buitre que impulsa el macrismo fueron y son medidas necesarias para reinsertar a la Argentina en “el mundo” que, en la versión de la derecha de siempre, se traduce en la vuelta al mercado financiero internacional y el acatamiento a las recetas y monitoreos del FMI como solución a todos los males nacionales.

De la Rúa es coherente en su tozuda equivocación. Defendió junto a Domingo Cavallo en su momento el Megacanje que incrementó la deuda en casi 60 mil millones de dólares, deuda que todavía estamos pagando quince años después y, a pesar de que todo terminó en un estado de sitio y una matanza que lo eyectó en helicóptero de la Casa Rosada, considera que aquel acuerdo fue conveniente y necesario, aunque fue el prólogo al default y la hecatombe. Increíble pero real.

Dice lo mismo de la rendición del actual gobierno con los fondos buitre: que es conveniente y necesario para volver al mercado de capitales, y apoya con énfasis que Paul Singer se lleve dólares cash que nuestro país deberá conseguir endeudándose más, poniendo en riesgo toda la reestructuración soberana de los dos canjes previos, dejando al país hipotecado por varias generaciones. Decíamos: De la Rúa es coherente, desde siempre lo atraen los precipicios. Lástima que no paga él sólo por los errores que comete o cometió, sino que lo harán nuestros hijos y nietos que todavía no pueden decidir sobre el empeño de su calidad de vida.

Igual, que De la Rúa apoye el acuerdo entre Macri y los buitres no debería sorprendernos. El malogrado ex jefe de Estado aliancista observa algo obvio: el escenario del 2001 y el actual, en materia de excusas para endeudarnos, son casi idénticos. Los movimientos políticos detrás, muy parecidos. También en aquella época el PJ, o su liga de gobernadores “exitosos”, militó y convalidó el Megacanje bajo el pretexto de que era la única manera de que arribaran fondos frescos para sostener las arcas provinciales. ¿No es la misma excusa que ponen ahora, esos mismos gobernadores, para dar su aval a la victoria de Singer, Griesa y un grupo de bancos que harán un gran negocio, a costa del sacrificio de millones de argentinos?

A propósito, ¿los colocadores de aquella deuda, la del Megacanje, no son los mismos que ahora van a recibir comisiones por el nuevo trato? Hagamos memoria: JP Morgan, Goldman Sachs, Barclays, Morgan Stanley. Mismos argumentos, mismos consensos, mismos beneficiarios, mismos actores, ¿a quién se le ocurre que puede haber resultados distintos? Sólo a alguien que está dominado por un exceso de ideología, es decir, a un fundamentalista del mercado, que los hay; o a quienes esto vaya a reportarle, independientemente de la suerte de los habitantes del país, algún tipo de ganancia o negocio sideral.

Cuando se lee en la nota de la agencia Bloomberg que “Wall Street tiene nuevamente viento a favor en la nueva Argentina”, conviene prestarle mucha atención al texto. Hay algarabía ideológica en él, pero también abundante información: “Desde su triunfo en noviembre, el presidente Mauricio Macri, un ex empresario, ha llenado el Estado con empresarios, financistas, economistas y ejecutivos”.

Y sigue: “No es un plan que un líder consideraría implementar hoy en día, ni en Estados Unidos, España, o Grecia, lugares donde el sentimiento anti-banquero ha ido aumentado en los últimos años (…) Macri quiere profesionales especializados en las leyes del libre mercado que se hagan cargo (…) No son sólo los alumnos de JPMorgan y Deutsche Bank (en alusión a Alfonso Prat-Gay y Luis Caputo) que dominan los puestos gubernamentales. Goldman Sachs Group Inc., Barclays Inc. y Morgan Stanley están representados también, con ex-integrantes en puestos claves en el Bancos Central y la agencia estatal de fondos de pensiones”.

Lo dice Bloomberg no Página 12. Y es tan, pero tan sugestiva la colonización de estos aprendices de banqueros en áreas sensibles del Estado y tan evidente la rendición incondicional ante los fondos buitre, que la misma agencia pro-mercado, pro mundo financiero, pro-liberal se anima a sugerir una crítica al pacto que el PRO, Massa y los gobernadores pejotistas apoyan: “Los términos del acuerdo, que aún necesita de la aprobación del Congreso, han sido fuertemente criticados por los aliados del kirchnerismo como demasiado favorables para los acreedores internacionales, muchos de los cuales están posicionados para llevarse importantes ganancias de los bonos defaulteados. Y allí se halla la principal vulnerabilidad en el camino elegido por Macri: la percepción de que este equipo formado en Wall Street es demasiado cercano o está demasiado cómodo con estos fondos (buitre)”.

Ellos mismos lo dicen: hablan de cercanía y comodidad. Como si fueran socios, más que contendientes en una disputa por plata o soberanía. ¿Acaso algunos harán buenos negocios mientras el país hace un pésimo negocio? De mínima corresponde preguntárselo, aunque no es descartable que Prat Gay y sus golden boys lo hagan por convicción ideológica.

Por caso, De la Rúa sigue convencido de que hizo las cosas que debía hacer, olvidándose de los efectos concretos (y devastadores) que tuvo su decisión sobre la sociedad argentina.

Entre muchas de las consecuencias, los fondos buitre, el juicio de Singer, la intromisión de Griesa y el presente que vivimos. Decisión que, por otra parte, tuvo el respaldo de economistas, banqueros, el FMI y empresarios, pero también (es bueno remarcarlo, porque son los que ahora están fogoneando la derogación de las leyes de Pago Soberano y Cerrojo, tal como piden Griesa y Macri) de gobernadores justicialistas que, en teoría, eran opositores al gobierno, como José Manuel de la Sota. En su libro “Camino a la Estabilidad”, el propio Domingo Cavallo lo confiesa: “Logré convencer a los gobernadores justicialistas, quienes incluso llamaron por teléfono al presidente De la Rúa para decirle que apoyarían mi iniciativa, en la medida en que hubiera un acuerdo para reestructurar la deuda provincial”. ¿Esto es de ahora o de antes? ¿Cambiamos deudas por coparticipación?

Es interesante recordar qué decía el gobernador justicialista de la mayor provincia del país, Carlos Ruckauf, para justificar la aprobación de aquel trágico Megacanje: “Creo que hay que seguir extendiendo la mano (…) hace falta un convenio entre el Presidente y los gobernadores para que De la Rúa recupere poder político y se tomen medidas que produzcan reactivación y que acaben con esta situación ya no de recesión, casi de depresión que venimos viviendo, para aprovechar este Megacanje que va a dar un respiro financiero a la Argentina”.

¿Cuánta diferencia hay entre lo que decía Ruckauf a meses del estallido del 19 y 20 de diciembre del 2001 y lo que Juan Manuel Urtubey dice ahora, cuando va a Intratables? ¿O lo que afirma el sanjuanino Uñac, después de que Macri sacó las retenciones a la minería y le prometió pagarle la deuda provincial?

En junio de 2001, De la Sota, gobernador justicialista de la segunda provincia más grande, hacía estas declaraciones, flanqueado por el propio Cavallo: “El país está tan mal que a veces uno dice que más que opositor hay que dar una mano”.

La crónica del diario La Nación acota que esta definición fue hecha por De la Sota “tras regresar al país luego de acompañar al ministro de Economía Domingo Cavallo por una gira por Europa y Estados Unidos, donde presentó el Megacanje de la deuda (…) De la Sota comentó que acompañó al ministro para ‘darle una mano al Gobierno Nacional’, al igual que lo hicieron el gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann; y el gobernador del Chaco, Angel Rozas”.

Reutemann era el gobernador justicialista de la tercera provincia más grande el país. Según el diario La Capital, de Rosario, en mayo de 2001, “viajó a Nueva York para sumarse a la delegación argentina que promociona desde ayer el canje de deuda pública en Europa y Estados Unidos. (…) Habló con los medios de prensa sobre las características de su viaje: ‘Se trata de un pedido especial del doctor de la Rúa, quien me llamó el viernes para decirme que la Argentina, a través del ministro de Economía (Domingo) Cavallo salía a hacer un road show sobre las características del megacanje’, dijo Reutemann. ‘De la Rúa pidió a dos gobernadores del Partido Justicialista y de la Alianza para que acompañemos a Cavallo. Yo voy a asistir por ese expreso pedido de De la Rúa, para dar una imagen de unidad nacional que nos ayude a salir de este mal momento que estamos pasando’.”

Dentro de 48 horas los legisladores van a resolver una encrucijada histórica. Repetir el pasado como si fuera el futuro o dar vuelta la página de la historia del endeudamiento, para no volver a hipotecar la economía nacional en el altar de la usura financiera internacional.

No hay nada nuevo bajo el sol. El acuerdo buitre es como el Megacanje: bancos que tratan de hacer caja con suculentas comisiones, diputados y senadores que negocian misteriosos sanguchitos, gobernadores justicialistas que se desviven por ser oficialistas de cualquier gobierno que los invite a disfrutar de viajes, reuniones en Olivos y fantasías de pagos de deudas provinciales que les permitan ser reelegidos, cuadros del sistema financiero mundial que hacen de funcionarios nacionales, extorsiones diversas por motivos inexplicados, promesas de lluvia de dólares, reinserción del país en el mundo, sonrisas del FMI y mandatarios extranjeros donde operan los bancos que van a hacer el negocio.

Es un calco. Lo que no debería pasarse por alto es cómo terminó aquello.

Fue tan letal y tan absurdo a la vez, que Argentina después del Megacanje se cayó del mapa de verdad. Ni vinieron inversiones, ni se solucionó la crisis de la deuda. Por el contrario, se hizo trizas el sistema político, sobrevino el default y se desató la mayor debacle económica que se recuerde.

En televisión pasaba lo mismo que pasa hoy: economistas y políticos (oficialistas y opositores) hacían fila para defender las virtudes del acuerdo. La realidad se los llevó puestos a todos. Al menos, por quince años. Algunos regresaron, y con las mismas recetas.

¿Hace falta aclarar que lo más probable es que obtengan resultados idénticos?

El problema es que esta vez, si se vuelven a equivocar, el helicóptero nos va a llevar a todos.

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