Pandemia y balances: un año difícil para la cultura
“En algo nos parecemos, luna de la soledad”, decía Yupanqui cuando escribió “Luna tucumana”. Lo mismo podríamos decir en relación al resto del mundo con respecto a la crisis mundial generada por la pandemia a raíz de la aparición del Covid19. Si en algo nos parecemos, es que todos y todas nos vimos afectados por su aparición. Pero sabemos que algunos más que otros: si bien todos los sectores sufrieron sus efectos, el sector cultural es uno de los que más los padeció.
Por Alma Rodríguez
En principio, porque sus trabajadores y trabajadoras no son considerados un sector esencial (eso debería ponerse en discusión y no en detrimento de los otros sectores esenciales como la salud sino en consideración con el lugar que la cultura tiene dentro de un país en relación con la educación, por ejemplo). Y el otro motivo está relacionado con que muchos de los bienes culturales materiales tienen un alto valor económico como es el caso de los libros y en una situación de crisis sanitaria resulta ser de los primeros bienes en sufrir un recorte.
Otro de los factores determinantes de esta crisis está dado por las condiciones de propagación del virus, y tiene que ver con que muchas de las manifestaciones artísticas, sobre todo los conciertos de música y el teatro, requieren de la presencia simultánea de un grupo más o menos numeroso de personas, cosa que el virus adora porque constituye el ámbito propicio para el contagio.
Los balances a fin de año suelen ser un momento de evaluación sobre un camino recorrido o una tarea realizada y en el que en general suele hacerse para hallar un saldo positivo. Este 2020, en lo que a cultura se refiere, parece no ser tan así.
Diferentes voces de los distintos sectores culturales opinaron al respecto y se sumaron a este balance del 2020.
Los libros de la buena memoria
La literatura -junto a las editoriales- sufrió un enorme golpe que ya venía manifestándose desde los cuatro años de gobierno macrista con la caída de la industria editorial en general. Con respecto a este sector, no sólo el cierre de librerías y el precio del papel, sino la circulación de libros en PDF complicaron aún más a sus representantes y trabajadores.
Dice Enzo Maqueira, reconocido escritor e integrante de la Unión de escritoras y escritores: “La pandemia demostró que los libros siguen vigentes en pleno siglo XXI. El confinamiento generó avidez por los PDF y un debate sobre los derechos de autoría. Escritoras y escritores se vieron, de repente, inmersos en la contradicción de celebrar que sus textos sean necesarios y lamentar que el trabajo de la escritura no se encuentre debidamente reglamentado, para que esa necesidad suponga también algún beneficio».
Enzo Maqueira
«De hecho, la pandemia también reveló la situación desesperante de gran parte de quienes escriben. Desde la Unión de Escritoras y Escritores tramitamos bolsones de comida para paliar los casos más extremos entre nuestra masa societaria. El regreso de las librerías marcó un ligero repunte en una actividad que ya venía en caída y que se había agravado durante los primeros meses del año. Una buena venta online no fue suficiente para evitar que la industria del libro quede al borde del colapso, con cierre de librerías (“La librería de las luces”, la más emblemática) y editoriales que dieron de baja buena parte del plan de publicación para este año y el próximo».
«Escritoras y escritores pasamos gran parte del año impulsando una Ley del Libro que ponga en orden la industria y la convierta en el motor de la recuperación económica. El Estado todavía no nos dio respuestas. También nos debe una Ley de Jubilación que espera ser sancionada. Fue un año difícil y tocamos fondo. Estamos al frente para levantar al libro argentino y llevarlo como bandera a la victoria.”
Eventos que pueden movilizar la venta de libros como la Feria del libro no fueron realizados ni siquiera de manera virtual dada la inminencia del confinamiento cercano a la fecha en que el encuentro pensaba llevarse a cabo. Como contrapartida, fue un año relevante para la Argentina en cuanto al reconocimiento de la literatura en el exterior y, en particular, para el boom de mujeres escritoras argentinas reconocidas en varios lugares del mundo.
Para Ana López, librera, dueña de “Suerte maldita”, una librería independiente ubicada en el barrio de Palermo, el panorama coincide con lo mencionado hasta aquí: “Para las librerías independientes, la pandemia implicó repensarse: ofrecer opciones de delivery sin perder la especificidad, pensar en alternativas virtuales para seguir llegando a los clientes, adaptar los espacios a los protocolos cuando se volvió a poder tener la puerta abierta. Más allá de los números propiamente dichos, fue un año en que se reconquistaron lectores que se reencontraron con espacios personales de lectura. Cómo seguirá impactando esto en los hábitos de consumo post pandemia es una pregunta que todavía está abierta».
Ana López
«Sin embargo, sin duda resulta fundamental la implementación de políticas de Estado para lxs trabajadorxs del libro que se sostengan en el tiempo y que apunten al apoyo de las librerías independientes para las que las reglas de juego comerciales siguen siendo siempre las más adversas.”
Con la música a otra parte
Los artistas y trabajadores de la música son quienes sintieron más de cerca los efectos de la crisis por la pandemia y este sector, se sabe, será de los últimos en recuperarse.
Según el músico, intérprete y compositor, Hernán Crespo, “el 2020 fue un año bastante complicado en general para todos. Y el sector musical no está exento. Muchos hemos tenido que suspender todos los planes que teníamos para este año. Shows, giras, grabaciones. En lo personal, había trabajado mucho durante el año anterior en la planificación de una gira por Europa con conciertos programados en Suiza, Francia, España y Rusia. Todo se ha suspendido y por ahora no se ve posibilidad de reprogramación. Aparecieron los streamings, veremos si se le encuentra el formato adecuado que rinda artística y laboralmente para todos. Lo que sí, el parate sirvió para terminar producciones que habían sido comenzadas con anterioridad (en mi caso se trata del lanzamiento de un EP en Spotify titulado “En camino” y que incluye cuatro temas), y plantearse nuevos proyectos a desarrollar en el futuro, pero la incertidumbre que existe a nivel mundial, hace muy difícil planificar algo a mediano plazo».
Hernán Crespo
Por su parte, la reconocida cantante, autora e intérprete de tango, Marisa Vázquez expresa: “La pandemia nos puso a todas/todos y todes a prueba en un montón de aspectos. Dentro de todo ese vericueto de situaciones únicas y personales sucedía algo grave: muchos trabajos informales habían sido suspendidos, puesto que no eran esenciales e implicaban contacto y riesgo, dentro de ellos la música en vivo, uno de los sectores sin dudas más afectado por esta pandemia y uno de los últimos en recuperar su actividad. La primera forma que encontramos de “hacer algo” fue amigarnos con la tecnología: realizar algunos streamings y comenzar a dar clases virtuales».
«Como consecuencia de lo que sucedía nos dimos cuenta el grave estado de precarización y desprotección en la que trabajamos y del hecho fundamental de no ser muchas veces consideradas/os trabajadoras/es, e inclusive de no nombrarnos a nosotras/os mismas/os como tales».
Marisa Vázquez
«Dentro del sector del tango a algunos/as -entre la necesidad y la angustiante incertidumbre de tantos meses sin trabajo- comenzaron a agruparse en colectivos para poder de esta forma conseguir la fuerza necesaria y la representación para sentarse en las mesas de negociación con el Estado. Nos reunimos en el FFUT (Frente Federal Unión Tanguera), formado por muchos colectivos de diversas actividades (intersectorial), y desde allí trabajamos con intención de conseguir algún acuerdo que nos proteja y también para poner en marcha un protocolo de vuelta a la actividad. Las mujeres y diversidades del sector ya estábamos organizadas desde las distintas colectivas feministas, la de músicas de tango representada por Tango Hembra (creada hace 4 años), puesto que nuestra lucha es previa a esta situación, ya que dentro de ese sector tan vulnerable las más afectadas, destratadas y subestimas somos siempre las mujeres y toda la comunidad LGBTQ+».
«Las colectivas Feministas nos unimos en una Mesa de Género (del FFUT) y desde allí funcionamos como una verdadera red de amparo y contención de cada compañera, seguimos trabajando en un protocolo para prevenir violencias en el medio, discutimos la extensión o reformulación de la Ley de Cupo Femenino, y pudimos -en los primeros y urgentes días- dar una mano concreta a las que dependían exclusivamente de actividades escénicas (que habían sido suspendidas)”.
Al igual que, en el caso del ámbito de las letras, los músicos y músicas se vieron frente a una situación de precariedad laboral que salió a la luz con esta pandemia pero que venía de años.
“Creo fundamental la necesidad de trazar políticas culturales que protejan a les trabajadores del sector musical y de toda la escena cultural tanguera desde organizaciones realmente horizontales, dejando de lado viejos esquemas patriarcales verticalistas y personalistas, opina Marisa Vázquez, “el arte no es un hobby, es un trabajo, muchas/os de nosotras/os hemos cursado un conservatorio de largos años, hemos tomado interminables y carísimas clases privadas y nos seguimos preparando a diario, a esa tarea se le suma ahora el desafío de estar presentes en todas las redes y plataformas, de contar con un buen material discográfico y visual, de encontrar escenarios donde tocar y acordar los consiguientes contratos, los que incluyen no solo la parte monetaria, sino la prensa, la gráfica, el sonido y sobre todo la convocatoria, en un momento en donde el arte pasa a ser un artículo de lujo, una tarea realmente inmensa».
La exención del pago del monotributo, la extensión de los beneficios de la AUH (Asignación Universal por Hijo), disponer de las plataformas del Estado para realizar streaming o espectáculos, utilizar espacios abiertos, la difusión de artistas nacionales en las radios y el efectivo pago de derechos, la creación de una Radio Nacional Tango, la mejora del monto de las becas y subsidios ofrecidos al sector y la no competencia entre algunas de ellas de poco monto, serían algunas medidas rápidas para subsanar el daño. Vamos hacia un mundo nuevo, es cierto, nos estamos adaptando a nuevas formas, pero no me lo imagino sin arte y sobre todo sin música», concluye Vázquez.
Un escenario vacío…
El teatro, al igual que el resto de las manifestaciones culturales, se vio obligado a reinventarse sin que eso significara encontrar la manera de subsistir sino básicamente de no desaparecer de la escena cultural.
Según el dramaturgo y actual director del Teatro Payró, Diego Kogan, “A modo de balance del año de más está decir que, para la cultura, el teatro, y especialmente el independiente, fue un año espantoso. A las dificultades habituales se han sumado las propias de la pandemia, que prácticamente nos sacó de la cancha».
Diego Kogan
Salas que han cerrado definitivamente y muchas otras que están pensando en esa posibilidad; precarización e informalidad de les trabajadores de la actividad, de larga data, pero agravadas por la ausencia casi total del Estado de la Ciudad de Buenos Aires; el Estado Nacional haciendo lo imposible para acercar ayudas, pero que siempre serán insuficientes, mientras reconstruye la trama sanitaria destruida por cuatro años de desatención (no olvidemos que, además de no tener Ministerio de salud, tampoco teníamos de Cultura); y el panorama a futuro que, al menos para el 2021 con una situación sanitaria amenazante, no promete una reactivación de la actividad que nos permita salir airosos de esta situación».
«A pesar de todo esto, y desde el confinamiento y la distancia, desde el Payró pudimos poner en marcha un proyecto largamente soñado: la Payroteca, el Archivo Histórico de nuestro Teatro. Compartimos materiales a través de las redes y, fundamentalmente pusimos en movimiento esta tarea que, el día a día de las circunstancias normales no nos permitía. No obstante, no hay streaming, ni zoom, ni protocolos, ni aforo reducido que traiga soluciones concretas. Sin una declaración de Emergencia Cultural no habrá reactivación para todes, apenas algunas salas y algunes trabajadores del teatro independiente están pudiendo retomar sus tareas, la mayoría de manera casi simbólica. Todo esto nos encuentra a fin de año brindando por el pronto regreso, el reencuentro, pero con más incertidumbres que certezas”, concluye Kogan.
Lograr ayuda y acompañamiento al sector cultural sin dejar de lado ninguna disciplina y en un momento tan complicado como éste será el desafío para el año entrante.