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Occhipinti pinta a Maradona y Messi por todo CABA y el conurbano bonaerense

Por ARIEL BORENSTEIN

En el corazón de la Villa 31, Lionel Messi levanta, al fin, la copa del mundo con la mano derecha. Pero su mirada y su otro brazo se dirigen a la izquierda y hacia arriba, a un cielo desde donde surge Diego Maradona, feliz y calmo al mismo tiempo. En versión barba prolija de su época de entrenador de la selección, pero sin saco de DT: con la camiseta argentina puesta. Los dedos de los dos máximos ídolos futbolísticos del país se buscan. @ochi.ok es la firma que da cuenta que el mural que expresa el éxtasis mundialista post tercera pertenece al artista Javier Occhipinti.

En el sudeste del conurbano, Messi maduro levanta la Copa del Mundo del 2022 y Messi pulga, Messi pibe, posa en cuclillas con una pelota de potrero rosarino. En la otra punta del mural, Maradona levanta la copa del 86 y Maradona cebollita se adueña de una número 5, el mejor juguete. En el centro del mural pintado por Ochi, los escudos de la Asociación del Fútbol Argentino y de la Asociación Deportiva Berazategui.

“Pinté Maradonas y Messis por toda Capital y todo el conurbano”, explica el artista de Escalada Javier Occhipinti, a quien dos acontecimientos lo recargaron de trabajo. “Tras la muerte de Maradona se multiplicaron los pedidos para que haga murales de Diego y después de ganar el mundial me pasó lo mismo con Messi”, puntualiza.

Sus murales registran versiones, juntos o separados, de Maradona y Messi rodeados de emblemas como banderas argentinas y las Islas Malvinas. Otros más específicos muestran a Diego en un palco de la Bombonera con una camiseta de Boca, collares, gorro castrista y habano.  En una columna de la cancha de Banfield que requirió de al menos cinco andamios para trabajar, Messi comparte panteón con el Dibu Martínez y con Nicolás Tagliafico, surgido de las inferiores del club. Desde la columna de enfrente, Julio Falcioni levanta la copa del título local conseguido en 2009, junto a Javier Sanguinetti y el mítico Garrafa Sánchez.

El arte popular y la cultura futbolera

Previo al muralismo, Ochi pintaba banderas de hinchadas de fútbol, “telones” como se denomina en el tablón a los trapos que cubren tribunas enteras y bajan desde lo alto de la tribuna. “Un día me llamó Pepe Perretta para ofrecerme trabajo. Me había visto pintar en un curso que estaba tomando de aerografía. Cuando llegué al taller en Villa Celina no lo podía creer. Inmenso, con pedidos de todos los equipos”.

Apenas ingresó, Perreta lo invitó a viajar a Mendoza, donde iban a estrenar un telón de Godoy Cruz con imágenes de Messi, Maradona y el Papa. “Me sirvió un montón porque terminé de dimensionar lo que es para una hinchada la bandera que le hacíamos. Un manto sagrado. Fue toda una ceremonia. Tan importante como desarrollar la propia técnica de la pintura es sentir lo que uno hace, lo que transmite y lo que significa para el otro”.

Las banderas no tan grandes y otro tipo de trabajos se hacían en el taller. Pero los telones requieren que cada hinchada busque un lugar específico para poder desplegar las telas a pintar. Canchas de papi fútbol de clubes de barrio o galpones inmensos. Perreta trascendió las fronteras con su arte y Ochi fue parte del equipo de trabajo que viajó a Asunción para confeccionar un telón para la barra de Cerro Porteño. “Apenas llegamos nos cuentan que íbamos a tener custodia armada mientras trabajábamos. Fueron directo al grano. Nos explicaron que un tiempo antes ellos se enteraron que los de Olimpia estaban haciendo un telón, fueron adonde se hacía y lo quemaron. Entonces tomaron precauciones para evitar la represalia”, cuenta.

De la aerografía al muralismo

Mientras trabajaba con Perreta, Ochi además de pintar banderas empezó a hacer algunos murales en homenaje a fallecidos a los que amigos y familiares buscaban inmortalizar en paredones de sus barrios. Decidió avanzar en la disciplina para lo cual eligió tomar un curso con el que considera el mejor: Martín Ron.

En Asunción la realización del telón a Cerro Porteño tuvo final feliz pero Ochi sintió que había cumplido una etapa. “Ganaba muy bien y tenía laburo pero sentí que ya se me hacía rutinario. Aproveché que estaba afuera del país y me fui de Paraguay a Brasil donde mi hermano Nicolás estaba trabajando en un boliche en Florianópolis”, explica.

Un alto en un camino que había empezado en los veranos en calle 1 de San Clemente, donde paraba en lo de una tía. Como la policía no le permitía trabajar allí consiguió un puesto en una feria. Ya en Escalada se puso un local en el que pintaba de todo, aunque lo que le dejaba más rédito eran las banderas de egresados. Cuando había decidido cerrar el comercio porque “a lo sumo salía empatado, me salió el trabajo con Perreta”. Allí además de banderas y algunos murales dictó cursos de aerografía. Un alumno que tuvo era un ecuatoriano, fanático de Liga Deportiva Universitaria.

En Florianópolis se puso de novio con Brenda, amiga de su hermano y decidieron viajar por Sudamérica hasta llegar a México. Pero apenas iniciado el viaje se quedaron sin plata. En Ecuador la necesidad le dio pie a una oportunidad. Su alumno ecuatoriano los alojó en la casa y avisó que su profesor de aerografía iba a trabajar con él. Los llamaron de la comisión directiva de Liga Universitaria para pintar murales en el estadio. De estar varado y sin un peso a cobrar en dólares por una obra con jerarquía. Para la inauguración, Ochi se encontró en una conferencia de prensa, con cola de hinchas con fotos de su pintura para que les firmara un autógrafo.

Mientras estaba en Panamá lo llama Ron para ofrecerle sumarse a su grupo de trabajo. Un gran paso adelante. “Trabajé con él en murales importantísimos como el que hicimos en la AMIA, en la calle Pasteur, y en el Hospital de Clínicas en homenaje a los médicos que tuvieron que asistir a las víctimas del atentado”, se enorgullece.

Hace unos años, Ochi decidió seguir camino por las suyas. Lo llaman empresas, vecinos, comerciantes para realizar murales de todo tipo, con distintas temáticas. Pero lo que es recurrente es que le pidan “Messis y Maradonas”.

Ochi, siempre inquieto, siente que lo que él hizo y hace en remeras en un principio, en banderas después y con murales hoy es “transformar algo”. Tiene alma de restaurador. “Me gustar darle una segunda oportunidad a las cosas”. Ambiciona que su muralismo se complemente con la creación de plazas, parques y lugares públicos que le sirvan a la gente.


Fuente: El Destape

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