Éste título de mi último libro, me remite a repensar cada acontecimiento de degradación institucional, política y social que se va produciendo en el país, ante la mirada pasiva de una dirigencia que no logra reaccionar, ante la velocidad de los cambios producidos por un gobierno, que sin reparar en costos humanos, avanza brutalmente en consolidar las bases macro económicas de la dependencia.
Decía Albert Einstein que si repiten los mismos métodos, los resultados serán iguales y esa situación se está dando en el terreno político. No es nueva la actual actuación dirigencial, sino que se viene repitiendo desde el inicio mismo de la democracia.
Los niveles de tensión entre los proyectos de país confrontados, ha llevado a una anulación de la construcción social y productiva solidaria, ante la destrucción de los avances conseguidos en cada etapa anterior. Como en una guerra a muerte, el objetivo prioritario de los sectores reaccionarios es la destrucción del otro, en éste caso el peronismo y el movimiento nacional, antes que responder a los intereses y demandas del pueblo argentino.
No hay salida en ese marco, que ni siquiera es ideologizado este conflicto, ya que si así fuese podría discutirse en términos de objetivos de Patria los caminos a seguir, entre diferentes miradas, de un mismo respaldo del bien común y del apuntalamiento de la soberanía nacional.
Pero al apostar a la desaparición de casi la mitad de la población desde el punto de vista político, lleva inexorablemente a un escenario de guerra civil. Nadie se somete alegremente a su propia destrucción.
El peronismo es una realidad tangible en la memoria de los argentinos, tanto en lo cultural como en lo económico social, es una realidad que no ha podido ser desplazada, porque trasciende la sola idea de partido.
Es una construcción del pensamiento que apuntala la salud pública, la educación pública, la seguridad social, la movilidad ascendente, la producción nacional, la defensa nacional, la profundización de la investigación y el desarrollo, como ejes motores de una construcción colectiva, como Comunidad.
Pero esa realidad, no siempre ha tenido las respuestas estructurales instrumentadas de manera tal, que posibiliten su continuidad, como hecho colectivo de construcción política.
Por lo contrario la fragmentación producida, en parte por la penetración neoliberal individualista en el seno de las fuerzas propias, como también la acción persistente del enemigo en su afán de colonización definitiva de la Patria, implica un cuadro de situación grave que requiere un análisis profundo, del marco estratégico de construcción del modelo social y productivo, solidario y soberano, con justicia social, que debe aunar al conjunto de las fuerzas populares, que puedan concurrir a la lucha en términos de Patria.
Esa es la unidad es necesaria para no ser destruida en cada proceso electoral, en una democracia debilitada por la cooptación de los factores de poder real y el mercado, que como ordenador social desde el inicio democrático, auspiciado por el Consenso de Washington, que exige esa subordinación las políticas macro económicas, con la consecuente pérdida de soberanía y archivo de las políticas sociales.
Es que una democracia que no admite cambios estructurales, a una concepción consolidada por el enemigo, macro económica, denostando y persiguiendo, a los sectores políticos que nos proponemos cambiar esa ecuación por un marco de reconstrucción de soberanía política, que ha sido arrasada, por las nuevas olas neoliberales, hoy anarco libertarias, pero en cualquier variable siempre dependientes y coloniales, conducidas por EEUU y sus socios como Israel, Inglaterra y la OTAN.
Entonces estamos frente a un escenario complicado por varios factores, en especial por una dirigencia que se ha debilitado doctrinariamente, al calor del posibilismo electoralista que borra utopías y que se ha privilegiado por encima de los objetivos a alcanzar, como cuerpo de construcción del pensamiento, con idea de una Patria soberana.
Una democracia como la actual que se dice defender, no tiene desde el punto de vista republicano, una Justicia que funciones y sólo está al servicio del poder real, además se asume como instrumento de sus intereses, antes que de defender un servicio de Justicia libre de compromisos.
Lo mismo sucede con el Parlamento, simple encuentro de legisladores, que pueden expresarse, pero no modificar la realidad, con leyes que nunca cambian estructuralmente el país dependiente consolidado desde la Constitución Nacional de 1994.
Diferenciar adversarios políticos de enemigo es esencial, a menos que la inocencia política adjudique todos los males a la inoperancia argentina, como pretenden aquellos sectores, aliados lacayos de poderes extranjeros imperiales, que no sólo apuestan a denigrar la política como instrumento de construcción social y productivo, sino a borrar la identidad y la memoria del pueblo argentino como tal.
Esa degradación democrática, opera sobre el consciente colectivo del pueblo, atribuyendo todos los fracasos de sus expectativas, a la política, al haber desaparecido del diccionario la palabra enemigo, que opera, no sólo el campo nacional y popular, sino tejiendo alianzas, como históricamente con los sectores de las élites oligárquicas, que se sienten extranjeros en su propia tierra, desde siempre.
Las nuevas generaciones emergen entonces en dos direcciones opuestas, una que va naturalizando una situación de subordinación y sometimiento a los dictados impuestos, que se van consolidando en el tiempo, y aquellos que asumiendo la batalla cultural por la recuperación Patria, tienen sus propios tiempos, vienen de historias diferentes, bombardeados por la cultura dominante neoliberal y que han logrado romper con esas pautas individualistas, por el camino comunitario de la construcción colectiva.
El camino de la lucha, abonado por la humildad, la austeridad, el compromiso con el pueblo, la voluntad de enfrentar los condicionamientos impuestos, es un derrotero que se está recorriendo en éste tiempo, que implica nuevas respuestas, ante las nuevas realidades, es el que están llevando adelante jóvenes que con responsabilidades ejecutivas o políticas, se liberan de las condicionalidades impuestas, por el poder real o el manejo remanente de otros tiempos, que no resigna espacios, aún a costa del conjunto.
La Comunidad Organizada en el marco de la reconstrucción del Movimiento Nacional con objetivos de Matria Patria Grande, incluye a todos y todas, sin exclusiones, ni sectarismos, ni dogmatismos, mucho menos con canibalismos sin destino, recuperando valores y virtudes que han sido abandonadas, frente a una Patria que se nos escabulle, brutal e inhumanamente de la mano del enemigo, que intenta una nueva fragmentación colonizadora.
Jorge Rachid
CABA, 19 de diciembre de 2024
BIBLIOTECA
Michael Foucault: El nacimiento de la Biopolítica Ed. Curso de College de France
Alberto Methol Ferre: América Latina en el siglo XXl Ed. Fundación Vivian Trias
Juan Perón: Conducción Política Ed. Instituto Nacional Perón