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“¡No hay tiempo que no se acabe/ ni tiento que no se corte!”

El tiento que se corta...

Alejandro C. Tarruella

El 23 de abril, el país se movilizó con los estudiantes al frente para renovar su fe en la Patria, en sus valores, en la unidad indestructible entre estudiantes, trabajadores, desocupados, organizaciones de derechos humanos, colectivos de pymes, y el pueblo en general. Plaza de Mayo sintetizó las marchas que iban desde Diamante, Entre Ríos, pasando por Corrientes, Posadas, Salta, Tucumán, Córdoba, Comodoro Rivadavia, Rosario, Santa Fe y tantos otros lugares de la Argentina en pie. No olvidar que la muchachada de La Plata vino a la marcha en la capital (Ciudad Autómata Británico Asociada).

En el Martín Fierro se lee si uno atiende con rigor al mensaje que nos da, día a día, José Hernández: “¡No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!”. Y Hernández terminó de escribir su obra en una pieza del Hotel Argentino, ubicado en lo que es hoy el Banco Nación, sobre la calle 25 de Mayo. Y lo hizo de modo clandestino cuando el gobierno de Sarmiento había puesto precio a su cabeza. Del mismo modo que el pueblo que llegaba ahora hasta ese punto, sufre el hecho de que el gobierno sinley puso también en precio su cabeza, como le sucedió al poeta nacional.

La educación pública, acechada, desfinanciada por los mercaderes (Javier Timerman afirmó: “el mercado no existe”), está en jaque debido que se pretende destruir los derechos de millones de estudiantes, profesores y personal no docente, que se reconocen comprendidos por una legislación y una cultura históricas en el país.

La respuesta fue contundente y definitiva. Por eso, alcanzó al conjunto del arco político institucional y quebró el significado de una época que une al menos dos hechos: la irrupción de la multipolaridad a nivel universal y el derrumbe del modelo político trazado en 1983, que se verifica en la falta de credibilidad en la representación política y la irrupción de las jóvenes generaciones. Las marchas de la CGT y las CTA, la aparición en las calles de los colectivos de cultura (marcha del 11 de noviembre de 2023 en la calle Corrientes), con los que la CGT pergeñó la columna del sector “las más importante en la historia de la CGT” según Miguel Ángel Paniagua, secretario de Cultura de la central, los diferentes reclamos en las calles que van a lo largo y a lo ancho de la Argentina, ponen en cuestión a la dirigencia política. No niegan la política, exigen una recuperación de sus términos históricos para ponerlos en marcha hacia nuevos horizontes.

No se trata de poner en discusión a “la política” sino a un modo de ejercerla. A un estilo que combina cierto grado de representación con un grado, a veces mayor, de acuerdos de altura entre dirigentes, que alejan la representación del sentimiento y de los derechos de miles de argentinos sobre los que sostienen su poder quienes tienen que representar, no esgrimir. Cientos de jóvenes de universidades de La Matanza, Florencio Varela, La Plata, José C. Paz, Hurlingham, Avellaneda, expusieron ayer un pensamiento que resonaba en la emoción y la certeza de que existe una canción que con Jaime Dávalos nos dice: “el día que los pueblos sean libres, la política será una canción”. Y cantaban, anunciándolo.

Versalles, Madrid, Malvinas

Este armado político de peso internacional, se armó entre una dirigencia de la entrega Argentina y el Reino Unido, con los Acuerdos de Madrid I y II (denominado, Tratado de Versalles argentino), de octubre 1989 y febrero  1990, más la sanción de la Ley Nacional 24184. Eso ocurrió durante la presidencia de Carlos Menem, cuando Domingo Cavallo era ministro de Relaciones Exteriores. Se trazó en esa “sometida” con acuerdo del arco político, no olvidar, y allí se entregó la suerte de la actual acometida tanto en las Islas Malvinas donde hoy opera la OTAN, que Macri quiso ratificar con el acuerdo, alcohólico diplomático, Foradori-Duncan de 2016, que jamás tuvo aval del Senado. “El proceso de desmalvinización comenzó en el ocaso de la dictadura, al ocultar el retorno de los ex soldados combatientes y silenciar su voz. La desmalvinización  continuó  en  democracia,  forjando  una  interpretación de la guerra, una negación de la historia del conflicto diplomático sobre los  territorios  del  Atlántico  Sur  y,  por  último, a partir  de  políticas que atacan nuestra soberanía”, analizó Federico Mizrahi en un trabajo que realizó para la Facultad de Humanidades y Artes Universidad Nacional de Rosario.

Mizrahi recuerda también en su estudio (https://revistas.unlp.edu.ar/malvinas/article/view/14717/14447) que “… al  no  ser  aprobado  por  el  cuerpo  legislativo,  el  tratado  anglo-argentino firmado en Madrid el 15 de febrero de 1990 —mal denominado “declaración”, por generar obligaciones recíprocas para ambos Estados—, no ha de ser obligatorio para la República Argentina ni tendría el carácter de ley suprema de la Nación que el Artículo 31 de la Constitución nacional les adjudica a los tratados aprobados por el Senado y por la Cámara de Diputados de la Nación”. Este entonces, puede ser un eje para una declaración política presente que inaugure una nueva etapa histórica en la Argentina. Que tomen nota los gobernadores porque tendrán un protagonismo diferente, más activo en la generación de un federalismo acentuado y presente.

Algo más: los acuerdos de Madrid tuvieron como base, el sostén político de la Unión Europea, especialista en sometimientos, África lo demuestra desde los días del Congo Belga a la actualidad, han quedado deslegitimados. Hoy Inglaterra, beneficiaria del sometimiento a la Argentina, está afuera de la UE desde el brexit, por lo tanto, su vigencia puede ser cuestionada. Por lo tanto, nuestro país debería denunciar el Tratado de Versalles (perdón, quise decir Acuerdo de Madrid pero quedaron boyando en mi cerebro, las palabras del Papa Francisco, cuando alertó al Gato Sylvestre y a otros periodistas, acerca del drama que desató Versalles, que no fueron repetidas ni acaso asimiladas por la dirigencia política local). Navegamos en un nuevo tiempo, las jóvenes generaciones, las provincias argentinas que ayer estuvieron vibrando en la movilización nacional y federal, la dirigencia de los trabajadores, los estudiantes, presente y futuro sensible y con historia viva sobre sus espaldas, pueden analizar este ideario para comenzar a desandar un camino de recuperación nacional soberana y federal.

La movilización del 23 de abril es histórica entonces. Moviliza ideas, recorre el mundo mostrando una vez más el valor de los argentinos y quienes los acompañan, como la estudiantina de los países vecinos que fueron a las calles, su gesto profundo, expresivo que renueva la alegría de estar vivos en este tiempo histórico cuando que rompen los tientos de la dependencia y la entrega. Iremos a los BRICS y tendremos relaciones normales con el mundo occidental, pero sin la soga opresiva de los mercaderes y los traidores de la entrega. El gobierno sinley perdió ayer gran parte del falso imaginario de la destrucción y la venta de la Argentina. Qué se haga cargo de su suerte.

 

 

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