Ninguna locomotora puede tirar de un tren roto
Mientras el coronavirus y la crisis económica se extienden por el mundo, China retoma su crecimiento, pero sin el resto del planeta no podrá avanzar mucho.
Por Eduardo J. Vior
El negro lunes 9 de marzo confirmó, no sólo en Wall Street, lo que muchos temíamos desde hacía un par de años: llegó la crisis mundial. En tanto la epidemia de coronavirus viene siendo superada en China, se expande por Irán, Europa, Estados Unidos, África y pronto se la espera en el resto de Asia. Desde su presidencia pro tempore del G 20, Arabia Saudita está organizando para los próximos días una reunión virtual de líderes del bloque, para coordinar el combate contra la pandemia y la aguda recesión que ya comenzó, pero es difícil que se puedan poner de acuerdo, a juzgar por las disímiles actitudes ante la multifacética crisis.
Entre tanto, la economía china parece haber tocado fondo (muy profundo) y estar retomando el camino del crecimiento. Sin embargo, ni China puede sacar adelante un sistema mundial roto
La publicación el lunes 16 de los primeros datos oficiales sobre la economía de China en enero y febrero pasados asustó por las dimensiones de la caída: según Goldman Sachs, el PBI se redujo en un 9%, contra el 2,5% previsto en un informe anterior y para 2020 la previsión de crecimiento disminuyó del 5,5% al 3%. En el primer bimestre se hundieron casi todos los sectores de la economía: en relación a 2019 las ventas minoristas se redujeron en 20,5%; la producción industrial descendió 13,5% y la inversión en capital fijo, cerca de 25%. La publicación de los datos coincide con la reducción de la pandemia al mínimo. Por cuarto día consecutivo, el lunes 16 los casos importados (20) superaron a los locales (1), por lo cual varias regiones y ciudades extremaron los controles sobre los viajeros llegados del exterior.
A medida que los contagios remiten, la economía del país va reencendiendo los motores. A fines de la semana pasada el 95% de las mayores empresas fuera del epicentro de la provincia de Hubei habían reabierto, al igual que alrededor del 60% de las pymes. A su vez la ocupación de los trenes volvió ya a los niveles previos a la eclosión de la enfermedad. Asimismo, la aviación civil, los puertos y el transporte fluvial funcionan normalmente.
El índice Dow Jones, que mide el promedio de la actividad industrial en EE.UU., cayó el lunes un 12,9% y cerró a 20.188,52. La situación en Europa y Estados Unidos se está deteriorando aceleradamente. En Italia hay hoy en día 24.000 casos de coronavirus, en España, 9.000 y Estados Unidos reportó más de 4.660. Por lo menos 87 personas murieron allí por la enfermedad.
La combinación de pandemia y crisis económica llevó a Goldman Sachs el lunes a rebajar su previsión sobre el crecimiento del PBI norteamericano. La investigadora de mercados prevé una caída de 5% entre abril y junio después de un crecimiento nulo entre enero y marzo. Para todo 2020 redujo su pronóstico de 1,2% a 0,4%.
Por primera vez, este lunes el presidente Donald Trump reconoció la gravedad de la crisis, al referirse ante la prensa a un «enemigo invisible» que puede hundir la economía y requiere cuarentenas en algunas «áreas calientes», sino en todo el país. Según estimó, la pandemia de COVID-19 podría estar controlada entre julio y agosto. Entre tanto, la economía norteamericana estaría avanzando hacia la recesión.
Según los expertos, la economía de EE.UU. se reducirá durante el segundo trimestre en el 8%, igual que en la crisis de 2008. Como preanuncio, en los últimos días han empeorado drásticamente las condiciones financieras y se espera que la crisis pronto alcance la economía real. En un mes las acciones de las empresas norteamericanas han perdido en promedio el 27% de su valor.
Por su parte, el gobierno francés ha dado un giro radical y de su neoliberalismo ha retornado al gaullismo de los años 60
Por ejemplo, el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, declaró este martes que, para salvar a las grandes empresas en dificultades, el gobierno está hasta dispuesto a nacionalizarlas, si es necesario. Ya se está aplicando un paquete de medidas por €45 mil millones para ayudar a empresas y trabajadores a soportar la pandemia.
Asimismo, en otra voltereta notable, el gobierno británico acató este martes las recomendaciones de un comité de expertos del Imperial College e introdujo diversas medidas para alentar la distancia social e impedir la proliferación del virus. “Gran Bretaña no tiene tiempo que perder”, dice el informe, “y debe cambiar sus tácticas, para prevenir que miles de personas mueran y que el Sistema Nacional de Salud (NHS) sea rebalsado”. Un sistema, por otra parte, que está completamente en ruinas después de décadas de desfinanciamiento.
Según el reporte del Imperial College (uno de los consejos científicos que asesoran al gobierno), 250.000 personas podrían morir, si no se aplican medidas radicales para inducir la distancia social y retardar la difusión del virus. No obstante, las primeras decisiones oficiales en ese sentido sólo apelan a la buena voluntad de los británicos y no tienen carácter obligatorio.
Entre tanto, la Canciller alemana Angela Merkel anunció también este martes que la Unión Europea cerraría por 30 días sus fronteras exteriores. Al mismo tiempo, el ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas informó que se estaba poniendo en marcha una gran operación para llevar de regreso a Alemania a miles de ciudadanos varados en distintos países. Al igual que sus pares europeos, también la República Federal se encamina a la recesión.
Este panorama oscurece las posibilidades de recuperación de China. Su economía está fuertemente internacionalizada y depende de cadenas de producción transfronterizas. Además, restablecer esos lazos implica volver a poner en marcha rutas aéreas, navieras y ferroviarias que también son transmisoras del virus. China no se puede recuperar sola, ni puede ayudar a la economía mundial a salir de la crisis, si sus socios y/o sus consumidores no pueden movilizarse ni tienen poder de compra.
El tren de la economía mundial se ha roto y no hay locomotora que lo pueda sacar adelante, sin cambiar las vías. El sistema es uno, incluido China y Rusia, y desde fin del siglo pasado es impulsado por subsidios en reemplazo de las ganancias. Este ciclo de valorización financiera entre 2000 y 2020 ha hecho implosionar las instituciones económicas y financieras vigentes desde 1945.
Agotadas las sucesivas burbujas especulativas y ante la imposibilidad de seguir invadiendo países, el “Estado profundo” norteamericano acudió al coronavirus para desatar la crisis mundial y barajar de nuevo
Hoy en día nadie tiene la alternativa para reorganizar un sistema político y económico mundial fracturado e irreparable. Sólo el tendido de nuevas vías puede permitir que una o más locomotoras arrastren el tren de la economía mundial.