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Macri golpista en Bolivia, en el camino de Videla, nazis y fascistas 

Alejandro C. Tarruella

El golpismo exterior es en los años recientes, una constante de algunos gobiernos. Hay que detenerse en la dictadura cívico militar de Videla, Massera, Agosti y Martínez de Hoz, que en 1980 encaró como iniciativa el golpe de Estado en Bolivia, que expulsó a la presidenta constitucional Lidia Gueiler.

Escribe Alejandro C. Tarruella

La historia es cruel, Mauricio

La trama involucraba a actores del “mundo libre”. Samuel Blixen, periodista uruguayo, ha señalado que a partir de 1966, se inicia un tiempo de violencia político-militar para intervenir los Estados y con un objetivo de sociedad civil sometida a un tipo de dominación que carecía de antecedentes. Lo calificó de “proyecto de dominación continental, de naturaleza hegemónica”. Allí se inició el camino en el que se inscribieron Videla, Menem y Macri porque se había forjado un tipo de Estado, proclive a realizar esas tareas. Qué es el mismo de hoy que exige reformas urgentes y profundas.

En 1980, Videla y el general Guillermo Suárez Mason, comandante del primer cuerpo de ejército, que creó el Grupo de Tareas Exterior (GTE) del batallón 601, ligado a la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE), intervinieron directamente en el golpe de Bolivia. Condujeron la participación de la dictadura, Stefano delle Chiae (perteneciente a la organización neofascista italiana Avanguardia Nazionale) lugarteniente de Licio Gelli, acusado de ser autor del atentado a un tren de Bolonia, en 1969, que participó en el golpe en Chile en 1973. Delle Chiae trabajó para la DINA chilena en Buenos Aires. Se suman, el coronel Hugo Miori Pereyra, que fracasara en su intento de matar a Perón en 1955, y el nazi Klaus Barbie, “el carnicero de Lyon” en la segunda guerra mundial cuando mandó a la muerte a centenares de niños judíos, crearon en La Paz, el grupo ilegal represivo, “Los novios de la muerte” e intervinieron en la acción. Lo secundaba otro alemán, Joachim Fiebelkorn, que pasó por la España de Franco en servicio del régimen antes de ser parte del Plan Cóndor que regía a los golpistas.

Como la trama es compleja, es interesante recrearla por la variedad de acciones que se anudaron para alcanzar a la participación de Macri, Patricia Bullrich, Oscar Aguad, hombre de la dictadura en Córdoba, y otros funcionarios del Estado argentino, en el golpe contra Evo Morales. Barbie fue en 1967, uno de los esbirros del dictador boliviano, general de aviación René Barrientos Ortuño, a quienes se les encomendó encontrar al Che Guevara para asesinarlo.

El “narcodictador” Luis García Meza Tejada, estuvo al frente del gobierno de Bolivia a partir del 17 de julio de 1980, cuando derrocó a su prima, la presidenta Lidia Gueiler Tejada, e impidiendo la asunción de Hernán Siles Zuazo, que 18 días antes había logrado triunfar en las elecciones presidenciales. Sin grandes apoyos políticos, García Meza, puso en el Ministerio del Interior a Luis Arce Gómez y cometieron unos 500 asesinatos, desapariciones y tomaron unos 4000 prisioneros. Uno de los asesinados, se señala a militares argentinos como responsables de su detención, fue el ministro de Minas y Petróleo, en escritor Marcelo Quiroga Santa Cruz.

Lo que produjo el golpe fue la entrega del país a una escala internacional del narcotráfico como se revela en la película “Scarface”, que protagoniza Al Pacino, dirigida por Brian de Palma, dentro del Plan Cóndor. Esa etapa del estado argentino, culminó con Miori Pereyra y otros oficiales argentinos en el el caso Irán-contras en Centroamérica, bajo la batuta del oficial norteamericano Oliver North. En el país, luego vino la etapa del menemismo y el escándalo de las armas a Ecuador en 1995, que significó la continuidad de ese armado y esa responsabilidad de Estado.

Macri entonces, al intervenir con ayuda militar, armas y efectivos, en el golpe contra Evo Morales (10 de noviembre de 2019), con intervención del embajador argentino Normando Álvarez García, actual ministro del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, no hace sino dar continuidad a una acción de Estado que se repite. La actual estructura del estado argentino, está preparada para encarar este tipo de tropelías. Macri lo demostró aquí nomás, en 2019, según la denuncia del ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Rogelio Mayta Mayta. Se trata entonces, de pensar que hay que transformarlo porque sigue siendo una herramienta a escala golpista que, para cambiar las cosas, debe ser reformulada. La buena voluntad o las consignas, no alcanzan.

La reforma del Estado para hacerlo una herramienta que permita una inserción en la nueva etapa del mundo, que presenta nuevos liderazgos y nuevos alineamientos, tiene al país en una situación muy interesante para confirmar una transformación con soberanía, justicia social, con un norte en el conocimiento, la cultura, la salud y otros contenidos. De ese modo, se observa que es necesario desechar el neoliberalismo y el tutelaje antidemocrático de un estado preparado para lo que hizo el gobierno neoliberal. La denuncia del gobierno boliviano de la complicidad de Macri en el golpe contra Evo Morales, exige una respuesta que es cumplir con la tarea de construir ese Estado con otras características y objetivos. En tiempo presente, no para el futuro.

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