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Luego de ser secuestrado por Sendero Luminoso y estar perdido 34 años, Wille reapareció en Perú

Alejandro C. Tarruella

Tenía 14 años, cuando Wille Castañeda fue secuestrado por Sendero Luminoso y cayó prisionero al campamento de Uchiza, región San Martín. Luego de una serie de viscisitudes, fue abandonado por un compañero de fuga de la organización en Iquitos, capital de la región Loreto, fronteriza con Ecuador en la Amazonía. 34 años después, luego de un sinfín de intentos, ya que en su familia se lo consideraba muerto, Willie fue reconocido como una persona viva.

Escribe Alejandro C. Tarruella

Un prisionero que fuga

«Todos me consideraban muerto, porque había estado desaparecido tantos años, y fue entonces cuando comenzó mi contacto con mi familia. Así nos conocimos virtualmente, fue una gran emoción, una alegría inmensa. Ahora, a veces hablamos por Facebook y nos escribimos. Yo tenía esperanza, sabía que un día podría conocer a mis hermanos y presentar a mi esposa y a mis dos hijas. A ellas siempre les dije que era peruano, siempre lo supieron, pero no sabían que tenía una familia, nunca me gustó comentar, sentía pena recordar todo lo que pasé, por eso no quería que lo supieran. Así fue que después de tener contacto con mis hermanos, lo supieron y me apoyan, quieren que vea a mi familia. Mis hijas se ven felices de saber que su padre tiene hermanos ya que hasta ahora pensaban que era yo solo, las hace felices de saber que tienen tíos. Yo tenía miedo de volver al Perú, había una sensación de que alguien me iba a reconocer al verme y luego de saber de mis hermanos, que están vivos, se me fue el miedo porque han cambiado muchas cosas y gracias a dios hay un equipo de derechos humanos que me ayuda  aunque con la pandemia todo se detuvo. Deseo conocer a mis hermanos personalmente, es mi sueño más grande en estas horas”, dijo a los medios de comunicación.

1986 en Chaupiyacu

Wille Castañeda tenía 14 cuando vivía en Chaupiyacu (Huánuco), distrito de Monzón en el Perú. Su madre había fallecido y vivía con su padre, que era alcohólico, y sus primos lo maltrataban. Eso lo llevó a ir a vivir con una tía en el poblado de Paraíso. Allí fue secuestrado por una columna de Sendero Luminoso y lo llevaron a un campamento en Uchia.

Un narcosenderista que quería fugar se compadeció de su dolor, lloraba todo el tiempo y lo amenazaban con matarlo, y lo impulsó a irse con él. Así fue que en un descuido de los senderistas abordaron una avioneta con la que llegan a Tocache y luego a Iquitos, donde el narco lo abandonó. Wille pasó hambre y dormía en las banquetas de las plazas hasta que conoció a Ganesh, que iba camino a la comunidad de Santa Rita Do Well, en San Paulo de Olivenza, Brasil.

Atemorizado, deja a ese desconocido y llega a Santa Teresinha, Brasil amazónico, y allí una familia le dio cobijo y un nombre de uso local.  Con un extraño viajó hasta tierras brasileñas, donde una familia lo acogió y le dio otro nombre. Adoptó el nombre de Joao Castello, ya que no tenía documentos. Hizo trabajos rurales, pescó y se entregó a tareas de todo tipo en esos más de treinta años de Resistencia. Cuando se produjo el reencuentro con su familia, vive Sao Paulo de Olivenza, está casado con doña Francisca Bicharra Dos Santos con quien tiene dos hijas.

El 13 de junio del 2018, Rosaura Ávila Sánchez llegó a la oficina regional de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas en Huánuco y pidió buscar a Wille Castañeda Rivadeneyra. Algo le decía que estaba cerca de alcanzar a recuperar a Wille. Un buen día, Rosaura vuelve a esa dependencia con su cuñado Walker Castañeda Rivadeneyra, hermano de Wille. Cuenta entonces, la sorprendente historia según la cual, una persona que decía ser Willie, se había contactado con un familiar por Facebook, expresando que estaba con vida en Brasil.

Pasaron dos años de reconstrucción de su historia y confirmación de su identidad y el 21 de julio tuvo el primer reencuentro con su familia a través de Facebook. La ministra de Justicia, Ana Neyra, se involucró en el caso y participó en el reencuentro familiar. Habían pasado 34 años, y ella expuso que el caso de Wille Castañeda Rivadeneyra se convertía en una historia de esperanza para los peruanos. Y además, señaló un hecho producido en el caso: “Saludo de manera especial a Rosaura, la cuñada de Wille, quien impulsó esta búsqueda. Como ministra creo que los liderazgos femeninos han sido importantes y centrales para poder seguir en la lucha de la reconstrucción de esta historia”. No era menor el dato porque la intuición de ella, su enorme capacidad emotiva, había adelantado los hechos que se iban a producir.

Y si bien el encuentro personal se pospuso por la pandemia, esperar unos meses no iba a cambiar el rumbo de una historia que roza lo increíble.“Tengo el sueño de volver a Perú junto a mi familia”, dice ahora Wille Castañeda, que en Brasil es Joao Casatelo. Y si tiene dos nombres, son el producto de dos vidas que vivió en su misma vida cuando se halla a punto a encontrar una tercera. Tal vez, como los gatos tiene siete vidas cada una de ellas con un rasgo de relato literario en carne propia. Tal vea a su historia la espere ahora el cine y como el personaje de Toshiro Mifune en “Infierno en el Pacífico”, su retorno alcance el lugar de un mito suramericano.

La historia de Wille es una historia de pueblo, de un muchachito que no conocía los asuntos de los estratos medios y altos de la sociedad pero sí sus sentimientos. Por eso quedó, en cierto modo, encerrado en un mundo propio, desconociendo las leyes del mundo moderno, ajeno a su propio tiempo, que lo hubieran recuperado años atrás. Y en ese no saber de su camino está la otra sabiduría, la de la soledad, la de la misteriosa razón de su esperanza.

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