Los Sinley y el gas pimienta contra la justicia social
Hacia adelante yendo hacia atrás
Existe desde el gobierno de los hermanitos Sinley un clima desestabilizador del Estado y el pueblo en general, que precisa de una reacción en el sentido de una recuperación democrática, que ponga un límite a la rapiña del ajuste, la construcción del caos desde las alturas del poder político.
Por los adictos a las frases hechas como “hay que defender las instituciones de la democracia” o cosas por el estilo, habría que recordarles que democracia es el gobierno del pueblo. Y hoy gobiernan las corporaciones de la globalización con un par de empleados a cargo vulnerando reglas, leyes y lo que venga. De manera que se trata de recuperar dentro de la ley frente a quienes alucinan establecer una gobernabilidad fuera de la ley.
La murga neoliberal pretende ahondar su apuesta al caos a través del desguace del Estado y la destrucción de cualquier certeza que haga a las relaciones sociales y la vida cotidiana. Algo semejante a una apuesta violenta. Es violento su lenguaje, son violentos sus actos. Así como quieren las Fuerzas Armadas en la calle, pretenden eliminar la legislación social, gremial y lo que venga. Ahora, por medio un decreto arbitrario sin necesidad para sus urgencias (DNU), el Gobierno habilitó los canjes de deuda encubiertos que eliminan el rol del Congreso y a la ley de administración financiera, que hacen a la regulación. ¿No tendrían diputados y senadores que ser más exigentes respecto del papel del Parlamento? A propósito del tema, fue el exministro de Economía, Martín Guzmán, señaló que la maniobra permite a los bonistas cambiar sus posesiones en pesos por títulos en dólares y coloca al Estado en situación de pagar a tasas cinco veces más altas que las actuales. El gobierno, sin duda, tiene “comisionistas” (Caputo, Sturzenegger podrían abundar en el tema) que luego seguramente, cobran por el servicio que empobrece y entrega a su país.
En la comunicación se verifican los contenidos que utilizan para su mensaje sin comunicación. “Ratas, piojos, cucarachas, zorros, buitres… son algunos de los animales que los nazis usaban para definir a los judíos. Pero más allá de lo evidente, utilizaron otras palabras para deshumanizarlos. Ahora, el análisis lingüístico de decenas de discursos, artículos, panfletos o póster muestra cómo el proceso de deshumanización iniciado por el nazismo antes de llegar al poder se fue modulando: en los años previos al Holocausto, el judío era representado como un ser incapaz de tener sentimientos humanos”. De este modo, el periodista Miguel Ángel Criado, sintetizaba la propaganda nazi en “El País” de Madrid, el 12 de noviembre de 2022. El mandamás Sinley que abruma hoy a la Argentina, utiliza varios de esos términos para calificar a quienes niega como ciudadanos y personas, en ese peculiar modo con que el régimen de Hitler degradaba a judíos, gitanos y algunas minorías.
Un video oficial llama a la reflexión y muestra ese proceder. Ahora, la propaganda oficial antidemocrática de quien se autocalifica como el topo que va contra el Estado de Derecho, su legislación y sus instituciones, más jubilados, estudiantes, trabajadores, desocupados, científicos, etc., encara la acusación y los califica como un virus que ataca a una ciudad destruida por lo que aparece demolida por una guerra. ¿Tienen en sus alucinaciones la ilusión de una contienda de los mercados contra el país? ¿Los incendios de Córdoba son un ensayo? Su desprecio por figuras políticas de enorme respeto por franjas de la sociedad, artistas y otros, es elocuente. ¿Quiénes acompañaron al hombre sin ley para lanzarse contra la vida cotidiana (presentando una ciudad destruida por bombardeos, rostros de zombies, especialidad que difunden desde las usinas de la globalización que generan una tipología semejante), anunciando acaso un próximo escenario de devastación? ¿A qué se debe esa instalación escenográfica en un país donde jubilados, trabajadores, desocupados, niños y mayores luchan por un destino mejor? ¿Por qué apelar a los símbolos y escenarios propios del nazismo de un modo desenfadado y brutal? ¿Nadie en su espacio político es capaz de explicar lo que significa en términos de convivencia? Así, destruir la vida cotidiana, impedir el normal desarrollo de la vida ciudadana, parecen ser objetivos de un gobierno que pierde día a día adhesiones y genera broncas. ¿Qué pueden decirnos los parlamentarios y los dirigentes políticos? Salvo excepciones, que las hay, no se expresan. Otros juegan y cobran del gobierno.
El pueblo y la recuperación democrática
Los gremios aeronáuticos reclaman en estos días por sus salarios, aun perseguidos por medidas del gobierno que rompen la convivencia y en algunos casos, la legislación. Salarios demolidos, derechos no reconocidos, arbitrariedades, son parte de la fórmula del régimen. El objetivo es acabar con la línea de bandera por lo cual comienzan a habilitar vuelos a Malvinas, de acuerdo a la sumisión británica que se observa lo cual, por otra parte, no es nuevo. Los estudiantes universitarios de todo el país, se preparan para una movilización que puede ser histórica y a la que ya han expresado su adhesión, la CGT, las CTA –que van por la unidad- movimientos sociales y de derechos humanos. Esa movilización es también, una continuidad de la realizada el 23 de abril en todo el país.
El régimen a todo esto, cae en la imagen de la sociedad según los encuestadores que establecen un derrumbe histórico sin antecedentes en la política nacional. La organización y la unidad son entonces, requisitos indispensables para garantizar un cambio de rumbo que pueda recuperar los derechos sociales y políticos, en un marco institucional que impida llegar al caos que se promueve desde el oficialismo. El caos, como sucede en Córdoba, tiene como objetivo convertir a los bienes y pertenencias del pueblo, como parte de un remate que destruya sus bases de sostén político y social, y conviertan sus pertenencias en rentables para una compra por monedas de los restos del desastre. Algo más profundo que lo que sucedió en 2001. El negocio inmobiliario, ligado a la especulación usuraria y el lavado financiero, haría su agosto con ese modelo propio de la globalización. De ahí que es necesario que gran parte de la dirigencia política salga de la larga siesta o el mero juego de las candidaturas.
Esto explica en parte, porque el gobierno pretende destruir bases culturales (el INCA es un ejemplo), la educación, la ciencia, la salud, las provincias y las ciudades, la justicia social en general, y desde allí, la convivencia. Se camina en una instancia histórica de la Argentina, y la unidad es un capítulo central del camino a un cambio justo y solidario. El Papa Francisco al plantear que el gobierno tenía que pagar la justicia social y lo hizo en cambio con la compra de gas pimienta, puso en términos sencillos lo que sucede en el país.
No se trata ni de enojarse ni de pensar locuras, se trata como en las movilizaciones, de juntar una a una las voluntades comunes sociales, históricas, políticas y expresar el sentimiento para la transformación que merece el pueblo Argentino. Sin murgas ni personajes estrafalarios que creen estar en un tablado, donde se puede expresar el rechazo absurdo del país, sus habitantes, su historia y sus bienes por parte de un grupo de alienados que sirven a un mandamás ambicioso y enfermizo.