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Los ricos como árboles; los pobres como pasto

Por Alma Rodríguez

El miércoles se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Eva Duarte, Eva Perón, Evita, Nuestra Eva. Se trata de un nuevo aniversario en un contexto histórico y político muy particular, sumamente crítico,  por varios motivos y por los cuales muchas Evas son Eva: por momentos Eva está en una mujer perseguida, hostigada y encarcelada que representa la lucha de los ninguneados llamada Milagro; por otros está en  la mujer que  durante ocho años supo interpretar como nadie las necesidades de tantos que hoy en día piden por su vuelta llamada Cristina. Porque al igual que Eva, estas mujeres simbolizan la lucha, la fuerza y la voz de los que no tienen voz. Y porque Evita vive en ellas.

Dentro de las conmemoraciones que se realizaron en este contexto político, histórico y cultural tan adverso, ayer se llevó a cabo en el Instituto Patria la representación de la obra “Eva Perón en la hoguera” el unipersonal escrito y dirigido por Cristina Banegas y basado en el poema de Leónidas Lamborghini que lleva el mismo título. Más allá de que la obra haya sido estrenada en el año 1994, veintitrés años después cobra un nuevo significado por varios motivos. El primero y fundamental porque se trata de una coyuntura política y un momento histórico que parece recordar aquel contra el que Evita luchaba: un neoliberalismo arrasando, excluyendo, rediseñando un estado colonial que creíamos haber olvidado.

 La obra de Banegas es conmovedora por varios motivos. En primer lugar porque la que aparece allí representada no es sólo una versión de todas las innumerable versiones sobre Evita que se retrataron en la literatura, el teatro o el cine, sino porque se hace presente la voz de uno de los escritores que mejor pudo tomar y trasladar al plano poético los rasgos más significativos de Eva, sus pensamientos y su proyecto político, sus intereses, sus sentimientos. No es sólo Banegas rememorando a Eva; es Banegas que representa a Lamborghini que representa a Eva en su poesía. En esa representación que trasciende épocas históricas nos encontramos con una Eva luchadora, inquebrantable, desgarrada y desgarradora, firme en sus convicciones y en su lucha por los nadies, los humildes, los que menos tienen y los que más necesitan de un Estado presente.

Si una virtud tiene la literatura, y como parte de ella la poesía, es que se trata de una de esas formas mediante las cuales se puede mostrar lo que es casi imposible decir.  El teatro es otra manifestación artística con ese mismo poder. En “Eva perón en la hoguera”,  la actriz hace pensar y creer que Eva está allí aunque no esté allí. Se produce una presencia a partir de una ausencia: desde el centro del escenario, detrás de una mesa, vestida de negro y valiéndose de un micrófono, una lámpara que le propicia una tenue luz y un enorme talento, Banegas se apropia del texto literario, de los innumerables juegos logrados por los distintos tonos de voz y de la respiración como si fueran  otros personajes que la acompañaran. Es así que cuando habla, por ejemplo, Juan Domingo Perón, su voz cambia al igual que cuando hablan los descamisados, los humildes o ella misma tomada por innumerables sentimientos y pasiones.

Y ahí también está presente la voz de  Lamborghini de quien es necesario rescatar su figura por tratarse de un poeta e intelectual pero también un militante: nacido en Buenos Aires el 10 de enero de 1927,  comenzó sus estudios universitarios en 1946 que abandonó para trabajar en la industria textil  y, a partir de 1955, se dedicó por completo al periodismo y a la poesía. Debutó como escritor con El saboteador arrepentido. A esa obra se sumaron muchas otras  entre las que se encuentra la emblemática Las patas en las fuentes  que data de 1965  y que creó como respuesta a la expresión «aluvión zoológico» utilizada en ese entonces para hablar del peronismo. Fue integrante de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Héctor Cámpora y  desde 1977  vivió exiliado en México hasta su retorno en 1990. En 1972, en Eva Perón en la hoguera , hizo, en sus palabras, «una relectura de La razón de mi vida «.

En estos días en los que en el Teatro Nacional Cervantes, todo un emblema de las políticas culturales y artísticas, se hace presente la Eva de Copi, tan vapuleada y controvertida, tan ellos,  tan árbol, por suerte existe la Eva de Walsh y de Lamborghini, tan nosotros, tan pasto, la que toma el cuerpo de Cristina Banegas, la que se hace presente en el Patria un jueves al atardecer, la que nos hace emocionarnos hasta las lágrimas y recordar que, en estos tiempos, su lucha es nuestra lucha.

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