Mauricio, el Dios del Mercado
Algunos tendenciosos, seguramente resentidos porque perdieron las elecciones, andan diciendo por ahí que Mauricio y su staff, un auténtico dream team de ejecutivos exitosos, tienen un discurso hueco, superficial, basado en consignas vacías, bailecitos y lanzamiento de globos. Absolutamente falso.
Es cierto que Mauricio no tuvo claras desde siempre las medidas que tomaría, pero cuando ya estaba resignado a aplicar el método de ensayo y error, que sus resentidos críticos denominan improvisación, hubo un día en que el cielo se abrió ante la mirada incrédula de sus ojos azules, y una voz celestial, suave pero firme a la vez, le dictó los 10 mandamientos que serían el sustento, el fundamento de su acción de gobierno para todos los argentinos, esa gestión reparadora que nos conducirá por fin a la pobreza cero.
Los apocalípticos que nunca faltan auguran todo tipo de calamidades, pero la verdad es una sola: cambiamos
Como corresponde, la sagrada lista fue guardada bajo siete llaves. Pero ante el descuido de una ministra que se distrajo sirviéndose un whisky, tuvimos acceso a una copia, que compartimos con ustedes:
1) No emitirás, porque la emisión monetaria es la causa de la inflación.
2) Reducirás el déficit fiscal, porque el déficit es la causa de la emisión monetaria.
3) Promoverás el desempleo, porque los salarios son un costo que hay que reducir.
4) Elevarás el nivel de vida de los ricos, porque son ellos los que generan la riqueza nacional.
5) Elevarás el costo de vida de los pobres, para que los ricos puedan generar la riqueza nacional.
6) Tomarás deuda en el exterior, porque el país debe estar integrado al mundo.
7) Fomentarás las importaciones, porque el país debe estar integrado al mundo.
8) Renunciarás al desarrollo autónomo, porque el país debe estar integrado al mundo.
9) Violarás algunos principios republicanos, ya que otros lo hicieron antes.
10) Reprimirás las protestas sociales que genere la aplicación de los 9 mandamientos anteriores.
Esa revelación del Dios Mercado cambió para siempre la vida de Mauricio, y también la de millones de compatriotas. Los apocalípticos que nunca faltan auguran todo tipo de calamidades, pero la verdad es una sola: cambiamos.