Christine Lagarde, ex titular del FMI, presentó su renuncia temporal al cargo del Fondo para ocupar, en cambio, la dirección del Banco Central Europeo. Este anunció lo realizó a través de la red social Twitter.
Christine Lagarde está en camino de convertirse en la primera mujer en presidir el Banco Central Europeo. Si no hay ningún imprevisto por el camino, la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional, será la encargada de sustituir a Mario Draghi.
Lagarde ha respondido al nombramiento a través de su cuenta de Twitter y ha señalado que renunciará a la Junta Ejecutiva del FMI pues no considera que sea ético estar al frente durante el periodo de nominación.
”Me siento honrada de haber sido nominada para la presidencia del Banco central Europeo. En vista de esto, y después de una consulta con el Comité de Ética de la Junta Ejecutiva del FMI, he decidido renunciar temporalmente a mis responsabilidades como directora durante el periodo de nominación”, ha publicado.
Este martes, los líderes europeos han logrado un acuerdo para el reparto de altos cargos de la Unión Europea que sitúa a la conservadora alemana Ursula von der Leyen como nueva presidenta de la Comisión Europea, siendo también la primera mujer que ocupa este cargo. Por otro lado, se ha otorgado al ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Borrell, la jefatura de la diplomacia europea, mientras que el primer ministro belga, Charles Michel, se hará con la presidencia del Consejo europeo.
Liberal convencida y gran conocedora del mundo de los negocios en Estados Unidos por su experiencia profesional, Lagarde ya se convirtió en 2011 en la primera mujer al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) al sustituir a Dominique Strauss-Kahn, otro antiguo ministro francés que tuvo que dimitir enfangado en un escándalo sexual, y será de nuevo pionera reemplazando al italiano Mario Draghi al frente del BCE. Una institución en cuyo órgano máximo, el consejo de gobernadores, sólo hay por ahora dos mujeres entre sus 25 integrantes.
Nació hace 63 años en París y estudio Derecho y Ciencias Políticas. Empezó a trabajar como abogada en esa misma ciudad en 1981, contratada por Baker McKenzie. En esa firma internacional trabajó como especialista en cuestiones laborales, de competencia y de fusiones y adquisiciones. Fue escalando en la jerarquía ya instalada en Estados Unidos: entró en 1995 en el comité ejecutivo de este bufete estadounidense, cuatro años después pasó a ser su presidenta y en 2004 responsable del comité estratégico.
En junio de 2005 dejó la empresa privada para entrar en el Gobierno del presidente conservador francés, Nicolas Sarkozy, primero en la cartera del Comercio Exterior y dos años después como ministra de Economía y Finanzas. Como responsable francesa de Finanzas -era la primera mujer en ese puesto- presidió el Ecofin en el segundo semestre de 2008 y luego el G20 durante la presidencia de su país en 2011.
Para evitar que Francia perdiera un puesto internacional tan relevante como el de director del FMI ante el escándalo de Strauss-Kahn, Sarkozy la propulsó para el cargo para reemplazarlo en julio de ese año y desde entonces pocos son los que han lamentado públicamente su decisión. Cuando terminó su primer mandato cinco años después, tras haber intervenido en primera línea en la gestión de las crisis de la deuda en la zona euro, fue reelegida por consenso, sin que ningún otro candidato se hubiera presentado.
No fue siquiera un obstáculo el hecho de que unos meses después tuviera que sentarse en el banquillo de acusados en Francia por su responsabilidad como ministra en 2008 en la atribución de una indemnización multimillonaria al controvertido empresario Bernard Tapie. Precisamente ese juicio a finales de 2016, con una peculiar condena por negligencia, pero exenta de pena, es la principal mancha de su biografía pública. Los magistrados del Tribunal de Justicia de la República, una instancia especial para juzgar a miembros del Gobierno o exministros por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, decidieron no imponerle ninguna sanción teniendo en cuenta su “personalidad” y su “reputación internacional”.
La relación con el presidente Macri
Lagarde se convirtió un el último año en una figura relevante para la economía y la política argentina a raíz del crédito que el Gobierno de Mauricio Macri acordó por cerca de u$s 57.000 millones.
De hecho, hace tan sólo unos días Lagarde reiteró «el apoyo del Fondo al programa de estabilización económica de la Argentina y a los continuos esfuerzos de políticas para abordar las vulnerabilidades económicas, incluida la reducción de los desequilibrios fiscal y de cuenta corriente del país, y el combate decisivo de la inflación».
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Fue tras su reunión con Macri en el marco de la Cumbre del G-20 en Osaka, Japón. Al término del encuentro, la ahora ex directora gerente del Fondo dijo que el encuentro «fue un placer». «Tuvimos una conversación muy productiva, intercambiamos puntos de vista sobre la perspectiva económica mundial y sobre los acontecimientos recientes en Argentina«, contó.
«Las autoridades argentinas y el equipo técnico del Fondo están cerca de concluir sus conversaciones sobre la cuarta revisión del Acuerdo Stand-By y espero poder presentarlo a nuestro Directorio Ejecutivo muy pronto», añadió.
Lagarde se refirió públicamente a la Argentina en varias oportunidades y siempre manifestó su apoyo al gobierno de Macri. Afirmó que el plan económico “tiene todas las oportunidades de ser un éxito” y sostuvo que su aprobación es una “evidencia de la confianza” de la comunidad internacional a las reformas económica que encara el Gobierno.
Lagarde tuvo que sentarse en el banquillo en Francia por su responsabilidad como ministra en 2008 en la atribución de una indemnización multimillonaria al controvertido empresario Bernard Tapie. Precisamente ese juicio a finales de 2016, con una peculiar condena por negligencia, pero exenta de pena, es la principal mancha de su biografía pública
Fuente: agencias de noticias internacionales y portales digitales