La Patria all exclusive

Por Lic. Alma Rodríguez

Desde que asumió Mauricio Macri a esta parte, innumerables hechos hicieron repensar no sólo la manera de concebir sino también de hacer política por parte de la clase gobernante en manos del gobierno conformado por la Alianza Cambiemos. El macrismo y sus fieles adherentes ideológicos, sabemos, detestan la idea de incorporar en la concepción de Patria al más necesitado, al marginal, al que no es “gente bien” o “gente como uno”.  Y esto ocurre porque quienes conforman este sector político/ ideológico tienen su propio concepto de Patria y su propia idea de “el Otro”.

Lo que Cristina supo plasmar tan extraordinariamente en el enunciado “la Patria es el otro” contiene un sinfín de ideas vinculadas a una forma de pensar y hacer política, expresa un claro posicionamiento en cuanto a la inclusión social que implica que el Estado promueva la posibilidad de una Patria para todos y todas, deja en claro una concepción acerca de lo que es la representación y la política: básicamente, una Patria que abrace e incluya a todos por igual, que priorice el colectivismo antes que el individualismo, que acompañe los logros sociales y que no sólo les dé un lugar a los desposeídos sino que además los apodere. Ese, sabemos, fue el gran logro del kirchnerismo.

Para la actual clase política gobernante, es claro, la Patria no es la Patria inclusiva sino la Patria all exclusive, exclusiva, selectiva; es el resultado de un accionar de persecución con el fin de eliminar definitivamente al Otro, al diferente, al desposeído. En esta coyuntura actual,  ese Otro se ha transformado en el enemigo político y social. El Otro es a quien hay que perseguir, invisibilizar y dentro de lo posible, eliminar. A partir de la persecución y la eliminación de ese Otro es que este gobierno está construyendo su idea de pensar y concebir la política. Ejemplos sobran: represión y persecución al pueblo mapuche, criminalización y encarcelamiento de líderes políticos y  sociales, persecución a todo aquel que piensa distinto, implementación de canales comunicativos para denunciar docentes, intentos de borramiento ideológico, político y partidario, políticas de represión durante marchas y manifestaciones. Y podríamos seguir enumerando.

La “tarea fina” para la construcción de esta Patria para pocos y pocas, un modelo de patria exclusiva, puede verse reflejada en cada ámbito de la sociedad y el espejo que mejor refleja esto lo constituyen los medios masivos de comunicación, ya que desde ahí se  dicen día a día cómo leer y cómo pensar la realidad. Acá empieza a jugar el concepto de  “representación”.

Lo que se llama “representación” puede ser interpretado como algo individual, es decir, la idea que cada uno se va formando acerca de los hechos, seres y fenómenos del mundo (como sabemos, las representaciones de ciertos objetos son más o menos similares en la mayoría de los casos, es decir, una silla roja es una silla roja con sus variantes pero más o menos es eso: una silla roja. Y no una puerta verde.) O puede ser pensada como una construcción social. Y en ese caso todo es más complejo. Por ejemplo. ¿qué me represento cuando me piden que me remita a la idea de “justicia” o de  “educación” o de “infancia” o de “ trabajo” o de “ política” o de “Patria”? Por ejemplo, si yo digo: “La Patria es el otro” sabemos en qué idea de Patria se está pensando y quién es ese otro.

Uno de los espacios que históricamente es considerado como un espacio de formación política y de representación por excelencia, por ejemplo, es el ámbito escolar. La escuela es el lugar de formación ideológica por varios motivos: constituye desde siempre un espacio de adoctrinamiento, es un ámbito en el que los alumnos pasan bastante tiempo y, como si fuera poco, esto ocurre en una etapa de la vida de plena conformación de la personalidad. Es por eso que las políticas educativas representan un campo de batalla en el que se juegan mucho más qué un diseño curricular: es un lugar de construcción de ciudadanos y futuros votantes.

En torno a esto, dos hechos ocurrieron durante estos últimos días y que tal vez para muchos pasaron desapercibidos, en parte, porque no fueron mencionados ni relevados por ningún medio hegemónico pero  circularon por las redes preocupando a quienes creemos que la batalla ideológica debe darse a cada milímetro y en todos los espacios.

Por un lado, la posibilidad de que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires implemente un protocolo de sanción ante la toma  de colegios secundarios por parte de los alumnos. Por otro, la publicación y distribución de manuales para alumnos de sexto grado en los que aparecen comentarios favorables al gobierno (referencias al slogan de campaña “sí, se puede”, mención de las políticas de precios e inversiones como logros de la gestión del gobierno de Macri además de referencias al caso Nisman en relación a distintas aseveraciones siendo que la causa judicial aún está en proceso). Pero, claro, para esto no se habilitó ningún 0800 porque sólo se hace política en las aulas si se habla de Santiago Maldonado.

Otro espacio fundamental de intervención, de lucha y de representación  es la calle. Frente a esta criminalización de la política y la participación, frente a esta persecución hacia el Otro es que hay que dar pelea. Y la calle es un espacio posible de visibilización. La convocatoria a la marcha de este miércoles es la próxima instancia y es, además, una oportunidad de ser una multitud de Otros, para decir que no estamos de acuerdo con esta idea de Patria all exclusive, y que para nosotros la Patria sigue siendo el otro. Como decía nuestro querido Arturo Jauretche, que ya hace años los tenía calados: “La multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”.