PolíticaPrincipales

La otra infancia

(Por Alma Rodríguez. Docente de la UBA Miembro del Colectivo LIJ)

A propósito del estreno de la obra Sopa de estrellas inspirada en el cuento homónimo de Mercedes Perez Sabbi a cargo de la compañía de Teatro de Fernán Cardama con la dirección de Carlos Piñero en el  Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

¿Qué es la infancia? ¿De qué infancia se elige hablar cuando se habla de “la infancia”? Se sabe, es muy compleja la idea de “infancia”, entre otros motivos porque hay más de una y también se sabe bien dónde encontrar cada una de ellas. Una es la infancia que reflejan los medios de comunicación (televisión, cine comercial, revistas, publicidad, etc.) y la otra es la infancia marginada que vive día a día las consecuencias de este momento histórico enmarcado en lo salvaje del capitalismo y, en nuestro país en particular, reflejado en los niños que el sistema y las políticas económicas y sociales implementadas por el macrismo deja afuera y que, como si eso fuera poco, las fuerzas de seguridad se encargan de perseguir y demonizar  para luego transformar a muchos de ellos en Facundo Ferreira, niños asesinados por la espalda producto del gatillo fácil y la doctrina Chocobar.

La idea  o imagen de “la infancia ideal y soñada” que goza de comida, techo, educación, salud y juegos, y que aparece reflejada dentro de los discursos que circulan poderosamente dentro de la sociedad,  impide ver la infancia que genera malestar en la cultura y que está allí amenazante, invisibilizada, oculta. . En la mayoría de los productos culturales, aparece una imagen idílica y edulcorada de infancia que dentro de lo posible no genere incomodidad  ni ponga en cuestión la culpa acallada a causa de la desproporcional distribución de bienes.

Sin embargo, hay libros infantiles que retoman esa otra infancia, la olvidada, la que genera malestar en la rueda de la mercantilización, la redistribución y el consumo y que hacen de eso un lugar de reflexión y concientización. Dentro de esos libros hay uno en particular para destacar: Sopa de estrellas de Mercedes Pérez Sabbi.

Sopa de estrellas narra la historia de Blas, un niño cartonero que debe salir cada día a juntar papeles y cartón para venderle a don Eloy, un señor muy desagradable que, a cambio, le da un lugar para dormir, algo de comida y algunas monedas. Blas va siempre acompañado por Rocco, su perro. En el libro, las ilustraciones de Luciana Fernández,  hechas en forma de collage con alfileres, botones, cables, cartón, corrugado y tapas de gaseosa, entre otros materiales de descarte,  acompañan a los personajes modelados en plastilina complementando a la perfección la historia que allí se narra.

El sábado se estrenó, en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Sopa de estrellas,  la obra de teatro para niños basada en el libro homónimo de Mercedes Pérez Sabbi. En ella, al igual que en el cuento, aparece reflejada la otra infancia, esa representación de infancia que los medios deciden dejar a un costado y que mejor no mirar ni mostrar: la infancia marginada. Y ese es uno de los méritos tanto del libro como de la obra. Los otros grandes méritos lo constituyen la adaptación, la actuación, la dirección y la “escenografía” hecha en su totalidad con “material de descarte” reciclado: cajas de cartón, madera, nylon, fósforos, entre otros.

Con la interpretación de Fernan Cardama y la dirección de Carlos Piñero, el hermoso espacio teatral del Centro Cultural de la Cooperación  se oscurece para dejar en el escenario al actor que reúne en sí a las voces y las interpretaciones de Blas, su perro (que aquí se llama Chispa), el placero y don Eloy. En el centro de la escena, aparece además un carrito, que las veces hace de parque de diversiones,  varias cajas de cartón y un Blas hecho con una esfera y una bolsita blanca de nylon. Blas, el niño que junta cartón para poder mínimamente sobrevivir, se distrae cierto día jugando y se le hace tarde para su tarea de recolección habitual. Es en ese momento, ya casi de noche, cuando decide cruzar hacia la ciudad, lugar por donde suele cartonear a diario. Y es allí donde lo sorprende una gran inundación. La lluvia, el frío, la panza vacía y todo aquello que la clase gobernante suele desconocer desde su zona de comfort en las que las infancias suele tener  pies descalzos no por necesidad sino por  habitar ambientes calefaccionados en hermosas casitas alpinas o casas de country.

La obra incursiona en la problemática de la marginalidad sin caer en golpes bajos,  resaltando la importancia del cooperativismo y apelando todo el tiempo a la conciencia social. En ella se menciona, por ejemplo, a un vecino llamado “el flaco” y una vecina llamada “Cristina” que ayudan a capear el temporal. De todos modos, no falta aquella señora paqueta que, al ver al niño y a su perro luchando duramente en medio de la inundación, se compadezca y se lamente…¡ por el perrito! Esa misma señora es la que, si fuera un personaje de la vida real,  pensaría sin ruborizarse “se embarazan para cobrar planes”.

Si Blas fuera un niño de carne y hueso y viviera en este país, no sólo se habría quedado sin Asignación Universal por Hijo sino que probablemente ya no podría contar ninguna historia ni jugar con ninguna caja porque también  es muy probable que fuera asesinado por la espalda a cargo de algún policía legitimado, luego, por el Estado.

La narración de experiencias infantiles muchas veces son dejadas de lado puesto que los niños son un grupo social que difícilmente deje testimonio de sus propias experiencias, ideas, emociones o mentalidades. Encontrar “la voz infantil” se ha convertido tal vez en uno de los mayores desafíos tanto para especialistas en la temática de infancia como para escritores, dramaturgos o artistas en general ya que los discursos oficiales, los medios masivos de comunicación destinados a la niñez así como las artes gráficas y visuales han sido creados por un mundo de adultos que, en su mayoría, han buscado determinar y manipular la experiencia de los niños.

Sopa de estrellas en sus dos versiones, libro y obra de teatro, tiene como gran logro encontrar esa voz infantil, la de esa infancia invisibilizada y marginada dejando muy en claro que quien sólo tiene aspiraciones individuales jamás entenderá la lucha colectiva. Tal como supo expresar Armando Tejada Gómez: “Es honra de los hombres proteger lo que crece, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, evitar que naufrague su corazón de barco, su increíble aventura de pan y chocolate poniéndole una estrella en el sitio del hambre”.

 

 

Colabora con Infobaires24
Suscribite a nuestro canal de youtube TIERRA DEL FUEGO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba

Tiene un bloqueador de publicidad Activo

Por favor desactive su bloqueador de anuncios, Infobaires24 se financia casi en su totalidad con los ingresos de lass publicidades