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La opinión de Cuartango| Preacuerdo Mercosur – Unión Europea: similitudes con el pacto Roca-Runciman

Días pasados, con una actitud circense de nuestro Canciller, el gobierno anunció con bombos y platillos y reiteró hasta el cansancio, la celebración de un acuerdo, en realidad y afortunadamente para los intereses de nuestra patria y sus habitantes no pasa de ser un mero “preacuerdo” entre la Unión Europea y el Mercosur.

Oscar Cuartango

Preacuerdo, que, bueno es puntualizarlo, se ha venido negociando dentro del mayor hermetismo, sin participación ni debate alguno con el universo político argentino, ni con los actores sociales interesados y directamente afectados, tanto productores como trabajadores.

Las negociaciones sobre el tópico, se iniciaron en 1995 con sus idas y vueltas habida cuenta las asimetrías y demandas de cada parte.
En el 2010, los entonces presidentes de los países del Mercosur, con posicionamientos políticos totalmente diferentes a los de los actuales gobernantes, acordaron retomar las negociaciones en procura de un acuerdo que tuviera en cuenta y compensara las asimetrías y externalidades, preservando la producción y el trabajo de nuestra región.

Con la entronización del neoliberalismo en los gobiernos de Argentina y Brasil, trascendieron concesiones del Mercosur a favor de la Unión Europea que perjudicarán gravemente la producción, especialmente en el sector Pyme, las Economías Regionales y consecuentemente el trabajo, con incremento de la desocupación y pérdida del poder adquisitivo de salarios – en síntesis, más recesión -.

Si bien aún no se conoció oficialmente la letra chica del “preacuerdo”, a tenor de trascendidos y el posicionamiento ideológico de quienes hoy nos gobiernan, incursionaría en desgravación arancelaria, normas de propiedad intelectual, extensión de la deforestación, aumento del uso de los pesticidas tóxicos, entre otros aspectos de importancia, afectando incluso la posibilidad de crecimiento de sectores como autopartes, servicios informáticos, telecomunicaciones o transportes, ya que se habilita a las empresas europeas a participar en las licitaciones de obra pública. Asimismo, pone en riesgo la economía de productos industrializados que nuestro país introduce en Brasil –que constituye uno de nuestros principales mercados-, atento se habilita el ingreso de productos europeos.

Y, además la tan mentada baja de aranceles a los productos del Mercosur en el mercado europeo, tampoco es tal, puesto que se convino que la misma será gradual y sometida a cupos de importación determinados por productos.

Como si esto fuera poco, los europeos reaseguraron en el acuerdo suscripto que sus estándares de seguridad alimentarias permanecerán en vigencia, y sus autoridades podrán actuar en su protección aún cuando los análisis efectuados a los productos no sean determinantes, lo cual no es difícil avizorar, redundará en un bloqueo de aquellos productos que consideren riesgosos para su economía.

Parafraseando, coincidiendo y haciendo nuestro el párrafo del documento emitido por las autoridades del Partido Justicialista Nacional sobre el tema en cuanto dice: “El gobierno de Macri aceleró el “acuerdo político” del tratado a cualquier precio con el único objetivo de llegar a las elecciones con supuestos éxitos diplomáticos sin importarle los importantes costos internos que en materia de trabajo y producción deberemos pagar en el futuro el conjunto de los argentinos».

Por ello, no dudamos en pronunciarnos en contra del mismo, que calificamos como una versión regionalizada internacionalmente del pacto Roca-Runciman celebrado entre nuestro país e Inglaterra el 1 de mayo de 1933, al cual Arturo Jauretche acertadamente denominara “Estatuto del Coloniaje”.

En este punto, es dable recordar que en virtud del mencionado pacto, el Reino Unido se comprometía a continuar comprando carnes argentinas en tanto y en cuanto su precio fuera menor al de los demás proveedores mundiales, y, como contrapartida, Argentina aceptó la liberación de impuestos para productos británicos al mismo tiempo que tomó el compromiso de no habilitar frigoríficos de capitales nacionales. Paralelamente se creó el Banco Central de la República Argentina con competencias para emitir billetes y regular las tasas de interés bajo la conducción de un directorio con fuerte composición de funcionarios del Imperio Británico. No obstante todas estas concesiones, se le adjudicó además al Reino Unido el monopolio de los transportes de Buenos Aires.

Así, la historia nos demuestra que la libertad de comercio entre desiguales, que no otra cosa son las asimetrías y externalidades, exacerba las desigualdades y genera Darwinismo Social.

El sector rural concentrado será el gran beneficiario en detrimento de los productos nacionales manufacturados, lo que implicará la pérdida de innumerables puestos de trabajo e importación de mano de obra extranjera, con el consecuente incremento de la desocupación y pobreza de ello derivado.

Las Pymes, las Economías Regionales y el trabajo argentino, serán los mayores perjudicados y ya en función de este preacuerdo, las autoridades han vuelto a la carga con las reformas laboral y previsional impulsadas por Cambiemos, ahora Juntos por el Cambio y el Fondo Monetario Internacional.

El Partido Justicialista y todo el arco opositor se ha venido pronunciando en contra. Esperemos que nuestros legisladores estén a la altura de las circunstancias y protejan la soberanía y los derechos conquistados a través de la historia por nuestra Patria que la manda popular les exige con su voto.

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