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La opinión de Cuartango/ Conciencia de clase e identidad política

La clase social es una forma de estratificación social en la cual un grupo de individuos comparten una característica o situación que los asocia socioeconómicamente, es decir, su posición social, el poder adquisitivo que disponen, la posición que ostentan dentro de una determinada organización, el comportamiento, la representación ideológica, o la afinidad ya sea en costumbres o en intereses.

Estos vínculos pueden generar o ser generados por intereses u objetivos que se consideren comunes y que refuercen la solidaridad interpersonal.

La sociedad de clases constituye una división jerárquica basada principalmente en las diferencias de ingresos, riquezas y acceso a los recursos materiales. Aunque las clases no son grupos cerrados y un individuo puede moverse de una clase a otra, lo que se denomina “movilidad social”.

Se dice que una persona tiene movilidad social cuando logra cambiar su situación socioeconómica en relación a la del hogar en que nació, mejorando sus condiciones.

Es habitual que la gran mayoría de las personas entienda estar comprendidas en la clase media, cuando en realidad, la mayoría de ellas no lo están.

Ese es precisamente el origen de muchos de los problemas de este país: la falta absoluta de conciencia de clase.

Las clases sociales se definen tanto por su posesión o no posesión de los medios de producción como por sus intereses, su cultura política, su experiencia de lucha, sus tradiciones y su conciencia de clase, que es la identidad cultural y comprensión política, pensada, vivida y sentida por cada grupo social sobre sus intereses a largo plazo, y se adquiere a partir de experiencias históricas, tradiciones y luchas políticas. Es lo que nos une como individuos y nos da fuerza como grupo.

La falsa conciencia se refiere a la forma de pensar de las personas que no es coherente con las condiciones materiales de la existencia, es decir, existe una especie de engaño interno, una oposición entre la forma de interpretar la realidad y la realidad misma que tiene consecuencias en diferentes áreas de la vida, por ejemplo, en la toma de decisiones. Se asume un estilo de vida que no es coherente con su situación, es decir, una falsa conciencia.

Si necesitas trabajar y un salario para poder vivir perteneces a la clase obrera, a la clase trabajadora. La clase obrera ofrece su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Si no trabaja, no come o depende de prestaciones sociales, si existen.

A menudo la gente relaciona erróneamente el tener un buen sueldo con pertenecer a una clase social superior, pero, lo importante es comprender que si tienes que trabajar para vivir, no eres de clase media, ni siquiera si disfrutas de una posición económica desahogada.

La clase media es aquella que puede permitirse no trabajar si lo desea, sin arriesgar su estilo de vida, que vive de rentas que generan sus bienes sin necesidad de depender del ingreso de un trabajo, por haber nacido ya perteneciendo a la clase media –heredada-, o por haber adquirido dichos bienes con un trabajo estable y remunerado –de clase obrera- que permitió subir ese difícil escalón

Tener conciencia de clase permite entender la realidad que vivimos, ayuda a asumir la pertenencia a una clase, y fomentar el respeto y la solidaridad entre iguales, que no tiene nada que ver con el extendido “paternalismo” entre los no iguales.

Como esa conciencia brilla por su ausencia, las personas no saben todavía cuál es su posición en las relaciones de poder en las que nos movemos a diario, ni quiénes son sus iguales, y prefieren vivir bajo la comodidad que les proporciona la falsa idea de pertenecer a una clase social superior a la que no pertenecen, aunque hacerlo implique dejar de luchar por llegar a donde ya creen haber llegado.

Hay un interés poderoso, de los sectores dominantes, en despojarnos de cualquier sentimiento de clase, porque ello juega favorablemente a la preservación de sus intereses y privilegios. La conciencia de clase es lo que nos une y la unión hace la fuerza.

“…Nuestras vías son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir
Allí van lo señoríos, derechos a se acabar y consumir,
Allí van los ríos caudales, allí van los otros medianos y más chicos,
Y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos.” (Jorge Manrique: Coplas por la muerte de su padre)

(*) El autor es abogado especialista en Derecho Laboral, Sindical y Municipal y fue Ministro de Trabajo de la Pcia de Bs As 2007/2015

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