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La opinión de Cuartango| Qué oscuro significado esconde el gobierno detrás de la frase sobre «el fracaso de los últimos 70 años»

Desde  algunos espacios de gobierno se proclama que estamos “cambiando” por primera vez en 70 años, en una clara muestra de antiperonismo, ya que lo inmediato anterior a los últimos 70 años es lo que siguió al golpe de estado de 1930 que derrocó a Hipólito Yrigoyen y que el forjista Arturo Jauretche acertadamente  denominara como “Década Infame” por el nivel de entrega de la soberanía nacional y el destrato a los sectores populares.

Oscar Cuartango

En los 70 años descalificados por el oficialismo que hoy nos gobierna, se produjo el salto de la Sociedad de Beneficencia creada por Bernardino Rivadavia en 1823 y que continuará con su labor hasta el ascenso del entonces Coronel Juan Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión, por él creada en 1943, que implicó un giro copernicano en el rumbo de las políticas sociales, pasándose  de un asistencialismo voluntarista, a la adquisición de derechos y redistribución de la riqueza a través de los institutos de la Seguridad Social.

Los actuales gobernantes, en el aludido cambio, según ellos el primero en los últimos 70 años, parecen pretender retrotraer la cuestión social y laboral, al tratamiento asistencialista y voluntarista de la Sociedad de Beneficencia Rivadaviana, haciendo tabla raza con los institutos legitimadores y redistribuidores, creadores de derechos de la seguridad social.

Ese parecer,  se ve reafirmado con la reestructuración del gabinete nacional concretada mediante, a nuestro criterio un institucional Decreto de Necesidad y Urgencia, al cual nos refiriéramos en nuestra anterior columna en este portal.

En efecto, como consecuencia de esa reestructuración, se produce la pérdida del rango Ministerial de las áreas de “Salud Pública” y de “Trabajo, Empleo y Seguridad Social”, pasando a depender Salud Pública, Anses y Seguridad Social, de Acción Social, en un claro retroceso hacía el asistencialismo y Trabajo y Empleo de Producción, en una reformulación direccionada claramente a favor de los empleadores, degradando el trabajo humano, de una herramienta de inclusión y movilidad social ascendente, a una variable los costos  y de ajuste económico.

Este retroceso en el tratamiento de la cuestión Social y Laboral, aunado a las políticas de ajuste a las cuales adscribe la administración cambiemos desde el comienzo de su gestión y cuya aplicación profundizara luego del retorno al Fondo Monetario Internacional, nos llevan a la triste situación  de recesión, reducción de la actividad económica como consecuencia del incremento de la desocupación, la pérdida del poder adquisitivo salarial y previsional, generando un círculo vicioso que profundiza la recesión y genera mayor reducción de la actividad económica y desempleo, ello aunado a una exacerbación  de la inflación, constituye un combo explosivo.

La pobreza es un estado que sólo cambia cuando durante un tiempo en forma continua y firme hay coherencia en las políticas gubernamentales que se proponen.

El camino es cambiar el rumbo económico, retornando a implementar políticas de producción, empleo y trabajo que generen empleo y crecimiento, para  ello, hay que frenar las importaciones defendiendo la industria y la mano de obra nacionales, impedir el ingreso y egreso discrecional de capitales, poniéndoles plazos mínimos de permanencia de 2 o 3 años y poner plazos breves para el ingreso y la liquidación de divisas a los exportadores,

La flexibilización laboral que intenta aplicar el gobierno  y en general la liberación de los mercados como premisa económica, da lugar a que el crecimiento continuo de la informalidad se convierta en un fenómeno que generará –y genera ya-  graves consecuencias sociales y políticas, entre ellas el resquebrajamiento del sistema de seguridad social. Y, lo más preocupante es la brecha que se acrecienta entre los que están insertos en los beneficios del sistema económico y los que están excluidos, puesto que los que deben buscar el sustento por su propia cuenta, constituyen hoy la mayoría de la población, y son desplazados cada vez más, del sistema.

No basta con hablar de la deuda histórica que tenemos con los más necesitados y seguir resguardándose en la “herencia recibida” para que la ciudadanía crea  que “cualquier cosa que hagamos por los pobres está bien”. Es necesario que el gobierno nacional y provincial  examine detalladamente los esfuerzos que se están llevando a cabo y acepte y reconozca que las metas propuestas y alentadas en campañas de “Pobreza Cero” no sólo no se cumplieron, sino que, todo lo contrario, la pobreza aumentó en forma alarmante, y miles de personas han sido aún más postergadas y sumidas en la pobreza. Esto, incluso  ha sido reconocido por el Ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, López Medrano al decir “Tenemos un 25% o 30% de aumento en los comedores” en nota radial fechada en 13/09/2018.

Pero el gobierno nacional  de turno no reconoce tampoco la crisis de la salud y la difícil situación de la educación. Y, al contrario, en lugar de plantear estrategias de fortalecimiento en estas áreas, desarticula los Ministerios, convirtiéndolos en mera secretarías del Ministerio de Desarrollo Social, lo cual da por tierra todo fortalecimiento específico en la materia.

Con una economía desacelerándose, y sin verdaderas soluciones a la crisis de salud, de educación, de economía y de justicia, los meses venideros emergen alarmantes.

 

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