La industria farmacéutica atenta contra el medicamento como bien social
Desde hace décadas que el paradigma de la salud dejó de ser su fortalecimiento, pasando por presión mediática y del Mercado a ser un instrumento exclusivo de la atención de la enfermedad y de la cronificación de las enfermedades. Es decir, la prolongación infinita de la prescripción de los medicamentos, sobre las poblaciones, en reproducciones, por miles de millones de comprimidos y por ende de ganancias, sobre bases no siempre ciertas.
Por Jorge Rachid
No significa esta afirmación que los medicamentos no sirvan para atender determinados tipo de patologías. Pero existe una diferencia entre la prescripción médica del medicamento y la Medicalización como cultura de sobrevivencia, instalada sobre el conjunto de la población, bajo el concepto que cada afecto necesita un control farmacéutico, cada acto de la vida debe estar asentado en una medicación que controle sus emociones, sus fuerzas, su fisiología natural y sus predisposiciones psicológicas, deben estar medicadas.
Estas primeras reflexiones, en épocas de Pandemia y Cuarentena, sirven para darle contexto a una información que demuestra cómo, a nivel global, el Complejo Militar Industrial Farmacéutico de EEUU, decide las líneas de acción, no sólo de tratamientos, sino de consumo médico. Es que EEUU acaba de adquirir la totalidad de la producción del medicamento Redemsivir, de Laboratorio Gilead, un antivirósico que es paliativo de la enfermedad, no es curativo, pero aun así colabora en la disminución de los síntomas y el tiempo de evolución.
Lo importante es que este Laboratorio es el mismo que en su momento presionó desde el Tamiflu, para el tratamiento de la gripe aviar que fue declarada Pandemia, antes que produjese los efectos devastadores de la actual virosis, y lo hizo la OMS a partir de la decisión de dos de sus directores, que eran funcionales a dicho Laboratorio y fueron echados por esa situación. Claro que la empresa había logrado 5 mil millones de dólares, con esa decisión a nivel global.
Es el mismo Laboratorio que adquirió en 11.200 millones de dólares (no es equivocada la cifra). la patente del Sofosbuvir, el único medicamento que en los últimos 50 años se descubrió para la cura efectiva de una enfermedad, en este caso la Hepatitis C.
Los dueños de ésta empresa son Donald Rumsfeld y Paul Singer. El primero, ex Secretario de Estado de EEUU y traficante de armas, denunciado por Hilary Clinton en campaña electoral por haber pasado el Tamiflu de 67 u$s a 640 u$s, cuando Gilead compró todos los campos de anís del mundo, que proveen para la elaboración de ese medicamento. Paul Singer es el titular de del Fondo de Inversión Buitre que a través del Juez Griesa logró deteriorar el tratamiento de la deuda soberana argentina.
¿Por qué deteriora esta actitud del gobierno de EEUU, la visión que determina la OMS sobre el medicamento como un Bien Social? Es porque los medicamentos no podrían ser teóricamente bienes de Mercado, pues deberían estar garantizando accesibilidad y universalidad a los pueblos, a igual precio en moneda constante, situación que no sucede en la actualidad. El medicamento sofosbuvir comentado, tiene tres precios: para países de altos ingresos 1000 u$s el comprimido, de ingresos medios 100 u$s y pobres 10 u$s, el mismo comprimido, con una cadena de valor del primer caso del 33 mil% de acuerdo a su costo de producción.
¿Por qué tiene relevancia en la Pandemia? En primer lugar porque está dando una señal al mundo de un medicamento que no tiene otra acción que paliativa, pero que a partir de su difusión internacional todos los gobiernos querrán adquirirlo, o sea una maniobra de marketing comercial. Por otro, lado la adquisición de la totalidad de la producción de un medicamento supuestamente útil, por parte de EEUU, refleja la brutalidad inhumana con que están dispuestos a manejarse incluso con la hipotética vacuna que seguramente saldrá para fin de año.
Planteamos desde diversos ámbitos de actuación sanitaria y política internacional, que la vacuna contra el coronavirus, no debe ser Patentada, debe ser universal y sin costos, frente a una Pandemia que sacude al mundo.
Esta posición se sustenta en el drama ocasionado por el coronavirus, al estilo de la poliomielitis de los años 56, en donde la resolución surgió de dos vacunas, la Salk y la Sabin oral, que nunca fueron patentadas, siendo de acceso universal y gratuito. Cuando le preguntaron a Sabin si la patentaría, respondió: “acaso de se puede patentar el sol”.
Es como cuando le preguntaron a Miguel Angel sobre su obra de arte magna La Piedad y dijo: “yo sólo saqué lo que sobraba de mármol”. Esa características humanas, que consolidan la conceptualización universal de la solidaridad, es desde hace décadas derrotada por la Industria Farmacéutica, que ha puesto de rehenes a los pacientes de todo el mundo, en una concepción de Mercado, que no solo es darwiniana, en donde sólo accede el que puede, sino que transforma el concepto solidario que debe primar en la salud, en un bien de lucro.
Esta situación hace que el sistema sanitario se mueva alrededor del cual, avanzando sobre el financiamiento total de los presupuestos sanitarios y postergando “sine die”, los programas de prevención de la salud, que debería ser el paradigma a defender.
Por último, la Pandemia trajo en medio del drama, algunas derrotas a la concepción neoliberal, en su mirada cultural dominante. En efecto, el Estado ha sido reivindicado a nivel global como ordenador social y ejecutor de las políticas sanitarias, derrotando al Mercado como eje de esa concepción.
Por otro lado ha consolidado la conciencia social solidaria, que derrota al individualismo feroz, egoísta y meritocrático, que instaló el neoliberalismo durante décadas. En esa dirección la cultura sanitaria fue formateada por la Industria Farmacéutica, cambiando el eje de las políticas de salud.
El gobierno nacional y popular ha avanzado en estos días pandémicos en una reformulación de estos paradigmas, al reinstalar no sólo el Ministerio de Salud que había sido borrado por el neoliberalismo, sino que asume la conducción de la totalidad de los efectores de salud, de gestión pública y de gestión privada, en una acción conjunta de decisión política de Salud Pública para enfrentar la Pandemia, con una conducción unificada, más allá de la fragmentación que había instalado la lógica y los instrumentos institucionales apuntalados por el neoliberalismo dominante.
O sea que el gobierno comenzó un derrotero destinado a reparar el daño ocasionado a la Patria, al Pueblo y a la Salud Pública en los últimos años.
JORGE RACHID – PRIMERO LA PATRIA – www.lapatriaestaprimero.org
CABA, 3 de julio de 2020