La escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich obtuvo el premio Nobel de Literatura
La escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich, ha sido la galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2015. El dictamen de la Academia sueca la destacó por «sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo». Alexiévich, de 67 años, ha plasmado en lengua rusa la realidad y el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así como de los sufrimientos de Chernóbil, la guerra de Afganistán y los conflictos del presente. Su prosa es muy crítica con el Gobierno bielorruso. «Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin», ha mencionado la autora en una rueda de prensa en Minsk, luego del anuncio del premio.
Alexiévich nació en Ucrania, es hija de un militar soviético, de origen bielorruso. Cuando su padre se retiró del Ejército, su familia se estableció en Bielorrusia y estudió periodismo en la Universidad de Minsk. Trabajó en distintos medios de comunicación, pero su nombre empezó a conocerse con “La guerra no tiene rostro de mujer”, una obra que concluyó de escribirla en 1983 pero que, por cuestionar algunos clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza, pudo ser publicada recién dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido como perestroika.
Alexiévich se desplaza por el terreno del drama, explora las más aterradoras y desesperadas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte.
Muy influida por el escritor Alés Adamóvich, a quien considera su mentor, Alexiévich aborda sus tópicos con la técnica de montaje documental. Su especialidad es dejar fluir las voces -monólogos y corales- en torno a las experiencias del «hombre rojo» o el «homo sovieticus» y también postsoviético. La obra de la escritora gira en torno a la Unión Soviética para desarticular esta noción en destinos individuales y compartidos y, principalmente, en tragedias específicas. Alexiévich se desplaza por el terreno del drama, explora las más aterradoras y desesperadas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte. En 1989 publicó “Tsinkovye Málchiki” (Los chicos de cinc) que trata sobre la experiencia de la guerra en Afganistán. Para escribirlo se recorrió el país entrevistando a madres de soldados que murieron en batalla. En 1993, publicó “Zacharovannye Smertiu” (Cautivados por la muerte), esta obra narra sobre los suicidios de quienes no habían podido sobrevivir al fin de la idea socialista. En 1997, escribió sobre la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil en Voces de Chernóbil, publicado en castellano en 2006 por Editorial Siglo XXI, que reeditó el año pasado “Penguin Random House”.
Crítica con el régimen del presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, la escritora reside la mayor parte del tiempo en el extranjero y últimamente lo hace en Alemania.
El año pasado lanzó “El tiempo de segunda mano”. El final del hombre rojo, publicado en alemán y en ruso. En este nuevo documento, Alexiévich se plantea «escuchar honestamente a todos los participantes del drama socialista», dice el prólogo. Afirma la escritora que el «homo sovieticus» sigue todavía vivo, y no es solo ruso, sino también bielorruso, turcomano, ucraniano, kazajo… «Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo», afirma, refiriéndose a quienes son sus «vecinos por la memoria». «El mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados», dijo en una reciente entrevista a Le Monde. Atrapada aún en el espacio soviético, Alexiévich indaga con angustia y sufrimiento sobre el fin de una cultura, una civilización, unos mitos y unas esperanzas.
Crítica con el régimen del presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, la escritora reside la mayor parte del tiempo en el extranjero y últimamente lo hace en Alemania, donde su último libro ha tenido un enorme impacto.