La deuda no es la deuda: se discute si se sostiene un régimen jurídico global que legaliza el saqueo
Macri defaulteó la deuda antes de irse el 10 de diciembre pasado pero calló para que el anuncio estallara en manos de Alberto Fernández. En tanto, acomodaba los miles de millones de dólares que fugó bajo los auspicios de Christian Lagarde, el FMI, buitres y otros poderes mundiales.
Escribe Alejandro C. Tarruella
Saquear y callar
Alberto lo dijo una y otra vez: hicieron el default pero no lo anunciaron. Si él lo hiciera ahora, no sería por la responsabilidad de la deuda sino por dar punto final a la comedia de Macri. “Ancho camino de fuga callado tiene que ser”, decía Yupanqui en “Sin caballo y en Montiel”. Ahora cuando los fondos buitres intentan, al borde de la desesperación, sostener los acuerdos usurarios y el gobierno dice que no, transpiran porque el escenario de la negociación es mundial y se ve en todas partes. Para quienes están acostumbrados a la estrategia de Drácula, la luz es un ámbito de temer.
El macrismo, en tanto, inventa situaciones falsas. Cacerolazos que fracasan, movilizaciones contra el comunismo que no existen, difunden al impresentable capitán Kid Bolsonaro, llaman a romper la cuarentena para que las víctimas caigan sobre el gobierno. Rodríguez Larreta juega a acompañar y pone palos en las ruedas. No atender las villas, dejar los geriátricos a la buena de Dios, no dar agua a las villas, es parte del juego.
Los tres usureros
Tres grupos de buitres al acecho, Comité Argentino de Acreedores, Exchange Bondholders y Grupo Argentina Ad Hoc, han enviado su propuesta para la negociación que se acaba el viernes 22 de mayo. El Gobierno argentino ya tiene sobre la mesa contraofertas de sus acreedores. Desde Economía dijeron que se encuentran estudiando las “propuestas y sus implicancias para el objetivo de restaurar la sostenibilidad de la deuda pública”. Antes de eso, Martín Guzmán hizo una videoconferencia con el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, think tanks gringo en el norte. Sollozan que el período de gracia que propone Argentina, tres años en los que no se pagarían ni capital ni intereses para permitir resurgir la economía, es “uno de los aspectos más críticos” de la negociación con esos poderosos en retroceso de mercado.
Hay que recordar que hace dos años, lo hacen los especialistas que encaran bajar la autoestima de los argentinos, el dólar salía 20 pesos y el macrismo lo reventó al punto que el oficial está en 67 pesos y el usurario sube y presiona a los incautos y alguien más, y anda por las nubes, aunque no funcione.
El macrismo comisionista, el servisperiodismo que hace caja con la especulación, gimen cuando escuchan hablar de tres o cinco años de gracia
Hay una impresión que data de algunos siglos. Allá por los años cien de nuestra era, el poeta latino de origen hispano, Marcial, estableció con sabiduría que es deudor quien paga. Administraba la ley, en esos días, el imperio romano.
Ahora son otros los imperios pero ese saber continúa. Saben los poderosos que las condiciones del mundo están mutando. En un año, los acuerdos harán subir a nuevos actores al escenario de las decisiones. En cinco, puede ocurrir lo que avizoraba el poeta: será deudor quien pague porque el mundo será otro. No habrá, suponen los estudiosos, una divisa rectora y así los valores (en economía son nada más que el precio) serán otros. No favorecerán, en términos de especulación justa, a los usureros del poder corporativo que es posible habrán retrocedido en los términos del nihilismo que los impulsa.
Guzmán busca un acuerdo sostenible y se declaró flexible. Los buitres y sus socios macristas prefieren que lo sostenible sea, como en el caso de los equilibristas, sobre “la cuerda floja”, para que algunos cambien y aparezcan las patricias de los Bullrich a hacerse cargo de desguazar el Estado. El default, afirmó el ministro, “sería una muy mala señal para todas las economías emergentes”. Para la Argentina es posible que sea nada más que el anuncio que calló el hijo de Franco porque a esas horas cargaba las bolsas de la fuga.
Los buitres y sus socios macristas prefieren que lo sostenible sea, como en el caso de los equilibristas, sobre “la cuerda floja”
Los buitres se cargan millones a la garganta, lloriquean porque Guzmán pide una quita y una gracia, habrá que sonreír enfáticamente para corroborarla, que baje hasta 40 mil millones de dólares. Dado que se trata de dinero en papeles que compraron con monedas, sin invertir, sin desgastar sus manos a pura apropiación de acciones y esfuerzo de los otros, el Presidente señaló con sabiduría que no van a perder dinero y pide que “sólo ganen menos”. Algo que no entra en la razón y el absurdo de los avaros.
Y hay un problema que puede adelantar consecuencias. Buenos Aires provincia debe poco más de u$s 7 mil millones y tiene impagos dos vencimientos por $113 mil millones. El 26 se define si pagan o defaultean. Siempre, como dicen los viejos pueblos, hay que tener en cuenta que el problema de la deuda es de quien debe cobrar, no de quien debe y la deuda es una creación de piratas que sostienen un sistema jurídico medieval.
¿Cuánto dinero prestaron a la Argentina los buitres para que se les deba tanto? Ni un peso. Entonces, dado que esa deuda fue impuesta sin la aprobación del Congreso por piratas (Dujovne, Mauricio, los Caputo, etc.) que van prendidos de su cobro, lo que hay que hacer es poner en cuestión el sistema jurídico en que se sostiene. Así, la suerte de esos cobros va de la mano de lo que decida el Gobierno nacional y no estaría mal, por ejemplo, hacer una consulta popular al respecto. Tomadas las cosas de este modo, no se trata del principal problema del gobierno.
Se puede observar en esta argumentación, que hay un viento de transformación, y Argentina tiene en ese plano un mensaje para los pueblos del mundo:
Decía el general Perón: “Vamos a conquistar la riqueza con nuestro trabajo y, si es menester, con nuestro sacrificio, pero no recurriremos al usurero.”
Eso es lo que hay que hacer en más para acabar con esa mafia depredadora.