La apuesta de Cambiemos se cayó en La Florida
Tiempo de Trump ante el apoyo de Macri a Hillary. Escribe Alejandro C. Tarruella
Cambiemos y la suerte
En medio del festival de bonos y el endeudamiento que remeda al 2001, la propuesta de Cambiemos en torno a la elección presidencial de los Estados Unidos, jugó una sola carta: Hillary Clinton. La jugaron Macri que asistió en marzo a la reunión anual de la Clinton Initiative que organiza Bill Clinton. El embajador en EE.UU, Martín Lousteau, expresó de modo abierto su adhesión a la candidatura de Hillary y lo mismo hizo la canciller Malcorra, que esperaba el apoyo de Obama a su fracasada candidatura a la ONU. Al ganar la presidencia, Macri tuvo otro gesto, no recibió la llamada que le hizo Trump, en ese momento candidato republicano, para felicitarlo.
Carlos E. Cué, de “El País” de Madrid, escribió que “El Gobierno de Macri apostó claramente por Hillary Clinton, sin disimulo, y su derrota dejó a todos descolocados y sumidos en cálculos económicos y políticos de las consecuencias de un giro que contradice por completo la apuesta de Macri por la ortodoxia y la apertura económica”. Luego expresó: “La inquietud argentina es sobre todo económica. El apoyo de las empresas y especialmente del mundo financiero de EE UU es fundamental para el país austral, que sigue apostando por un fuerte endeudamiento y necesita cuanto antes inversión extranjera”. Y sostiene que “La paradoja a la que se enfrenta el Gobierno argentino es que mientras Trump está apostando por limitar el libre comercio, en Latinoamérica presidentes como Macri, el brasileño Michel Temer o el peruano Pedro Pablo Kuczynski encabezan una ola a favor de la apertura comercial y del acercamiento a EE UU”. A ellos, les fallaron las predicciones.
Y no es solo eso, porque si el 37% de los inmigrantes votó a Trump, hay algo que no se comprende y que podría ser el producto de la puesta en escena del candidato, que no fuese lo que luego va a aplicar a su plan de gobierno.
Si acaso lo que viene se resume en nacionalismo político, proteccionismo económico y freno a la acción corporativo militar, habría que observar los primeros pasos de Trump para definir una posición respecto de su gestión. Ahora, llorar la derrota de Hillary, que llevó adelante la destrucción de Irak y Libia con miles de crímenes, destrucción de obras de arte, y según reveló ella misma, participó del armado al terrorismo que ataca a Siria, hay que creer que algunos izquierdistas parados en el “estalinismo de indias”, en realidad están llorando el fin de Yalta que sucedió hace tiempo y allá lejos.
El hartazgo social
Algunos periodistas que cubren las jornadas en Estados Unidos, parados en Nueva York, expresan que hay cansancio social frente al poder de los lobbies, ante la acción del establishment de Wall Street que acabó con el estándar de vida de millones de norteamericanos. Se cerraron fábricas en favor de los acuerdos de libre comercio, ciudades como Detroit (en otros años paraíso de la industria automotriz) yacen destruidas, sin gobierno y sin fe, con miles de parias en sus calles. Pedían cambio y hasta hablaban de corrupción en referencia a los reyes de Wall Street y los de la corporación estatal militar. Frente a eso, Trump presentó otro estilo de campaña, agredió y buscó establecer un diálogo entre campos cerrados. De ahí que cuando cerró a los propios en un campo, fue imposible la comunicación entre uno y otro, el suyo y el de Hillary, y básicamente, impidió que el mensaje de la candidata demócrata penetrara en su público.
No se trató de una elección a izquierda o derecha. Izquierda y derecha pueden percibirla así, pero aun en la cerrada comunicación que pudo haber logrado Trump –que se da en escena e impide ver qué ocurre entre bambalinas- detrás de esa puesta, los matices esperaban ser reconocidos para jugar el partido una vez terminado el acto electoral. De manera que en una dimensión importante, lo que va a proponer y gestionar Trump estuvo parodiado en parte en la campaña y va a ser expresado en lo que va a hacer en el gobierno. Por supuesto, la base de su propuesta tendrá que mantenerla.
¿No podría pensarse acaso que la agresividad del discurso de Trump haya representado en la parodia electoral el sentimiento de rechazo al establishment de sus electores? Cuando saludó a Hillary una vez anunciado su triunfo, los periodistas que observan la escena, hicieron notar que era otro Trump. No. Tramp era el mismo, su discurso era diferente y posiblemente haya superado a Hillary en el hecho de comprender mejor la complejidad del entramado de la comunicación a esta altura del desarrollo de las redes corporativas de uso social que replicaban a los candidatos. Esto no lo hace mejor ni peor, en todo caso procura hilar fino para extraer conclusiones válidas.
Si ahora, Trump quiere salir de los tratados de libre comercio, el Nafta, el del Pacífico que tanto seduce al macrismo, no parece ir en contra de una construcción nacional y regional de políticas para los países suramericanos. Tampoco indica que promoverá una liberación de las capacidades de los países pero puede producir lo que Vivian Trías llamó “vacío en el imperio”, el que produjo en la década de 1930, el surgimiento de varios movimiento nacionales en América del Sur. Será perjudicial Trump en términos absolutos si el modelo neoliberal intervencionista, que niega la soberanía nacional y regional de los países y las alianzas como el Unasur, se profundiza. No es de esperar nada mejor en un nuevo gobierno en los Estados Unidos pero tampoco, es cuestión de creer que Hillary iba a traer la paz cuando promueve la guerra. En todo caso, reafirma más el proyecto de desarrollar el mercado interno, los vínculos entre países en vías de desarrollo, los acuerdos como el Mercosur y el Unasur, la apertura hacia los BRICS y las democracias populares. Para América Latino es mejor Trump había dicho Rafael Correa porque entiende que profundiza las contradicciones. Está claro que no es Roosevelt, y habría que medir sus pasos.
Podría afirmarse que, en todo caso, Trump genera contradicciones y pone al gobierno de Macri en la alternativa de volver a políticas de inversión en obra pública, propias del gobierno anterior. Quizás lo mejor de la herencia que recibieron además del desendeudamiento que están destruyendo día a día para herir al país con una de las mayores deudas externas del siglo. En cuando al dolor del progresismo por Hillary, recordemos que la base que sustenta sus ideas es el ideal eurocéntrico. Qué es blanco y sueña siempre con algún de la Rúa con lenguaje de doctor y modales de academia. Por lo visto, los pañuelos de papel que promueve el imperio, no alcanzan para apagar tanta lágrima de cristal de Baccarat.