El horno no está para entregas

Moyano no quiere “gatos», ni tampoco salir a reclamar a la calle. 

Que Hugo Moyano haya resumido su explicación acerca de por qué no llaman a paro luego del veto macrista a la ley de antidespidos, como habían anunciado, en un ataque al periodista Gustavo Sylvestre, habla a las claras de que, en realidad, el trajinado dirigente tiene las palabras gastadas. No se trata de un tema estrictamente sindical sino de una cuestión que desemboca desde un reclamo social que va por tarifazos, aumentos en los productos de primera necesidad, eliminación de subsidios y atención en salud, más la problemática del empleo. Un coctel de referencia sumamente complejo.

   En cuanto a Sylvestre, vaya nuestra solidaridad periodística y humana. Lo verosímil tiene su precio y algunos se sienten al desnudo frente a ciertas verdades. Allá ellos. Ahora hay que leer su libro.

Ni Moyano, ni Antonio Caló, secretario general de la UOM, ni ninguno de los sindicalistas que se reunieron el jueves en la sede Azopardo, hoy oficina el camionero, analizaron la posibilidad de una réplica al poder político que va ingresando a un cono de sombras del que, por lo general, no se regresa. Y cuando ellos conversaban sobre la porción de la deuda del gobierno con las obras sociales que van a recibir “si se portan bien”, lucen de fondo las críticas por momentos feroces, de los integrantes del MASA, que encabeza Omar Viviani y en el que se referencia Norberto Di Próspero, Pignanelli y Oscar Romero, los telefónicos, Unión Ferroviaria, Luz y Fuerza y otros gremios, que justamente los marcan muy cerca de términos que podrían leerse como “entrega”.

Las provincias claman

En el sur los petroleros privados de Río Negro, Chubut y Neuquén, aún con cercanías al macrismo, se alistan para reclamar salarios, continuidad laboral en tanto se unen a las exigencias de la población que marcha contra el tarifazo, como ya ocurrió en Comodoro Rivadavia y en Bariloche. Este viernes, los medios estallaban en la cara de los desprevenidos ciudadanos cuando se anunciaba que Macri tiene dinero en Bahamas luego de las revelaciones de los Papeles de Panamá, es dueño de oficinas Caminito, el mayor emprendimiento inmobiliario votado entre gallos y medianoche. Se revelaba que sus ministros Bullrich (la ex monto y su primo) Peña Braun, Garavano, tienen una fortuna en el exterior. Moyano se empeñaba entonces, en atacar al Gato Sylvestre para gambetear (es un propietario en el fútbol) la realidad de lo que podría sugerirse como una traición. Traición al pueblo, a los trabajadores y a su propia historia ya que fue fundador de la Comisión de los 25 en dictadura y enfrentó a Menem junto a Saúl Ubaldini. Moyano persiste en pasar de la defensa de los trabajadores a la de sus intereses particulares que, por otra parte, ahora se enfrentan.

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) reportó hasta abril casi 155 mil despidos. Ese era el trasfondo del debate de los cegetistas a los que debe separarse a Barrionuevo, que considera poco menos que Macri es una proyección de Perón como lo proclama otro gremialista que se presenta fuerte de cuentas, el Momo Benegas.

Benegas, es hoy un asesor en cuestiones sindicales del presidente. Ante el cuadro del país, Moyano propuso ayer CGT “hacer una jornada nacional de protesta con ollas populares en todas las plazas del país”. “Tal vez cocine para Moyano, Margarita Barrientos”, bromeaba un sindicalista de la UOM molesto con la falta de iniciativa.

Movilización CTA

Mientras trabajadores de la salud bonaerense reclaman por sus salarios míseros en el Obelisco, el dirigente de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, anunciaba una movilización de esa central contra los despidos, la suba de tarifas y el veto presidencial a la ley de Emergencia Ocupacional. “La propuesta que está considerando es la realización de una movilización junto a la CTA Autónoma que conduce Micheli para reclamar contra los despidos, el tarifazo y repudiar el veto presidencial a la ley de emergencia ocupacional”, informó la CTA de Yasky. Lo harán con la CTA Autónoma, de Pablo Micheli, que mantiene su vínculo con Moyano, y está pensando en la unidad de esa central, en la que representa a una fracción. La movilización sería el miércoles 8 de junio. Será  “una jornada nacional de lucha, con movilización a Plaza de Mayo, en rechazo de las suspensiones y despidos públicos y privados”, dijeron.

Lo cierto es que la unidad sindical es hoy un imposible porque los intereses de muchos jefes gremiales, se confunden con su apoyo a la candidatura de Macri y sus lazos con el gobierno, donde anuncian un pago por obras sociales que no se hace ver pero que tal vez, alimenta uno de los flancos débiles de ciertos dirigentes.

Por otra parte, las quiebras en el peronismo, resultado de la etapa final del gobierno de Cristina, amenazas con una atomización que no aparece en las calles.

Si hubo más de 300 mil personas en el acto de Cristina en Comodoro Py y otro tanto en el acto de las CGT y las CTA, es necesario que los dirigentes tomen nota de que un público y otro, no tienen las diferencias profundas, enconadas y a veces definitivas, de una dirigencia con severas fisuras que no acepta, salvo en honradísimos casos, el trasvasamiento generacional. De manera que la movilización puede llevarse puestos a más de un dirigente político, gremial o social, porque puede llegar a promover a algunos de los que vendrán por una renovación histórica insoslayable.

Hay que medir en la actualidad, que si Fernando Espinosa, titular del PJ bonaerense, está avisando que La Matanza está que truena, y que José Luis Gioja, avisa que la olla se está calentando,  hacia las primeras semanas de julio, cuando no de señales el segundo semestre de Mauricio ni aún en perspectiva, “el tercero”, que alucinó Carrió, el horno no esté para boyos y no van a alcanzar ni Panamá ni Bahamas para que algunos entregadores de ocasión, puedan salvar sus ropas. En tiempos de lluvias, suenan los truenos. Los que han aprendido algo saben que representa un anuncio.