Hebe y Milagro al teléfono

La vida y nuestra profesión nos van deparando sorpresas cada día: un periodista se levanta sin saber por dónde lo han de llevar los acontecimientos de esa jornada. Un día salís a cubrir el cierre de una fábrica y terminás cubriendo 257 despidos en la agencia nacional de noticias Telam, al día siguiente vas a una entrevista con un referente político y terminás entrevistando a una persona humilde que fue usada por Vidal para lavar dinero sucio durante su campaña electoral.

Pues hoy debía encontrarme con Raúl Noro, compañero de Milagro Sala, para charlar sobre el estado de salud de La Flaca como la llaman, para lo cual me dio cita en la sede de Madres.

Cuando arribo al edificio en frente de la plaza Congreso, estaba Raúl con su amigo Santiago «El Turquito», un militante histórico de la organización Tupac. En su acostumbrada generosidad, Noro me invita a que lo acompañe en su visita a Hebe y allí entonces ocurrió la nota menos pensada. Luego de los saludos y recordatorios, Raúl le dice que Milagro quería hablar con Hebe, a lo cual accedió con entusiasmo:

Hebe: -Hola Milagro

Milagro-Hola linda Hebe

Hebe- ¿Cómo estás?

Milagro:- Aquí ando como puedo

Hebe: -Estos hijos de remil puta, hay que decirlo como son las cosas, este Macri hijo de puta que encima nos metió con el FMI.

Las dos puteadoras seriales se despacharon en un ida y vuelta de antología, pero no es la pretensión de este artículo describir los detalles de la conversación entre ellas, sino hacer hincapié en la similitudes de estas dos gigantes de la política.

Ambas tienen una vida signada por el sufrimiento y la lucha, se pusieron al hombro la responsabilidad histórica de liderar procesos reivindicatorios populares, enfrentando a los poderosos, sin una pizca de temor ante las seguras represalias que conllevarían dichas batallas.

A Hebe la han fusilado mediáticamente desde todos los frentes que les ha sido posible, pero ella, lejos de sentirse amedrentada, se envalentonó ante cada arremetida de Macri, Clarín o el juez de turno que responde a los anteriores.

Milagro llegó a la política siendo muy jovencita, militante dura desde entonces, ha sabido patear las puertas de más de un ministro de la provincia de Jujuy, cuando los funcionarios no resolvían cuestiones que hacían a sus áreas de competencia. Luego desarmó la mesa de la corruptela jujeña , en donde se repartían los negociados de la construcción y puso en marcha la obra más grande de justicia social que se recuerde en la provincia, proeza que hoy paga con la cárcel.

Milagro se recupera de una intervención en uno de sus pies en la prisión y Hebe resiste los ataques de Macri atrincherada en la Universidad de las Madres. Ambas son el

símbolo más acabado de lo inclaudicable, aquello que no se quiebra ni se dobla. Su temple de acero les dio un lugar en la rica historia argentina como auténticas líderes de este castigado pueblo y las verá levantarse nuevamente al frente de los más humildes y las causas nobles.

Hoy, ambas continúan con sus luchas y la charla entre ellas deja en claro que si bien la batalla las encuentra momentáneamente perdidosas, la guerra contra los poderosos de turno continúa y el resultado posible es solo uno: el triunfo del pueblo a quienes ellas se deben.

Desde los más de ochocientos días que lleva Milagro presa, no les había sido posible sostener esta charla, que si bien no ha sido muy extensa, me dejó la feliz sensación de haber asistido a un momento histórico, al menos para este escriba, quien ve a estas mujeres como dos gigantes gladiadoras.

La despedida fue muy cariñosa y prometieron aunar esfuerzos en la lucha. Ambas saben que queda mucho por hacer y se les nota.