HASTA SIEMPRE, AZUCENA DÍAZ. UNA VOZ QUE NUNCA CALLÓ

Azucena, nacida en Tucumán, vio cómo su vida daría un giro el 24 de marzo de 1976, cuando su hijo Manuel Taján fue desaparecido por el terrorismo de Estado en su provincia. Manuel militaba como jornalero y dirigente sindical en el ingenio azucarero Concepción. La ausencia de respuestas la impulsó a recorrer comisarías, cuarteles, oficinas, cualquier espacio donde pudiera hallar alguna pista.

Fue esa búsqueda, dolorosa pero necesaria, la que la convirtió en parte de algo más grande: en una Madre de Plaza de Mayo que no se resignó al silencio. En 1980 se mudó con su familia a Gregorio de Laferrere, partido de La Matanza (Provincia de Buenos Aires). Ahí, junto a su hija Dora, comenzó a participar activamente en las marchas de los jueves en la Plaza de Mayo, exigiendo lo que todo Estado debe dar: verdad sobre lxs desaparecidxs.

La constancia no fue un acto heroico aislado, sino una forma de vida. Su humildad, su firmeza, su coraje ante lo injusto se convirtieron en un faro para quienes creemos que la justicia exige memoria viva y compromiso colectivo.

En 2024, la Comisión de Derechos Humanos del Senado bonaerense la declaró Personalidad Destacada de los Derechos Humanos. Ese reconocimiento lo recibió en su casa, en Laferrere, como un acto sencillo pero profundo.

Las palabras de despedida llegaron desde muchas voces: Madres de Plaza de Mayo la evocaron como alguien que ahora estará “para siempre en la Plaza de Mayo, junto a Hebe y los 30.000” desaparecidos. Organizaciones de derechos humanos, dirigentes provinciales, compañerxs de militancia, todxs destacaron su ejemplo de que ni la dignidad ni la memoria admiten ser tragadas por el olvido.

La partida de Azucena hiere, porque nada repone un abrazo, un reclamo, una ronda en la Plaza con su voz contra el silencio.

Pero también alienta, porque su vida demuestra que resistir no es un acto magnífico ocasional, sino un pulso constante que exige presencia, memoria y compromiso. Su legado exige actuar. Seguir reclamando, exigiendo, buscando. Que su vida nos encuentre despiertxs. Que su ejemplo nos obligue a mirar, a no ceder ante el olvido.