Hallazgo transformador: El cannabis produce una molécula analgésica 30 veces más potente que la aspirina
Investigadores de la Universidad de Guelph (Canadá) han establecido que las moléculas de la planta del cannabis serían hasta 30 veces más potentes que la difundida “aspirina” a los efectos de mitigar dolores. La novedad fue publicada como estudio en la revista especializada “Phytochemistry”.
Escribe Alejandro C. Tarruella
El profesor Tariq Akhtar, que trabaja en el Departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad de Guelph, explicó la novedad a los medios europeos: «Claramente, existe la necesidad de desarrollar alternativas para el alivio del dolor agudo y crónico que vayan más allá de los opioides. Estas moléculas no son psicoactivas y apuntan a la inflamación en la fuente, lo que las convierte en analgésicos ideales”, expresó. El estudio estableció con claridad que el compuesto de la marihuana supera a los efectos de la aspirina que producen varias multinacionales. La cannabis reduce la inflamación, se estableció, y el estudio tiene en sus bases una fundamentación que proviene de dos moléculas en particular, la cannflavina A y cannflavina B.
Los compuestos de acuerdo a los estudios se remontan a trabajos que vienen desarrollándose desde 1985 y dan ventajas antiinflamatorias en una proporción que alcanza aproximadamente a 30 veces mayor efectividad, si se mide gramo por gramo respecto del ácido acetilsalicílico, de la aspirina tradicional. Tariq Akhtar expuso el funcionamiento científico: “Nuestro objetivo era comprender mejor cómo se hacen estas moléculas, que es un ejercicio relativamente sencillo en estos días. Hay muchos genomas secuenciados que están disponibles públicamente, incluido el genoma de Cannabis sativa, que se puede extraer para obtener información. Si sabes lo que estás buscando, uno puede dar vida a los genes, por así decirlo, y reconstruir cómo se ensamblan las moléculas como las cannflavinas A y B”.
Los científicos dejaron en claro que las moléculas de la cannabis no son psicoactivas y actúan sobre la inflamación, de modo que se transforman en analgésicos que interesan específicamente a esas dolencias sin provocar daños colaterales o riesgos, como sucede en algunos usos de la aspirina
Las moléculas cannflavina A y cannflavina B, a las que los científicos identifican habitualmente con el nombre de flavonoides, detectadas por los especialistas en 1985, tuvieron que esperar todos estos años debido a que las investigaciones se detuvieron en razón de la compleja regulación que perjudicaba a los usos de la cannabis, de carácter moral algunos y otros relacionados a los intereses propios de las multinacionales, laboratorios medicinales entre otros, corporaciones de un poder singular.
En Canadá, la cannabis es de uso legal con regulaciones y por esa razón se posibilitó la investigación que salió a la luz. “Hay muchos genomas secuenciados que están disponibles públicamente, incluido el genoma de cannabis sativa, que se pueden extraer para obtener información. Si sabes lo que estás buscando uno puede dar vida a los genes, por así decirlo, y reconstruir cómo se ensamblan moléculas como las cannflavinas A y B”, se detalló en ámbitos universitarios donde se realizó el hallazgo.
Los científicos expresaron que “poder ofrecer una nueva opción de alivio del dolor es emocionante, y estamos orgullosos de que nuestro trabajo tenga el potencial de convertirse en una nueva herramienta para el alivio del dolor”. Observaron los investigadores que las moléculas en cuestión se encuentran en niveles muy bajos en el cannabis. Por esa razón, la investigación procura ahora desarrollar un sistema biológico que habilite una producción importante de las moléculas para su aplicación en favor de la humanidad.
Los científicos de la Universidad de Guelph hallaron cómo se producía la molécula apelando a una combinación de bioquímica y genómica. Y en ese punto, determinaron sus objetivos humanitarios planteando que “Hay una clara necesidad de desarrollar alternativas para el alivio del dolor agudo y crónico que vayan más allá de los opioides”, según lo explicó Tariq Akhtar y agregó un dato capital para establecer la importancia de lo que se develó en ese ámbito: “Estas moléculas no son psicoactivas y se dirigen a la inflamación en la fuente, lo que las convierte en analgésicos ideales.
Hay una clara necesidad de desarrollar alternativas para el alivio del dolor agudo y crónico que vayan más allá de los opioides
La investigación sobre el tema avanzó a partir de 2018, cuando Canadá dispuso la legalización del uso recreativo de la droga. Ese fue el punto de partida para los profesores Akhtar y su par, Steven Rothstein, que iniciaron así su investigación para tener un conocimiento mayor de las cannflavinas. “Si sabes lo que estás buscando, uno puede dar vida a los genes, por así decirlo, y reconstruir cómo se ensamblan las moléculas como las cannflavinas A y B”, dijo el científico. De inmediato, el descubrimiento fue publicado en la revista “Phytochemistry” para sorprender a la comunidad internacional.
Los resultados de la investigación se difundieron en medio de la aguda crisis de opioides que se registra en la actualidad en los Estados Unidos. Los propios especialistas han expresado que esa crisis se produjo parcialmente por el uso de una variedad de analgésicos potentes que se exigen tal vez vinculados a intereses de laboratorios y no a principios científicos, a pacientes que van a ser sometidos a diferentes cirugías.
El presidente de los EE.UU, Donald Trump, ha medido el carácter del problema y declaró oportunamente que el uso de opioides en su país es una emergencia nacional de salud pública, “la peor crisis de drogas en la historia”. Es de suponer, como observan analistas de política internacional, que Trump tiene en la mira a la acción de esas corporaciones que pasan por encima de la concretas necesidades de la humanidad, para promover una suerte de saqueo de los bienes de una nación y sus habitantes, arrojándolos a un festín de usureros con destino a obtener divisas y acumularlas en paraísos fiscales propios del neoliberalismo cuestionado cada vez más a nivel internacional.
