El gabinete es un infierno, el país un campo de pruebas
Farmacity, LAN, Shell y otros dirimen posiciones en el gobierno.Multas, buitres y comisiones
La interna del gobierno deja ver que es difícil determinar dónde está el proyecto de Mauricio Macri, si lo hubiere, y en cambio sí permite verificar que la planificación no existe como tema central, sino como expresión de grupos de presión que ocupan ministerios y otras dependencias para aplicar intereses parciales. En la provincia, María Eugenia Vidal recibe todo tipo de presiones. Algunas son del propio gabinete nacional, como ocurre con la frenética lucha para operar el sistema de multas de las grandes rutas bonaerenses.
El ministro de Transporte, Dietric, intenta influir sobre ella para privatizar el sistema de multas en favor de algunas corporaciones. No es una acción de gobierno del ministro sino una acción de lobby para ganar el negocio y sacar provecho de ello. La Vidal no quiere entregar lo que es un máquina de producir dinero por cuanto, por ejemplo en las intendencias de la costa, se cobran miles de multas que no existen a incautos conductores que pagan para evitar tener problemas.
Este es un aspecto porque aparece como más importante el conflicto sin solución entre el ministro económico, Adolfo Prat Gay, y el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. Prat Gay sacó ventajas al producir en endeudamiento histórico de más de 20 mil millones de dólares para favorecer a los buitres, que deja plata fresca, en mano, porque devuelve comisiones que no se dan al conocimiento público. La mayor deuda del mundo, la mejor comisión de la historia.
Sturzenegger responde lanzando Lebacs a 38 por ciento anual, Prat Gay mete presión y emite nuevos bonos y el del Central, genera deudas que se dice que hoy ya comprenden una suma semejante al total del circulante nacional. Los bancos contentos, meten comisiones altísimas a sus clientes con la venia del Central y hasta ponen inconvenientes al retiro del dinero de los cajeros para usarlos ellos. El negocio tiene reglas abusivas y el Estado hace la vista gorda.
Farmacity no tiene remedio
Esas diferencias que no tienen soluciones hace que en las reuniones de gabinete haya espacio para los reproches. El ceo de LAN Chile, Gustavo Lopetegui y el de Farmacity, Mario Quintana, aparecen maltratados por sus pares debido a errores que les adjudican en las cuentas de su gestión. A Francisco Pancho Cabrera, que apura una ley para favorecer a las autopartistas y a la producción nacional con destino al automóvil, lo critican sus amigos de gabinete por demorar presuntamente la asistencia de pymes, que son el 70% de la generación de empleo nacional. En las provincias dicen que no llega a tiempo con las urgencias debido a que la política económica amenaza con arrasar la industria nacional. Ahora, la cámara de autopartistas, AFAC, cuestiona que aparentemente Cabrera permitió una mayor importación de automóviles que afecta a los fabricantes nacionales. Quintana, se comenta, lo encaró directamente al ministro amigo de Juana Viale.
Melconian, a quien llamaron a callar con sus proclamas acerca de la casi inexistencia humana en favor del fervor religioso que tiene hacia el comercio y los mercaderes, critica a Prat Gay y dice que se paga “el costo de hacer el ajuste gradual y anunciar todos los meses una mala noticia”. Avala su clamor amenazando con que el próximo año habrá otro ajuste de tarifas porque en su visión fundamentalista neoliberal, “están atrasadas”. Le enrostra además la demora en la baja del déficit. Sturzenegger entiende que el ajuste fiscal de Prat Gay es tímido y limitado y se sienten los cruzados que evitan recalentar la economía. Cree que la inflación pasará el 40 por ciento en el año y se va a constituir tal vez en la más feroz en los últimos 15 años.
En el Gobierno de Macri no hay proyecto porque es una expresión parcial de grupos de presión que ocupan ministerios y otras dependencias para aplicar intereses
Rogelio Frigerio por su parte, se dice preocupado por las altas tasas que deja la economía descarriada y teme por las altas tasas de interés en le economía nacional. Escucha lamentos y lágrimas en las provincias muchas de las cuales no saben con resolver la emergencia por las inundaciones. Mira con cuidado las cifras de despidos que este fin de semana algunos situaban en no menos de 130 mil despedidos.
El más independiente de los ministros, prácticamente una factoría en el gabinete nacional, es el accionista de la empresa de su majestad británica, Shell, Juan José Aranguren que -dicen preocupados algunos jefes macristas- “además, ahora se caga en la gente”. También tiene un problema desde que hizo “rancho aparte” en la parcelación corporativa del gabinete: se queja, dicen sus allegados, de que le cuesta que lo escuchen. Entre tanto, compra gas más caro a Chile, posiblemente al país al que responde su corazón: Inglaterra. Lo señalan como un tipo acostumbrado a “jefear” no a conducir, y no tiene mayor idea de la política. Tampoco parece que le interese y es posible que comprar gas más caro, suba las comisiones.
Aranguren dice lo que se le ocurre por encima del ministro de Economía, que anunció que en abril terminaban los aumentos y metió en mayo un aumento de 10% en combustibles que sumaban 31 en el año. A fin de año, la caída del PBI podría pasar los 2 puntos mientras Frigerio pedirá a gritos que lleven la inflación el 25 por ciento y Macri anuncie la felicidad para el tercer semestre. Crear un tercer semestre en el año podría ser la salida para una gestión que por momentos, parece obra de la armada Brancaleone. Lo imprevisible es el humor social, cómo el pueblo va a asumir cada golpe si la oleada de aumentos prosigue. Así parece imparable el reclamo basado en el movimiento obrero organizado. No hay mucho para predecir si se tiene en cuenta que las corporaciones pugnan en el gobierno y este fin de semana, los supermercados generadores de precios, pegan un nuevo aumentazo mientras juegan a un festival de falsas ofertas.
