España se asoma a nuevas elecciones
La investidura fallida del líder del PSOE, Pedro Sánchez, la primera de la democracia española, abrió el viernes un período de incertidumbre de dos meses con pocas posibilidades de terminar con un nuevo Gobierno.
Si el 2 de mayo, cuando finaliza el plazo que empezó a correr el miércoles con la primera votación de investidura, ningún candidato obtiene la confianza del Congreso, la convocatoria de nuevas elecciones será un hecho.
Aunque durante el debate del viernes todos los líderes reconocieron la necesidad de llegar a acuerdos, las posiciones expresadas por unos y otros hacen difícil que antes de esa fecha pueda restablecerse la confianza perdida entre unos y otros partidos desde las elecciones del 20 de diciembre.
Sólo la presión por evitar una nueva cita con las urnas que abocaría a España a casi un año perdido, podría modificar posiciones consideradas hasta ahora inamovibles, como pasó recientemente en Cataluña, donde el president Artur Mas se hizo a un lado en el último momento para frustrar la repetición de elecciones.
De tener que convocarse nuevos comicios, los plazos legales sitúan la nueva cita electoral en el 26 de junio, por lo que podría no haber nuevo Gobierno hasta septiembre, prolongando aún más la situación de interinidad y de inacción del Ejecutivo.
El hecho de que el escenario sea inédito eleva las dudas sobre lo que pasará en las próximas semanas, cuando tanto el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez como el Partido Popular (PP) del presidente en funciones Mariano Rajoy pretenden intentar reunir una mayoría suficiente para gobernar.
Ningún partido quiere salir retratado como el responsable de la paralización del poder ejecutivo en el país, pero entre sus líderes se ha establecido una especie de diálogo de sordos en el que ofrecen una y otra vez las mismas propuestas a quienes han rechazado también de forma reiterada esas mismas ofertas.
De momento, la Constitución prevé que tras el fracaso de la investidura comience de nuevo el proceso que inició el rey en enero de consultar con todos los grupos políticos proponga un candidato a la presidencia, de forma que se tramiten sucesivas propuestas hasta que se agote el plazo.
Sin embargo, ni Sánchez ni Rajoy han logrado reunir apoyos suficientes, y el propio líder del PP ya rechazó el ofrecimiento de Felipe VI por considerar que fracasaría su investidura.
“Se abre un periodo para todos absolutamente nuevo (…) Unos constitucionalistas piensan unas cosas y otros otras. Al final, en escenarios novedosos, en derecho al final funciona el sentido común”, dijo el viernes la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Ningún partido quiere salir retratado como el responsable de la paralización del poder ejecutivo en el país
Utilizando sus coincidencias constitucionales con Ciudadanos y PSOE, fundamentalmente en contra de un proceso secesionista en Cataluña, el PP ha manifestado desde el principio su intención de buscar un gran acuerdo con las tres formaciones, aunque las distancias entre sus líderes parecen insalvables.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, no descartó esta mañana incluso que pueda acabar como presidente el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, al frente de esa “gran coalición” que según él buscan “las oligarquías” de este país para evitar un Gobierno de izquierdas.
El debilitamiento del bipartidismo y la entrada con fuerza de las dos fuerzas emergentes -Podemos y Ciudadanos- en el Hemiciclo fue impulsado por el desencanto de la ciudadanía con la clase política tradicional
Lluis Orriols, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid duda de las posibilidades de la gran coalición: “Estamos más cerca de nuevas elecciones que de un acuerdo”, dijo a Reuters.
De repetirse las elecciones, todas las encuestas vaticinan un escenario muy similar al salido de las urnas en diciembre, y el único elemento que podría alterar el reparto de los 350 escaños sería que Podemos e Izquierda Unida fueran en confluencia, para no dispersar más el voto de izquierdas.
Sin embargo, Iglesias rechazó el viernes esa posibilidad, planteada una vez más por el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, para romper el “maleficio de la ley electoral”, que llevó a que su casi millón de votantes se transformaran en sólo dos diputados.
El debilitamiento del bipartidismo y la entrada con fuerza de las dos fuerzas emergentes -Podemos y Ciudadanos- en el Hemiciclo fue impulsado por el desencanto de la ciudadanía con la clase política tradicional, pero si las cuatro fuerzas son finalmente incapaces de superar el bloqueo, la desafección podría volver a coger fuerza.
“Lo lógico es que los políticos se pusieran de acuerdo, pero es triste lo que está pasando, tendrían que mirar por el bien común, no por el bien individual”, dijo Pedro Pinto, taxista de 46 años. “Me parecería muy mal que se repitieran las elecciones, va a salir lo mismo o parecido”, añadió.
Fuente: Páginapopular.net