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En el Bicentenario, Castillo lucha por la independencia

Eduardo J. Vior

El nuevo Presidente de Perú asumió en medio de una enorme crisis sanitaria y económica, cercado por la derecha golpista y la izquierda dogmática, pero dispuesto a reinventar su Patria.

Por Eduardo J. Vior

Pedro Castillo asumió hoy como presidente de Perú en medio de una gigantesca crisis sanitaria y económica que azota al país desde el primer trimestre del 2020 a causa de la pandemia por COVID-19. Se trata del presidente del Bicentenario de la Independencia, un campesino, maestro de escuela rural y una persona cuyos hijos van a la escuela pública, datos cotidianos para la mayoría de la población aunque inéditos en la política peruana. Esta imagen revela la profundidad de la crisis del Perú oligárquico y las dificultades que tiene el republicano y popular para caminar.

En una ceremonia cargada de simbolismos (indumentaria, dicción, finalización en quechua, abandono del Palacio Pizarro como sede de la Presidencia), Castillo dio ante el Congreso unicameral un discurso de 1,05 hs. en el que reafirmó su programa político, otorgó la absoluta prioridad al combate contra la pandemia fortaleciendo la atención primaria, declaró en emergencia al sector educativo, consagró al movimiento rondero campesino como segunda pata de la seguridad pública, ordenó a las fuerzas armadas involucrarse en el desarrollo de la infraestructura del país, instituyó el servicio militar para los jóvenes que no estudien ni trabajen, anunció un sistema público de seguridad social universal, perfiló un sustancial aumento del crédito para las micro-, pequeñas y medianas empresas, etc. En suma, dibujó un proceso de reformas democrático, radicalmente popular y con fuerte participación de las fuerzas armadas y de las rondas campesinas. No faltó, claro, el anuncio de una reforma constitucional, pero que se realizará, primero, por la vía parlamentaria, para recién después ser refrendado por un referendo popular.

 Congreso de Perú, Lima

Castillo asumió ayer para el período gubernamental 2021-2026, después del tumultuoso e inestable lapso de 2016-2021 por el que pasaron cuatro presidentes: el electo Pedro Pablo Kuczynski (2016-18), Martín Vizcarra (2018-20), Manuel Merino (2020, sólo seis días en el cargo) y Francisco Sagasti (los últimos ocho meses). Precisamente la combinación de la crisis política con la sanitaria y la económica fueron los factores que volcaron al electorado hacia un candidato campesino que hasta hace poco tiempo habría sido inimaginable.

Dde los 130 legisladores que juraron recientemente en el Congreso el partido Perú Libre del presidente tiene apenas 37. Así, el lunes pasado una alianza opositora eligió la presidencia del Parlamento, que quedó en manos de María del Carmen Alva, de Acción Popular, un partido de centroderecha que apoyó la presidencia interina de Manuel Merino.

Entre los mandatarios que asistieron a la jura estuvieron Alberto Fernández, el boliviano Luis Arce, el chileno Sebastián Piñera, el colombiano Iván Duque, el ecuatoriano Guillermo Lasso y el español Felipe VI. Aparte acompañó también Evo Morales, asesor oficioso de Castillo. Por Brasil asistió el vicepresidente Hamilton Mourão; por Uruguay, el canciller Francisco Bustillo y por México, el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard.

El presidente Alberto Fernández a su llegada a Lima el pasado 27 de julio

Este jueves 29 de julio el nuevo presidente viajará a Ayacucho, para asistir a una ceremonia de jura simbólica en la Pampa de la Quinua donde el 9 de diciembre de 1824 se libró la Batalla de Ayacucho que completó la independencia de Perú y Suramérica del dominio español. A su pedido, Castillo ingresará a la Pampa en un caballo blanco y el homenaje se iniciará con un ritual andino. Allí lo acompañarán Felipe VI, Alberto Fernández, Luis Arce y Evo Morales, entre otros visitantes extranjeros y nacionales.

El nuevo gobierno se ve acuciado por la pandemia, la desastrosa situación social y el compromiso de avanzar hacia una Asamblea Constituyente. Cuando sólo está vacunado el13% de la población, el nuevo gobierno tendrá que asegurar urgentemente la vacunación del 80% restante y frenar una tercera ola de contagios. Al mismo tiempo apuran la reactivación de la economía y el retorno a clases presenciales, que el presidente prevé para 2022.

Para reforzar el primer nivel de atención de la atención de salud, el ministro de Salud designado, Hernando Cevallos, prevé organizar y disciplinar la atención básica, así como estabilizar la situación laboral de médicos y paramédicos.

Con más de 187 mil muertos en una población de 32 millones de personas, la pandemia y la recesión agravaron la aguda desigualdad existente, a pesar de que el PBI creció al 6.1% anual promedio entre 2002 y 2013 y al 3% entre 2014 y 2019. En 2020 la contracción fue de 12,9%, arrojando tres millones más de personas a la pobreza. La economía peruana se caracteriza por un neoliberalismo estable en la macroeconomía con una marcada exclusión social, geográfica y racial y un 70% de empleo informal, así como con conflictos ambientales como en Cajamarca, la región de Castillo.

“Se han arrancado todos los derechos del pueblo peruano. (…) tenemos más de ocho millones de estudiantes que estos dos años han estado desconectados, seis de cada diez niños están en el umbral de la pobreza, de la anemia, del abandono; casi tres millones de peruanos son analfabetos; encontramos que la infraestructura educativa de siete de cada diez escuelas está a punto de desplomarse; en los centros poblados de la parte interna de nuestra patria no hay presencia del Estado, el agricultor está totalmente abandonado; va usted a ver una posta médica y encuentra un pedazo de esparadrapo y una pastilla, no encuentra otra cosa. Hemos ido a ver y decir cómo está el país, el pueblo ha respondido qué cosa hay que hacer y lo que hay que hacer es un cambio estructural, un cambio de la Constitución”, explicó Castillo el pasado 27 de junio en una reunión con presidentes y dirigentes del continente.

La reactivación de la economía será uno de los principales desafíos a enfrentar por el nuevo gobierno. La macroeconomía ya está rumbo a una recuperación. Para este 2021 el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) proyecta un crecimiento del 10%. Sólo hasta el mes pasado el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) indicaba que entre enero y mayo se había alcanzado un crecimiento del 19,69% interanual con una recuperación en casi todos los sectores, exceptuando el manufacturero, contra una caída de 3,41% desde junio de 2020 hasta mayo de 2021. En los primeros tres meses de 2020 el PBI cayó 3,6%, pero en el mismo periodo de 2021 creció 3,8%.

Sin embargo, junto con la recuperación de la economía también se ha reportado un crecimiento de la inflación por efecto del alza de los precios internacionales de los combustibles e insumos de alimentos y el alza del dólar. En su mensaje el presidente Castillo atacó asimismo a los monopolios del abastecimiento.

La economía peruana se expandió 3.8% en el primer trimestre de este 2021. Fuente: MEF

De todos modos, el crecimiento de la economía tiene pocos efectos sobre la creación de empleo, porque el 70% de la economía peruana trabaja informalmente. Al cierre de 2020 más de 2,2 millones de peruanos quedaron desempleados, según datos del INEI, pero con el paso de los meses estas cifras fueron mejorando, a pesar incluso de la segunda cuarentena que se impuso a inicios de este año por el aumento de casos de Covid-19.

Hasta marzo de 2021 el INEI indicaba que más de 11 millones de trabajadores, un 77% de los empleados, se encontraban en la informalidad, es decir, sin beneficios sociales ni prestación de salud. En consecuencia, en 2020 la pobreza alcanzó al 30% de la población, equivalente a unas 9 millones 820 mil personas. Según el INEI, el 92.4% de los peruanos en situación de pobreza trabaja en la informalidad, lo que la hace una población muy vulnerable a eventualidades.

Para poder gobernar, Pedro Castillo precisa el diálogo con el Congreso, de mayoría opositora, y con las bancadas que no son de su partido ni las de sus aliados. Al mismo tiempo, le conviene respetar al máximo la ley, para no dar excusas a las facciones más derechistas. Si bien el presidente sube con poco más del 50% de los votos, en la primera vuelta sólo obtuvo el 17%. Esta diferencia indica cuán rápidamente perdería el apoyo del pueblo y de la lábil clase media. Si, por el contrario, acude a una combinación de eficiencia y acuerdos muy amplios, puede construir rápidamente una base de apoyo que, por lo pronto, le permita durar.

Por otro lado, no sería prudente descuidar los equilibrios dentro de su propio partido. Como se demostró en el Primer Congreso Nacional de Perú Libre, celebrado el pasado sábado 24, Vladimir Cerrón, fundador y secretario general de la formación (que no pudo presentarse a las elecciones por estar vetado judicialmente) no piensa ceder la conducción. Al mismo tiempo, la mayoría de los delegados y de los congresistas de PL sostiene posiciones ortodoxamente marxistas-leninistas y ve con desconfianza cualquier tipo de pacto que aparte al partido de la pureza de principios.

Como si Castillo tuviera pocas dificultades, finalmente, el lunes 26 renunció el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, el general César Astudillo. El presidente interino Francisco Sagasti descartó que la solicitud de pase a retiro de Astudillo se debiera a la asunción de Castillo pero igualmente esta dimisión añade una complicación más al comienzo del gobierno de Castillo. Quizás para alejar el peligro, para mantener ocupados a los militares en algo productivo y evitar que pierdan su tiempo en fragotes, en su discurso inaugural el presidente anunció el involucramiento de las FF.AA. en proyectos de construcción de infraestructura en todo el país.

Los grandes medios y la derecha se proponen separar a Castillo de Cerrón e impedir que avance la reforma constitucional. Para evitar que el Congreso bloquee la acción del gobierno, empero, éste lo empujaría con iniciativas de resonancia popular.

El nuevo presidente cuenta con la fortaleza que le dan el respaldo social expresado en su victoria, las vigilias y movilizaciones. También lo sostienen el gremio docente y las rondas campesinas donde Castillo se formó, con desarrollo principalmente en las provincias andinas. La geografía más difícil, en tanto, será Lima, sin movimientos populares y con una parte de la sociedad que sigue convencida de que el presidente no es legítimo.

Perú inicia en su Bicentenario una etapa política marcada por numerosos enfrentamientos, pero también por posibilidades. En las próximas semanas se sabrá qué estrategia adoptará Estados Unidos, qué actitud va a tener la derecha, cuál será la vía para la reforma constituyente y qué capacidad tiene Castillo para convocar a mayorías sociales que le permitan avanzar.

Si el presidente intenta chocar con el Congreso, la Justicia, la Policía, las fuerzas armadas y los medios concentrados, fracasará. Sólo si sabe combinar fuerza y astucia, ganará tiempo para afirmarse en el poder. En el año del Bicentenario Pedro Castillo tiene la posibilidad de recuperar la independencia perdida, pero no tiene margen para equivocarse.

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