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El premio Nobel de la Paz 2015 fue entregado al Cuarteto para el Diálogo Nacional de Túnez

El Cuarteto para el Diálogo Nacional de Túnez es una asociación conformada por cuatro organizaciones de la sociedad civil que ayudó al diálogo tras la ‘primavera árabe’ de 2010. La asociación fue reconocida por su «contribución a la construcción de una democracia plural». El premio fue anunciado por el Comité Noruego desde Oslo.

El cuarteto distinguido con el premio está integrado por el sindicato Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), la patronal de empresarios UTICA, la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTD) y la cámara de abogados.

Su creación data del verano de 2013, cuando el proceso de democratización del país norafricano se encontraba en peligro de colapsar tras el asesinato de varios políticos del país que desató disturbios sociales.

La organización «estableció un proceso político pacífico y alternativo en un momento que el país estaba al borde de la guerra civil» y se convirtió en un «instrumento para posibilitar que Túnez, en el espacio de unos años, estableciera un sistema constitucional de gobierno garantizando los derechos fundamentales de toda la población, sin importar el género, las convicciones políticas o creencias religiosas», afirmó el comité, según informa la agencia de noticias DPA.

La señal de alarma había sido el asesinato el 6 de febrero de 2013 del líder político de izquierda Chokri Belaid, al que siguió en julio el de su colega Mohamed Brahmi.

A esas alturas, la troika (integrada por los islamistas de Ennahda y el centro derecha representado por el CPR y el partido Ettakatol) que trataba de conducir el timón de la transición, había perdido el apoyo de la calle, según recuerda la agencia de noticias EFE.

Y el salafismo, al que se acusa de los citados asesinatos, actuaba violentamente casi a voluntad en mezquitas, escuelas e instituciones.

Partidos como Ansar al Sharia, ahora ilegalizado y señalado como el alma detrás de los atentados que este año mataron a 60 turistas extranjeros, logró ese año reunir a miles de personas en una demostración de fuerza en la histórica ciudad de Kairaoun, en el centro del país.

La Primavera Árabe comenzó en Túnez entre fines de 2010 y comienzos de 2011, pero rápidamente se expandió a otros países del norte de África y Medio Oriente, en muchos de los cuales la lucha por la democracia y los derechos fundamentales se ha estancado y sufrido fuertes golpes.

Además, la corrupción y el abuso de poder, endémicos en tiempos de la dictadura del huido Zinedin el Abidin Ben Ali, volvía a asomar en las instituciones, purgadas y dirigidas en el nuevo Túnez por funcionarios inexpertos y partidistas.

En ese ambiente, a principios de 2013 se reunieron, primero en secreto y después en público, representantes de los sindicatos, la patronal, los movimientos de derechos humanos y los jueces con una ambición común: salvar la única revolución de las primaveras árabes que había sobrevivido.

Compuesta por tecnócratas y otros expertos de la sociedad civil, su primera propuesta fue crear un gobierno alternativo a la troika, libre de partidismos, que preparara el camino a unas elecciones totalmente democráticas.

Tras largas negociaciones en las que el Cuarteto tuvo vital participación, Ennahda aceptó abandonar el poder para dejar paso a un gobierno tecnócráta encargado de manejar la crisis del país hasta las elecciones legislativas y presidenciales de 2014.

La otra cuestión que significaba una traba para el normalización institucional era la Asamblea Constituyente, la que estaba paralizada desde hacía varios meses debido a la falta de acuerdos políticos, tema que se logró zanjar cuando por mediación del Cuarteto los partidos laicos acordaron desbloquearla.

Esto permitió que el 24 de enero se aprobara, con un consenso prácticamente absoluto, la nueva Constitución, un hecho sin precedentes en casi todo el mundo árabe.

Esa Carta Magna crea un sistema democrático y laico, bajo un régimen semipresidencialista, la transición terminaría meses más tarde con la victoria en las elecciones legislativas de la oposición laica, liderada por Nidá Tunis, y de su líder, Beyi Caid Essebsi, en las presidenciales. Ennahda aceptó su derrota en las urnas, y se produjo un traspaso de poderes pacífico.

La Primavera Árabe comenzó en Túnez entre fines de 2010 y comienzos de 2011, pero rápidamente se expandió a otros países del norte de África y Medio Oriente, en muchos de los cuales la lucha por la democracia y los derechos fundamentales se ha estancado y sufrido fuertes golpes.

«Túnez, sin embargo, ha visto una transición democrática basada en una vibrante sociedad civil que exige respeto a los derechos humanos fundamentales», subrayó el Comité Nobel.

Asimismo, destacó que el papel del Cuarteto fue fundamental para que la revolución de Túnez desembocara en unas elecciones democráticas y pacíficas el pasado otoño (boreal), consideró el comité.

«Allanó el camino para el diálogo pacífico entre los ciudadanos, los partidos políticos y las autoridades y ayudó a encontrar soluciones basadas en el consenso» entre políticos y religiosos, añadió.

Entre los que se consideraban «favoritos» y quedaron en las puertas del galardón, estaban el papa Francisco por su mediación en el deshielo de relaciones entre Cuba y EEUU, la defensa del medio ambiente y la oposición a las armas nucleares.

Ahora, Túnez enfrenta muchos otros desafíos políticos, económicos y de seguridad y el Comité Nobel manifestó su esperanza de que el premio contribuya a garantizar el camino democrático del país.

El premio debe ser además, reclamó, una «espuela para todos los que quieren impulsar la paz y la democracia en Medio Oriente, el norte de África y el resto del mundo».

Para este año el comité noruego había recibido un total de 273 candidaturas: 205 correspondientes a personas y 68 a organizaciones.

Entre los que se consideraban «favoritos» y quedaron en las puertas del galardón, estaban el papa Francisco por su mediación en el deshielo de relaciones entre Cuba y EEUU, la defensa del medio ambiente y la oposición a las armas nucleares; la canciller alemana Angela Merkel, en representación de los mediadores en la reciente crisis de los migrantes; el religioso eritreo Mussie Zerai; militantes de la lucha contra las armas nucleares como la asociación ICAN; dos sobrevivientes de la bomba de Hiroshima y Nagasaki; y el ginecólogo congolés Denis Mukwege, ya vencedor el año pasado del premio Sájarov del Parlamento Europeo por su lucha contra las violaciones.

El Cuarteto de Túnez sucede en la distinción a la paquistaní Malala Yousafzai y al indio Kailash Satyarthi, premiados en 2014 por su lucha en favor de los niños y de la educación. La lista de los últimos años incluye también a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (2013); la Unión Europea (2012); Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkol Karman (2011); Liu Xiaobo (2010) y Barack Obama (2009).

El Nobel de la Paz, dotado con ocho millones de coronas suecas (unos 850.000 euros) será entregado el 10 de diciembre en Oslo.

(Télam)

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