Jubilados/as son el sostén de millones de familias argentinas golpeadas por el desempleo, la caída del poder adquisitivo salarial, la suba incontrolable de los alimentos, servicios básicos y la privatización de los recursos naturales.
No hay nada más que decir en el escenario económico por el que atraviesa el país más que un reconocimiento del fracaso, a nivel social de las políticas neoliberales deshumanizantes que incrementan los niveles de empobrecimiento de las infancias y la tercera edad, a la par que pone en peligro, a todo el entramado social de la República.
Un Estado al servicio de las élites nacional e internacional altamente beneficiadas por pactos, alianzas y contratos para disponer sin control todo recurso natural, minero, agroexportadora, hídrico y territorial, anuncia tiempos de zozobra para el país que fuera otrora el granero de la humanidad.
Así como en el actual bastón de mando figuran los perros del Presidente, esos que parecen la cabeza del diabólico cancerbero, hoy en Argentina el gobierno bestial no siente más que desprecio por la clase trabajadora a la que asfixia con la quita de recursos de supervivencia y ahoga con la suba impositiva y tarifaria.
Las bestias son las que ordenan un sistema de represión -Patricia Bullrich- sin el cual, sería imposible que cierre la aplicación de tanta normativa fútil como el decretazo que impide el acceso a la información referida a la cosa pública. Las leyes que protegían la custodia ciudadana sobre los actos de la gobernanza argentina, fueron borrados por la mano que sostiene ese bastón cuyo símbolo es una afrenta a la humanidad, hoy lesionada por el constante asedio y pérdida de los derechos humanos.
Mientras el concierto de naciones mira para otro lado la flagrante violación que se hace de igual modo que durante la dictadura del 1976 y hasta comienzos de los ochentas, cuando los condenados por genocidios, terrorismo de Estado ostentaban un poder tomado bajo el Golpe sangriento que se llevó al menos 30 mil vidas de quienes en muchos de los casos continúan desaparecidos, incluyendo en la nómina a bebés recién nacidos, niños, niñas y adolescentes, perseguidos y victimizados por esas entidades que recibieron el debido proceso judicial pese a sus múltiples y bien comprobadas atrocidades lesivas contra la humanidad.
El sadismo del actual Presidente, acérrimo defensor del Golpismo cívico militar, es tal que ante él no interesa ninguna vida. Su frenético divagar por el mundo con lujos sostenidos por las muertes de desnutridos/as, y familias condenadas a vagar por las calles de Argentina, establece una página oscura a la historia protagonizada por quien escondió su religión hasta que asumió el Poder Ejecutivo, quien contó los traumas de una supuesta infancia de privaciones y maltratos con unos padres que pese a tener riqueza le prodigaban miseria y en vez de obtener una persona con valores, su aprehensión por lo humano fue tan fuerte como el odio que lo catapultó como un representante válido para esos que lo material vale mucho más que la vida de un bebé.
Las bestias de Milei son los perros clonados por una fortuna sin explicar, por hechos que no tienen la más mínima expresión de transparencia en ninguno de los actos oficiales cometidos a la fecha, son los portavoces de la escasez, la hambruna y los pesares de la población, junto a los que se llenan los bolsillos con el comercio humano, la trata, la mafia del narco, la explotación sexual, la pedofilia y cuanto tórrido negocio de lo podrido se pueda imaginar. Allí están a su lado, los peores personajes de la política que surgieron de los medios bancados por ese vestigio de los que sometieron a las peores aberraciones a miles de inocentes incapaces de ser parte aliada de lo que alguna vez nos obligó a gritar ¡NUNCA MÁS!
La lucha está devuelta en las calles, con los mismos de siempre, algunos estamos más viejos, otros jóvenes sin todavía entender qué es esta locura, pero todos unidos vociferando «O juremos con Gloria Morir»
«PIDO QUE ME MATEN»
