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EL DILEMA CIVILIZATORIO DETRÁS DEL DISPARATE EN DAVOS

Por CARLOS RAIMUNDI

Que esa persona diga que la inflación acumulada es de 15.000% o que englobe los últimos 70 años como si todo hubiera sido lo mismo, o que afirme que los grandes monopolios concentrados son la base de la prosperidad, acarrea varios costos.
Uno de ellos es la afrenta intelectual que implican tamaños disparates.

Otro de ellos es la señal que abre la puerta a los magnates trasnacionales para que se apropien de todos los recursos públicos: tierras, aguas, bosques, glaciares, energía, producción, industrias, plataformas digitales, todo.

Un tercer costo es el paroxismo y la impunidad discursiva que luego se traslada a la impunidad de las conductas. Si una ¿autoridad? trata a los asistentes al Foro de Davos como si fueran socialistas, ¿por qué un ciudadano común debería respetar un semáforo? Si todo vale…

Eso no es libertad, es anarquía. Anarco-capitalismo. Lo peor del capitalismo cuyos intereses ya no se disputan en la esfera de la autoridad pública, sino en manos de las tres o cuatro fortunas más voluminosas del planeta.

Para ellos gobierna.

Las fuerzas nacionales y populares siempre hemos cuestionado el orden establecido. Porque está establecido por quienes ostentan y defienden sus privilegios. Hoy, paradójicamente, necesitamos un orden lógico, un sistema de organización de las ideas, las acciones y las políticas, para evitar la caotización generalizada, la inestabilidad deliberada y crónica a la que nos quieren llevar. ¿Por qué, para qué?

Para que, llegada esa situación a un grado extremo, se imponga el orden neo-fascista, pero esta vez no ejercido desde la autoridad estatal, sino desde los monopolios privados: plataformas, servidores, financieras, laboratorios, petroleras, etc. Que, directa o indirectamente, ellos se hagan cargo de la autoridad.

Y, ¿cuál es el dilema civilizatorio que está detrás del sometimiento definitivo al mercado, cuya única y excluyente fuerza motriz es la ganancia? (y que es lo que esta persona defendió ayer en Davos mientras condenaba la Justicia Social)

Que un semejante ya no nos interese, que sólo sea un número, una mercancía, que tenga un precio. Y si no vale nada para el mercado, se lo elimine, física o moralmente.

El dilema civilizatorio ante el cual nos encontramos es cuál debe ser nuestra actitud frente a otro ser humano que esté en problemas. Si empatizar, solidarizarnos y ayudarlo. O pensar que si está en problemas es porque no hizo el mérito suficiente para imponerse dentro de las leyes del mercado, y por lo tanto la comunidad, devenida mercado, no tiene por qué tenderle una mano.

 

Fuente: Carlos Raimundi. https://x.com/carlosraimundi/status/1748074889334907144?s=46&t=LWgDZXNqOHaihi084l60Tw

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