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El CEPA elaboró un diagnóstico sobre la situación social y laboral del país

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) elaboró un diagnóstico sobre la actual situación social y laboral del país, al medir las variables de inflación sobre el salario en pesos y dólares a nivel regional y su efecto sobre jubilaciones, poder adquisitivo y desempleo. Entre los datos relevados, figuran que el poder adquisitivo del salario mínimo se retrajo un 19.5%, mientras que la Asignación Universal por Hijo (AUH) lo hizo en un 19,7%. En tanto la perdida del poder adquisitivo general se redujo en un 24% entre diciembre de este año y el inició de la gestión de Cambiemos. 

A continuación detallamos algunos de los ítems relevados por el mencionado informe.

Primera parte: el poder adquisitivo de los ingresos según inflación

  • El poder adquisitivo del haber mínimo, considerando la evolución del IPC-INDEC y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado mensualmente por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), se retrajo 19,5% en la comparación entre el promedio del poder adquisitivo de 2015 y el medido en diciembre de 2018, es decir, unos $1.814 mensuales, considerando la jubilación mínima de $9.306 en diciembre de 2018. Si se proyecta esa pérdida mensual por doce meses, obtenemos una pérdida anual de $21.768 en 2018 respecto del promedio de 2015. Las proyecciones a 2019, a contramano de lo indicado por el gobierno, muestran una profundización en este sentido, llegando a perder 21% en el promedio de los primeros cinco meses de 2019 respecto del promedio de 2015.

  • En el caso de la Asignación Universal por Hijo (AUH) la evolución es similar. El monto se retrajo 19,7% en la comparación entre el promedio del poder adquisitivo de 2015 y el mismo valor para  el mes de diciembre de 2018, es decir, la pérdida de los beneficiarios arrojaría unos $360 mensuales, considerando la AUH de $1.827 en diciembre de 2018. Las proyecciones a 2019, también a contramano de lo indicado por el gobierno, muestran un empeoramiento de la situación, llegando a perder 20,2% en el promedio de los primeros cinco meses de 2019 respecto del promedio de 2015.

Respecto del Salario Mínimo Vital y Móvil, en promedio, la pérdida de poder adquisitivo en diciembre de 2018 respecto del promedio de 2014/2015 alcanza un 24%, es decir, algo más que $2.700 mensuales, considerando el SMVM de $11.300 en diciembre de 2018.

  • Mientras el beneficio del Programa Hacemos Futuro debería aumentar de $4.030 en abril de 2017 ($4.430 en diciembre último) a $8.265 en agosto de 2019 según el incremento de la inflación, el aumento se limitará a alcanzar los $6.250. Esto significa una pérdida de $2.015 para ese mes, es decir una retracción del poder adquisitivo del orden del 24%. Para el periodo completo, comprendido entre diciembre 2018 y agosto 2019, implicaría una pérdida de $20.980. El bono de $3.000 para los beneficiarios, anunciado recientemente, no logra compensar la pérdida.

 

Segunda parte: el poder adquisitivo medido en dólares

El valor de la Jubilación Mínima cayó a niveles similares a los del año 2001. Si a septiembre de 2001, por ejemplo, la jubilación mínima se ubicaba en torno a los 194 dólares esa cifra se encuentra muy cercana a los 207 dólares de diciembre de 2018. Si se considera el valor a noviembre de 2015, este ascendía a 397 dólares, es decir, estaba en un nivel sensiblemente superior al actual. La jubilación mínima medida en dólares se encuentra en su punto más bajo de los últimos diez años, comparable a los 201 dólares de diciembre de 2008.

  • El poder adquisitivo medido en la canasta seleccionada muestra una sensible caída en el caso de los ingresos de Programas Sociales: mientras que en 2001 se podrían adquirir 5,28 canastas con un Plan Trabajar, en 2018 se podrían adquirir 3,99. Con relación al salario mínimo se podrían adquirir 7,55 canastas en 2001 y 9,01 en 2018 y con relación a la jubilación mínima 5,66 y 7,42.  En cambio, si se utiliza el 2015 como punto de referencia la caída es aún mayor dado que se podía adquirir 15,83 canastas con el salario mínimo, 12,18 con la jubilación mínima y 7,37 con los ingresos de Programas Sociales.

Tercera parte: la evolución del empleo y los salarios

  • El poder adquisitivo de la Remuneración Normal y Permanente Desestacionalizada, considerando la evolución del IPC-INDEC y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM, BCRA), se retrajo 21,5% en la comparación entre el promedio del poder adquisitivo promedio de 2015 y el medido en diciembre de 2018, es decir, unos $7.046 mensuales, considerando la remuneración normal y permanente de $32.776 en diciembre de 2018.

Si se considera la tasa de desempleo al segundo trimestre de 2015 (6,6 %, la mínima desde 2003) el 9,6% de desempleo para el segundo trimestre de 2018 implica 387.000 nuevos desempleados en los grandes aglomerados urbanos. Este valor proyectado al total del país implica 645.000 nuevos desempleados.

  • La tasa de desocupación en jóvenes entre 14 y 29 años fue de 19,3% en el segundo trimestre de 2018, 10 pp. (puntos porcentuales) superior a la tasa de desocupación de la población general. En la región GBA (Capital y partidos del GBA) la tasa de desocupación en jóvenes ascendió a 23,2%. Tomando como comparación el segundo trimestre de 2015, el incremento en la desocupación de los jóvenes fue de 5,1 pp. entre 2015 y 2018. Durante el mismo período el incremento fue de 8,2 pp. en el GBA.

Cuarta parte: la evolución de la pobreza

  • Considerando la evolución de los ingresos reales entre julio y octubre de 2017 y julio y octubre de 2018 como proxy de la pobreza del segundo semestre de 2018, se concluye que el aumento de la pobreza para el segundo semestre de 2018 seria cercano al 6%.
  • Si se toma en cuenta que la medición del segundo semestre de 2017 indicó 25,7% de pobreza, la nueva medición alcanzaría entre 31% y 32% a fines de 2018.

Quinta parte: el efecto de la devaluación y el aumento de precios sobre el consumo

  • Los resultados de la encuesta realizada en Septiembre de 2018 entre CEPA y Proyeccion Ciudadana muestran una fuerte retraccion de prácticamente todos los consumos. En términos secuenciales es posible inferir que, en primer lugar, el recorte se realiza en los rubros vinculados a la recreacion (69%), continuando luego por alimentación (carne, 54%; gaseosas y jugos, 44%; frutas y verduras, 43%) para concluir en un llamativo recorte en dos rubros particularmente sensibles: lácteos (34%) y medicamentos (23%). Este análisis secuencial es de utilidad dado que quien recorta en medicamentos probablemente ya haya recortado en el resto de los rubros menos inelásticos.
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